Un reporte de Sobre la Tierra, el sitio de divulgación científica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), nos habla sobre la Physaria mendocina. ¿Qué es eso? Un probable nuevo cultivo oleaginoso que un grupo de investigadores vinculados a esa casa está estudiando para ver la factibilidad de que comience a explotarse en las difíciles y áridas tierras de la Patagonia.
El contexto para hacer agricultura en aquella región no es el mejor, y así comienza la nota: “Con menos de 200 mm al año de precipitaciones, alta radiación solar, vientos fuertísimos y temperaturas muy bajas, existen pocas alternativas agrícolas”, describe. De todos modos, el grupo conserva intactas las esperanzas de generar un nuevo cultivo “a partir de especies silvestres que poseen en sus semillas aceites útiles para diferentes industrias como la farmacéutica, la perfumista o la mecánica”.
La Physaria mendocina está mal bautizada, porque se trata de una hierba nativa de la provincia de la Pampa. Wanda Jimena Masnatta, recientemente doctorada en la Escuela para Graduados de la Fauba, la está estudiando como alternativa productiva para los pequeños valles de Gaiman, en Chubut. “Nuestra zona de estudio tiene una estación invernal fría con heladas, veranos calurosos con radiaciones altísimas y muy poca lluvia en todo el año. Para incorporar nuevas opciones productivas hay que estudiar las características de las especies candidatas y cómo responden a la variación de recursos de la zona en sus diferentes etapas de vida”, explicó
Masnatta estudió cuatro especies del género Physaria, con el foco puesto en Physaria mendocina, Fue la que presentó los caracteres más favorables para este sistema productivo.
“Obtuvimos 3 gramos de semillas por planta, con un 27% de contenido de aceite. Esto fue 7% mayor que cultivos experimentales del mismo género estudiados en Estados Unidos. Además, la especie tuvo una estrategia de almacenamiento de energía y una producción estable de semillas para las variaciones que propusimos. Por lo tanto, ya podemos pensarla como un potencial cultivo para la región”, señaló la agrónoma.
En este sentido, agregó: “Al domesticar especies silvestres se buscan nuevas opciones productivas que funcionen como alternativa o complemento a los cultivos ya establecidos comercialmente. En particular, el género Physaria posee un aceite de alto valor económico, muy parecido al de ricino”.
Masnatta agregó que “al ser una especie nativa de zonas áridas y de ciclo de vida perenne —o sea, que vive más de dos años—, su cultivo casi no dependería de recursos externos como riego, fertilización o pesticidas. Estas áreas con climas severos y variables sufren mucho más las prácticas agronómicas inadecuadas. Por ello, nuestra búsqueda de nuevos cultivos responde a criterios ecológicos que contemplen las limitaciones propias de la región”.
Las semillas de Physaria poseen un aceite que se puede usar en la industria farmacéutica, la mecánica o la cosmética, como sustituto de otros que requieren una mayor transformación química para su uso.
En su estudio, Masnatta controló por medio de un sombreado la cantidad de energía solar que las plantas disponían para crecer. De esta manera, analizó hacia qué funciones —crecimiento, almacenamiento de energía o reproducción— destinan los recursos ante los cambios en sus ambientes. “Todos los años medimos en cada planta cuánta biomasa y reservas se acumulaban, el rendimiento en gramos de semillas, la cantidad de frutos y el número de semillas por fruto. Esta información es fundamental a la hora de realizar la selección de un cultivo”.
De este trabajo concluyó que Physaria mendocina fue la única que aumentó sus reservas cuando la disponibilidad de energía fue baja. Por lo tanto, estaría en condiciones de usar esas reservas para enfrentar la escasez de recursos durante el período reproductivo, que es el momento en el que produce sus semillas. “En cambio, las otras tres especies de Physaria que estudiamos acumularon menos reservas, por lo que no compensarían la reducida disponibilidad de recursos durante la floración y la fructificación”, razonó.