Raúl Costa es productor del partido de San Nicolás y sufre con los resultados que le está dejando la trilla de granos gruesos en la campaña 2020/21. “En soja estamos sacando de 7 a 18 quintales por hectárea, no cubrimos ningún costo, ni siquiera en campo propio”, dijo a Bichos de Campo.
Para los que no conocen debe decirse que en esa zona un rendimiento promedio para una soja de primera es de 35 quintales, que equivalen a 3.500 kilos.
“El gran problema es que venimos de tres años de arrastre con cosechas malas; el anteaño fue regular, el año pasada fue mala y este año directamente es pésima”, reflejó el productor y miembro de la Asociación de Productores Autoconvocados (APA).
El campo de Costa tiene 380 hectáreas y es definido por él como “un campo inferior”. Una parcela de 140 hectáreas la dedica a cultivos junto a su hijo, mientras que otra parte es destinada a campo ganadero. Lejos, más cerca de Chajarí, Entre Ríos, también hace algo de fruticultura.
“El campo ganadero lo tengo alquilado junto con los vientres porque ya estoy grande y trabajar en ganadería no es fácil a cierta edad. Con la parte de fruticultura, tengo a unos primos trabajando su parte y yo la mía, y así vamos”, explicó.
Costa, de 68 años, es tercera generación de productores. “Mis padres y mis tíos arrancaron con el campo. Ellos llegaron en 1890 desde Génova a la Argentina y se dedicaron a agricultura, ganadería, bodega de vinos pero principalmente fruticultura como duraznos y cítricos en la zona de Chajarí, Entre Ríos y zona de San Pedro. Hoy quedamos primos a cargo de la actividad y seguimos peleándola”, describió.
Lo problemático para Costa es que, a la luz de los malos resultados que se suceden, “la cuarta generación ya no quiere seguir en la actividad agropecuaria”.
“Acá somos varios los productores que venimos de 3 a 4 generaciones y que podemos llegar a desaparecer por la insensibilidad del gobierno y por las medidas erradas que está tomando. No tiene ningún sentido lo que hacen con los granos y con la carne. Esto ya pasó antes y así nos fue”, afirma.
Su pedido ante la situación de malos rindes es que el gobierno les devuelva al menos lo que les quita por retenciones, que es 33% del valor bruto de la soja y 12% en el caso del maíz. “Venimos produciendo desde hace 100 años hasta que vienen unos señores con políticas erradas que te dejan en la calle”, sentenció.
“Ya este año el productor tuvo que pedir insumos fiados porque no le quedaban recursos. Este año no podrá pagarlos y entonces me pregunto, ¿Cómo va a sembrar? Si no pagas nadie te fía. Las cooperativas, por mas buena voluntad que pongan tampoco pueden financiar eternamente. Es un problema serio y veo que muchos colegas y amigos quedarán fuera de la actividad”, declaró.
Para esta campaña, Costa indicó que “las lluvias no fueron las esperadas ya que faltaron 450 milímetros de agua respecto de la media esperada, y como consecuencia vemos que la cosecha es pésima, con rendimientos que no cubren los gastos de los insumos utilizados para la siembra, tanto en soja, maíz y sorgo”.
A esto debe agregarse que la cosecha fina de trigo también fue muy pobre en esa zona y consumió los últimos restos de humedad. Por ello la soja de segunda, es decir la siembra sobre rastrojo de trigo, se perdió completamente.
Costa realizó un análisis comparativo de los valores de la soja, y explicó que el valor por tonelada en Estados Unidos, Brasil, Paraguay y Uruguay está alrededor de 500 dólares mientras que su valor en Argentina es de 325 dólares por el impacto de las retenciones.
Además esos dólares se cambian para pagarle al chacarero al valor del dólar oficial de 93 pesos, cuando los insumos para la siembra cotizan usualmente al valor del dólar libre, ya que el gobierno argentino no entrega dólares oficiales para la importación de insumos. “Aquí tenemos un factor, que en épocas malas como la presente, agrava significativamente la situación”, dijo.
“Si algo hemos aprendido todos, en esta difícil situación de pandemia global, es que con el desarrollo de las comunidades rurales, los pequeños y medianos pueblos del interior tienen la capacidad de convertirse en un entorno sustentable y saludable para sus habitantes, siendo una alternativa válida a la inmigración interna desde las grandes urbes, especialmente para los jóvenes”, manifestó el productor nicoleño.
Sin embargo, observó que para que esto suceda “no basta con desearlo, es necesario propiciar el afincamiento, estimulando la producción agropecuaria, de la que estas comunidades dependen”, remarcó.
“En este momento de pobres cosechas una medida es devolver el 33% de retenciones para, al menos, poder realizar la próxima siembra. No ahoguemos la producción agropecuaria, y con ella el crecimiento y bienestar de las comunidades del interior”, pidió el productor.