“Dos y media, tres de la mañana agarraba mi Renault 12 y salía para llegar tranquilo, porque el programa empezaba a las 5 en capital, en Radio El Mundo y yo iba desde Brandsen”, dice Quique Oss, que hace 22 años está al frente de su programa Sector Agropecuario que arrancó en Chascomús, en la AM 1520, y que fue pasando por varias radios pero siempre en AM porque desde el vamos supo que lo que quería era estar presente en el campo. “Y la AM llega o llega”, recalca.
“Estuve más o menos un año en El Mundo y después me fui a La Red, siempre con la idea de estar en radios de CABA para tener más llegada y que me escuchara más gente; ahí estuve 3 años y en 2005 me pasé a Radio Colonia, donde tuve el programa casi 10 años y en 2015 llego a Radio Argentina AM 570 que es donde estoy ahora”, cuenta Quique, que supo ser el bombisto del grupo Los Hermanos Farisano, de Ranchos, y ahora despunta el vicio en juntadas y peñas.
-¿Siempre hizo periodismo agropecuario?
-Yo no soy periodista, no estudié periodismo ni Comunicación Social; solo soy un corajudo que conduce un programa de campo. Estoy orgulloso de eso, pero no tengo las herramientas ni la formación de un comunicador. Y sí, siempre me dediqué a temas de campo. Me viene de la familia por parte de mi bisabuelo en su lugar de origen, el norte de Italia, donde eran ganaderos. Tengo una pasión muy marcada por el campo, la ruralidad… y disfruto mucho de mi programa, tengo la misma pasión que cuando empecé.
-¿Por qué cree la gente de ciudad no sabe de campo?
-Y yo pregunto: ¿por qué tienen que saber?
-Bueno…
-Creo que estamos perdiendo mucha fuerza pensando en eso, en que no nos quieren, que no saben lo que hacemos. Pero la verdad es que nosotros tampoco sabemos, en profundidad, lo que hace un astronauta ni un médico. O sea, la gente tiene que saber que el campo existe y que es un motor de la economía, y debe tenerle respeto… como a quien tiene una fábrica y da trabajo. Pero no deberíamos desgastarnos en eso.
-Pero es un tema sobre el que se insiste.
-Hay un empecinamiento en querer que nos valoren y nos reconozcan. Creo que patria hacemos todos, los que trabajamos y generamos el sustento para nuestra familia, sea del rubro que sea. Lo que pasa es que lo que daña es esa idea que difunden estos gobiernos que el campo son los grandes terratenientes, y no es así, se le “pega”, y se lo agrede de muchas formas, empezando por la represión impositiva que padece.
-¿Por qué sigue esta idea del latifundio?
-Hay mucha gente que compra ese discurso. Creo que hay argentinos que no viven su propia vida, sino que está pendiente de la ajena, se fija en lo que hace el otro y siempre llega a la conclusión de que ese otro tiene más suerte. En los pueblos se ve mucho: nos fijamos en si el vecino cambió el auto y en seguida viene la pregunta: “Ché, ¿y cómo hizo?”. El problema es que se envidia en vez de imitar a quien logra sus objetivos. A lo mejor la gente de la ciudad mira mucho esas cosas del campo, por ejemplo lo de las camionetas, sin conocer el estado de los caminos del campo ni la necesidad real de contar con un vehículo que no te deje a pie.
-Sin embargo se dice que el argentino es solidario…
-Como país nos conmovemos ante una catástrofe pero volvemos a la normalidad rápido, quizás porque venimos con la cultura de subsistir. En lo general somos muy individualistas, tenemos poca empatía, ahora a nivel micro, en los pueblos el productor agropecuario es muy caritativo: pone nafta en la cooperativa policial, da guita en las cooperadoras del hospital y de la escuela, y lo hace con la idea de dar una mano, como algo natural colaborativo. Lo que es una pena es que no pueda concentrarse en producir y tiene que estar pendiente de otras cosas como ponerse de acuerdo para arreglar un camino cuando paga fortunas de impuestos para que el Estado lo haga y no lo hace. Volviendo a lo de antes: en vez de pensar en asfaltar las rutas para que el campo produzca con menos dificultades, se promueve un discurso de odio que complica todo.
-¿Se refiere a la grieta de siempre?
-Eso de la grieta es un invento creado adrede, solo para enfrentarnos como sociedad: no hay oligarcas en el campo, es gente que paga impuestos para que haya planes y comida en las mesas… pero que no lo ve reflejado ni en salud ni en educación. Y es curioso porque la clase política que se llena la boca con “lo público” se atiende en lugares privados y no en los hospitales que ellos mismos inauguran. Tampoco hay grieta entre la agroecología o producir con insumos; ambas posibilidades conviven y será el consumidor quien decida. Por ahora lo que no creo es que se pueda producir sin insumos las cantidades que se necesitan, pero el tiempo lo dirá.
-Yendo a su programa Sector Agropecuario, ¿cuál es la esencia?
-La sencillez. Es como si estuviéramos en la cocina de tu casa tomando mate. La simpleza es una de las cosas más complejas que hay; no fingir, ser uno mismo. Y es “sustentable” en términos agronómicos ya que hace más de 20 años que estamos al aire, comunicando lo que entendemos importante de la actualidad pero sin condicionarnos al día a día de las noticias.
-¿Cómo es eso de que regala una pala a fin de año?
-Así es: en el último programa del año sorteamos una pala de punta como un mensaje, una ironía, un homenaje al trabajo: “Hay que agarrar la pala y menos blablá”. Al oyente le encanta y la única condición es que quien se saca la pala, la tiene que usar; yo voy a entregarla personalmente y siempre me esperan con un churrasco o un asado. Es un momento de total felicidad. También sorteamos una máquina de coser y una tabla de lavar de madera con sus accesorios: un cepillo y jabón Federal. Le gente mayor se emociona con estos elementos. Son sorteos inesperados por nuestros oyentes, referidos a la cultura el trabajo.
-Después de tanto tiempo, ¿sigue sintiendo la emoción de la radio?
-Como el primer día, sin duda. Me sigo poniendo nervioso antes de que empiece el programa, me fumo un cigarro y cuando llegan las 8 ¡largamos! Amo la radio, me dio todo y me sigue dando. Y para hablar me inspiro en la gente. Pienso en los fracasos y los aciertos, en lo duro que es todo a veces y trato de transmitir fuerza, para que a pesar del hostigamiento que existe (más que nada por gente que siempre ha vivido del Estado y denosta a quien trabaja la tierra) pensemos que estamos vivos, que podemos trabajar, podemos soñar. Es muy pero muy emocionante cuando un oyente se compra un tractor y me manda la foto como si fuera parte de la familia; ahí siento que cumplí mi misión. Recibo mucho cariño de la gente: soy un millonario de afectos.