La actividad agrícolas que más polémica despierta es la pulverización, como se llama a la aplicación de agroquímicos sobre los lotes, ya sea mediante máquinas terrestres o aviones. Deberían realizarse con determinadas condiciones ambientales (menos de 15 km/h de viento, humedad relativa ambiente mayor al 50% y temperatura menor a los 25 °C), con máquinas aplicadoras equipadas con picos en buen estado, y manejadas por personal calificado.
Desde la irrupción de la siembra directa y el uso masivo de productos químicos, la pulverizadora se convirtió en una máquina más dentro del galpón del chacarero. Pero hasta hace un par de años atrás no se hablaba de Buenas Prácticas Agrícolas. Tampoco era común escuchar hablar de los cuidados que implicaba aplicar estos ‘remedios’ sobre los campos. Sin control ni castigo a quienes no tomaban los recaudos necesarios.
Bichos de Campo consultó a un especialista en pulverización, el técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Ramiro Cid. De entrada, el experto asumió esta nueva preocupación como una novedad: “Yo empecé con el tema de las aplicaciones bien realizadas allá por el año 2007 y era un predicador en el desierto, nadie le prestaba atención”, recordó.
Cid festejó por el debate actual: “Hoy existe una red de Buenas Prácticas en la que ya son más de 60 las entidades nucleadas. Y los fitosanitarios y su buena aplicación ocupan un aspecto principalísimo, ya que es la parte más criticada por la sociedad en general. Siguen habiendo aplicaciones mal realizadas y no vamos a llegar a un nivel de perfección, pero estamos mucho más avanzados que hace 10 años”, señaló.
El técnico destacó que “las tecnologías para hacer las cosas bien están. Es más bien un problema de falta de conocimiento o de responsabilidad social”, apuntó.
Mirá el reportaje completo a Ramiro Cid:
“Lo que hay es un gran caos legislativo. La Ley nacional de fitosanitarios es de 1958 y en la práctica no existe. En aquella época eran otras las tecnologías de aplicación y otros los productos: el DDT era una panacea”, dijo Cid. Y abundó: “Aspiramos a una nueva ley nacional. Porque hoy cada provincia saca sus propias leyes y a su vez cada municipio sus propias ordenanzas. Un caos legal total”.
La semana pasada, el experto del INTA brindó una charla en el 26° Congreso de Aapresid, en Córdoba capital, sobre las técnicas disponibles para realizar una aplicación eficiente, tanto desde un punto de vista económico como ambiental. En ese contexto habló de las “aplicaciones selectivas”.
“Se trata de aplicar el producto adecuado en el lugar y la dosis adecuada para combatir la planta maleza (mediante sensores y picos que abren y cierran). Hoy estamos acertando en el lugar, pero hay que trabajar sobre la dosis y la combinación de producto. Va a ser difícil, pero hay que avanzar en tal aspecto para que sea completo”, señaló.
“Hay que avanzar mucho en la tecnología de cámara (de video), para poder identificar qué tipo de maleza tenemos que enfrentar. Pero por supuesto que lo que tenemos ya es un avance versus la cobertura total” que regía antes las aplicaciones, dijo.
“Las ventajas de estas técnicas pasan por el ahorro de producto y dinero, y por un menor impacto ambiental. Por ahora la contra es el costo de los equipos, hoy casi valen como una máquina nueva. Pero creo que con el tiempo el precio bajará y será más masivo”, se ilusionó.