Jorge Wirth es ingeniero agrónomo y paisajista desde hace más de 30 años. Estudió en la Universidad del Sur (UNS), en Bahía Blanca, y luego allí mismo trabajó ad honorem en la cátedra de Botánica II, junto a la doctora Verettoni, erudita en botánica de especies nativas y medicinales. Fue ella quien lo marcó para siempre en su vocación por el paisaje y su flora.
Jorge comenzó su desarrollo profesional en las provincias de Río Negro y Neuquén, desarrollando su pasión y admiración por el árido paisaje patagónico. Mientras, comenzó a aprender de las estrategias fisiológicas y botánicas de las plantas nativas para desarrollarse y reproducirse en condiciones poco favorables. La falta de agua y la escasez de energía lo llevaron a comenzar a pensar en el uso de plantas adaptadas a las condiciones adversas para mejorar la sustentabilidad de los espacios verdes.
Pero, en enero de 1999, vivió una experiencia que resultó ser un punto de inflexión, cuando en una base petrolera finalizó un contrato de provisión de agua en camiones cisterna para el riego de los árboles y de los espacios verdes del enclave petrolero. Sucedió que hasta que se realizó la nueva contratación del servicio se secaron todas las plantas, el césped y los árboles. Todo murió, excepto las nativas.
Aquel evento resultó ser un hito en su profesión, y desde ese momento comenzó con la idea y el desarrollo de la producción de nativas para el uso masivo en aquel paisaje. Pero había un inconveniente: no había información técnica suficiente sobre la domesticación de las mismas y tendría él que trabajar en ello. Allí comenzó a experimentar de modo más intensivo en la reproducción y uso de plantas nativas en jardines, hasta que en 2005 montó, junto a dos colaboradores, un vivero en una chacra ubicada en las afueras de Plottier, en la provincia de Neuquén. Está emplazado al borde del valle, en la zona de bardas, a 400 metros de la barda más próxima.
Fue muy intensa la recolección de datos para la investigación en el tema, porque la gran mayoría de aquellos, era solo descriptiva, y no alcanzaba para aplicar en la domesticación y reproducción en vivero a nivel comercial. Esta tarea le llevó muchos años. Pero al fin y al cabo comenzó a mostrar los resultados de sus trabajos de investigación en el vivero, con evidencia técnica paisajística, sustentable en el tiempo.
En 2010 el vivero llegaría a estar preparado para la producción a escala comercial, con unas 24 especies domesticadas y otras 16 en proceso, sobre 5000 metros cuadrados. Hubo que introducir en el negocio, la producción de ornamentales, ya que las nativas en sí, no alcanzaban para una sustentabilidad comercial. Con tanto bagaje a cuestas, a Jorge le surgió la necesidad de ponerse a asesorar en el tema de nativas.
Jorge fue aprendiendo con el uso y la experimentación a campo y en jardines, con los diferentes tipos de suelo, agua y exposición al sol. Explica con beneplácito que las mismas tienen una gran plasticidad, a la hora de adaptarse a diferentes situaciones de campo, pero advierte que no se puede generalizar, porque cada una tiene alguna particularidad especial, que él fue descubriendo en años.
“Cada tanto nos quedamos sin stock –relata- y por ese motivo no vendemos en forma masiva. Tenemos un banco de plantas madres en una zona de reserva de nativas, en la chacra donde observamos de cerca el comportamiento natural cada año y donde producimos las semillas. Mantenemos el germoplasma tal cual estaba. Y creo que no hay tantos viveros en nuestro país que reproduzcan nativas”, cuenta Jorge.
“Tenemos un capital germoplásmico muy importante –continúa Wirth-. Apuntamos a las plantas nativas argentinas que se adapten a la Patagonia”.
Y prosigue: “En nuestra región se adaptan muy bien nativas de la provincia de Mendoza, La Pampa y Santa Cruz. El clima de esta zona nos somete a un ciclo biológico más corto que las típicas zonas productoras del país. Iniciamos el cultivo en invernadero y terminamos las plantas en el exterior, para que estén más adaptadas al momento de la venta. Esto nos lleva a tener costos más altos, pero por el aumento del costo de los fletes. Recién ahora podemos competir con quienes quieren traer plantas de otros lugares”.
“Hay muchas semillas de plantas nativas que tienen estrategias muy particulares para su germinación. Por ejemplo, las Zampas para las que necesitamos simular una gran lluvia con el fin de despertar la germinación de la misma. Otras necesitan que se remueva la cobertura, simulando un tracto digestivo de un ave o animal”, explica.
“En general tratamos de germinar semillas nuevas –detalla el ingeniero-. A algunas especies las reproducimos no por semilla sino mediante clonación. En el trabajo diario combinamos la actividad comercial con el trabajo científico a campo. La tarea de domesticar las especies nativas de estas zonas áridas, que son unas 60, se nos hace muy difícil”.
