Federico Landgraf ocupa desde hace varios años el puesto de director ejectivo en Casafe, la cámara que nuclea a las empresas fabricantes y comercializadoras de agroquímicos y fertilizantes. Considera que el debate sobre e herbicida glifosato está teñido de política y afirma que el herbicida es seguro siempre y cuando se aplique con cuidado, respetando las indicaciones y las denominadas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).
Entres los socios de Casafe figuran las principales multinacionales que actúan en este negocio y por eso la actividad de esa entidad está muy ligada a la defensa de sus productos. Si uno ingresa a la web institucional de Casafe se sorprende con una pregunta: ¿El glifosato es cancerígeno? De inmediato sigue una propuesta para quienes desconfían: “Animate a cambiar temor por conocimiento”.
En diálogo con Bichos de Campo, Landgraf aceptó que el glifosato está perdiendo terreno en el mercado local de agroquímicos. Pero aclaró que poco tiene que ver con eso los cuestionamientos de ciertos sectores sociales, sino más bien que se debe al constante crecimiento de las malezas resistentes.
“El manejo está cambiando por eso, y se están empezando a usar otros productos y hasta combinados en distintas proporciones”, explicó el directivo de Casafe.
Aquí la entrevista completa con Federico Landgraf:
Sobre los daños a la salud que se le incriminan al glifosato, Landgraf señaló que la IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS) lo ha catalogado como categoría 2A, que significa ‘probablemente cancerígeno’. Pero de inmediato aclaró que “allí entra en la misma bolsa que las bebidas calientes por más de 65° (como el mate), el asado, los productos de peluquería, etcétera”.
“Por otro lado, la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), autoriza el producto para salir al mercado. Y así lo definieron 159 países en todo el mundo”, agregó Langraf, que relativizó las versiones sobre la prohibición del uso del agroquímico en muchos países. Son apenas un puñado, con Austria y algunos países árabes donde casi no lo usan. La Unión Europea, por su lado, extendió la licencia para el uso del glifosato hasta el año 2022.
“Desde la parte técnica y científica está muy probado. Lo demás es un tema político”, apuntó Landgraf sobre el más popular de los herbicidas.
Ahora bien, el ejecutivo admitió que de cierta forma la alta presión ambiental sobre este producto provoca que las principales empresas se apuren y trabajar en nuevas moléculas químicas. “Eso es bueno. Lo que no es tan bueno es lo que se gasta y lo que se tarda en sacar un nuevo producto. Hablamos de 300 millones de dólares y de 7 a 11 años para liberarlo al mercado” un nuevo agroquímicos, mencionó. Buena parte de ese tiempo es lo que demanda convencer a las autoridades regulatorias.
“Todas estas regulaciones, que son cada vez más, los hacen muy seguros a la hora de liberarlos. Pero siempre hay que tener en cuenta que ningún producto es inocuo”, aclaró Landgraf.
“Por eso desde Casafe nos encargamos de concientizar y educar, para que su manipulación sea segura y con la ropa adecuada. No se puede manipular el bidón en ojotas, sin anteojos ni con la piel descubierta”, recalcó. “Y si hay malas aplicaciones, hay que denunciarlas”, agregó Landgraf.