“Ya tenemos domesticadas unas 24, lo que vendría a ser un manejo para llevarlas a la venta. Para ello hemos buscado diversas técnicas. Hacemos almácigos en bandejas y los pasamos a macetas. Hacia el final del otoño y a principio del invierno, es la temporada de lluvias para plantar las nativas. A causa de la crisis hídrica hay una gran tendencia de ir llevando las plantas a un consumo de agua cada vez menor. De las ornamentales hacemos muchas aromáticas, culinarias, y medicinales para uso holístico”.
Acerca de la moda minimalista en el paisajismo, Jorge sostiene que duró poco: “Porque los arquitectos la recomiendan y los paisajistas la rechazamos. Es que los jardines minimalistas no son ecológicos, ya que la naturaleza no es minimalista. Manejamos una diversidad abundante por el hecho de tener control ambiental y por el control del riego y el pool de las especies“.
Respecto a la crisis hídrica y el avance de la urbanización, asegura: “Las aguas de las napas son cada vez más escasas, y en las cercanías a lo urbano sufren la contaminación fecal. Por esa razón también acá la gente busca plantas que necesiten poca agua. Hay años que no llueve nada y si fuera por eso, no tendríamos semillas. Entonces colocamos riego por goteo en una parte del vivero”.
“Hay muchos trabajos que maquinizamos –sigue Wirth-. Esterilizamos el sustrato para que no contagie. Hacemos un desmalezado manual. Es más trabajoso, pero el resultado es que mejoramos el ambiente. Antes, teníamos que desmalezar mucho, hasta 14 veces, y quien lo hace, debe saber. Si una nueva técnica no mejora el ambiente, pues no la incorporamos, debe ser amigable. Hay especies que se apestan, y para ello hacemos un tratamiento fitosanitario”.
El ingeniero paisajista deja su correo para quienes necesiten consultarlo (jorgewirth@hotmail.com) y el listado de algunas especies autóctonas que posee en producción: espinillo (acacia caven), tomillo (acantholippia seriphioides), zampa (atriplex lampa), zampa crespa (atriplex undulata), chilca amarga (bacharis salicifolia), pañil (budleia globosa), brea chañar (cercidium praecox), barba de chivo (cesalpinia gilliesi), piquillín (condalia microphylla), cortadera (cortaderia selloana), fruta de quirquincho (ephedra ochreata), cola de caballo (equisetum giganteum), botón de oro (gaillardia megapotamica), chañar (geoffroea decorticans), melosa (grindelia chiloensis), grindelia (grindelia pulchella), olivillo (hyalis argéntea), jarilla macho (larrea cuneifolia), jarilla (larrea divaricata), jarilla de río (larrea nítida), falsa verdolaga (ludwigia sp.), licium (lycium chilense), mataperro (lycium gilliesianum), piquillín de las víboras (lycium tenuispinosum), carrizo (panicum pernambucence), manca caballo (prosopidastrum globosum), alpataco (prosopis alpataco), calden (prosopis caldenia), algarrobo negro (prosopis nigra), molle morado (schinus johnstonii), coirón dulce (stipa tenuissima), coirón amargo (stipa speciosa) y totora (typha latifolia).
Jorge nació en Stroeder, provincia de Buenos Aires, y hoy reconoce que desde niño recibió el amor a lo vernáculo. Su familia amaba a la naturaleza y era muy respetuosa del medio ambiente. Aprendió mucho de sus abuelas. De Catalina, sobre el uso de plantas medicinales y culinarias. De Magdalena, la admiración por las plantas nativas, ya que fue pionera en cultivar algunas de ellas.
Curiosamente Jorge, siempre dijo de niño que iba a poblar la Patagonia. Pero no sabía que siendo mayor, la poblaría, aunque no con personas sino con plantas. Tiene, de todos modos, dos hijos en los que supo sembrar el amor por las plantas, la tierra y el cuidado del agua. Sus dos pequeños nietos, Benjamín y Nahiara, hoy ya cultivan la tierra.
Haciendo un balance, Jorge reconoce que su trabajo de años viene dando mejores resultados sociales que económicos. “Hoy me consideran un referente del paisajismo en la región y debo reconocer que vivo de esto y no del vivero. Pero como los paisajistas nos proveemos de los viveros, me permite ‘jugar’ con el mío, y refuerza mi figura en la materia”.
“Hace un año y medio que no crezco en superficie, porque llegué al tope, pero sigo creciendo en cantidad de plantas. A partir de que monté un invernadero, logré acelerar un año la reproducción de las especies. Aceleré y aumenté el pool de las especies. Aumenté la cantidad de reproducción, eficientizando todo gracias al conocimiento de las especies, porque les vamos encontrando la vuelta”, culmina, risueño, el ingeniero.
Jorge Wirth eligió dedicarnos la canción “Vive ya”, de Andrea Bocelli, interpretada por él mismo y Lara Pausini.
Si duda…el “Agua es Vida”. Debemos cuidarla. Así les he enseñado a mis hijos.