En los últimos días sucedió un contrapunto interesante entre dos de los principales precandidatos a presidente, el oficialista Sergio Massa y el opositor Horacio Rodríguez Larreta. Éste último prometió varias veces eliminar, en caso de llegar al gobierno, las retenciones que tributan “200 economías regionales” desde el primer día. Para desactivar esa promesa, el actual ministro de Economía replicó que “no son 200 sino 6 las economías regionales” que todavía pagan derechos de exportación. Y prometió eliminar ese impuesto desde al próximo 1° de septiembre.
¿Quién miente? ¿Son 6 o 200 las economías regionales a las que se les cobra un peaje para exportar, como sucede con la soja o la carne vacuna? ¿Cómo puede haber tanta diferencia entre la posición de uno y otro candidato?
La verdad es que ambos políticos han sido bastante imprudentes a la hora de lanzar estas promesas al viento. Uno, Rodríguez Larreta, nunca precisó por qué hablaba de “200 productos”, ya que no hay tantas economías regionales en la Argentina. Quizás se refería sólo a las “posiciones arancelarias” impactadas por la medida (con lo cual se queda corto, porque son muchas más). El otro, Sergio Massa, en cambio omitió varias economías regionales para lanzar su número mágico de 6 cadenas. Quedó en evidencia ese mismo día del anuncio.
Lo cierto es que entre una y otra propuesta parece existir un abismo. Un abismo de nada menos 130 millones de dólares.
Un oportuno informe de los economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sirve para echar luz sobre el asunto. Basado en cifras de exportación de 2022, toma como “economías regionales” a doce cadenas productivas con raigambre en determinadas regiones. Es decir, ni las 200 mencionadas por el candidato de Juntos por el Cambio ni las 6 de las que habla Massa y que luego identificaron con mayor claridad los funcionarios de la Secretaría de Agricultura.
Los productores que ya festejan con el anuncio del titular de Economía (y que se ocupa de hacer campaña con el asunto, por ejemplo reuniéndose con vitivinícolas el miércoles y este jueves con la Cámara Argentina del Maní), son los arroceros, los forestadores, las empresas citrícolas, los maniseros, los tabacaleros y las bodegas. Todas ellas en conjunto exportaron en 2022 por unos 165 millones de dólares.
El trabajo de la BCR reconoce como cadenas regionales también al algodón, los lácteos, la cebada, los alimentos balanceados, el girasol y la caña de azúcar (el complejo sucroalcoholero). También ellas pagan retenciones todavía y son consideradas economías regionales por este estudio. Tributan 291 millones de dólares, mucho más que las seis cadenas tocadas por la varita mágica del massismo.
Es decir que la diferencia de la recaudación que Massa prometió resignar a partir de septiembre (unos 160 millones) y lo que realmente exportan estas doce “economías regionales” es de casi 300 millones.
¿Dónde está la diferencia? El gobierno podría justificar que algunos granos mencionados por la BCR como economías regionales no son tales, como el girasol y la cebada, aunque ambos tienen zonas muy marcadas de producción. El primero en el norte del país y en el suroeste bonaerense, ingresando a La Pampa. El segundo bien demarcado en la zona cerealera del sur bonaerense. ¿Qué los convierte en distintos entonces del maní, otro grano de exportación?
Con los lácteos (que tributaron casi 100 millones de dólares en retenciones en 2022) puede haber más discusión, pues las cuencas productivas se extienden por una vasta porción del país. Pero los gobernadores de la Región Centro (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) reclamaron que se empiece a considerar a la lechería como una economía regional y se le de el mismo tratamiento.
En definitiva, uno por exagerado y otro por mezquino, ninguno de los dos candidatos brindó certezas ciertas de que “todas” las economías regionales vayan a dejar de pagar retenciones en los próximos meses, sea en septiembre o en diciembre. No parece haber un análisis serio ni completo en ningunas de las dos plataformas.
Peor todavía, es muy probable que en ambos casos ninguno de los presidenciables sepa que por más que la eliminación de retenciones sea un histórico reclamo de todas esas actividades, no hay ninguna garantía de que el dinero que resignará el Estado con dicha medida llegue efectivamente a beneficiar al productos. La excepción puede ser el maní, en el cual la cadena está muy integrada en algunas empresas que se ocupan de la producción y la exportación simultáneamente.
Pero en el resto, es muy difícil que esto suceda. Y por lo tanto, es muy frecuente que cuando se reciben este tipo de medidas (quitar tributos a la exportación), este beneficio no siempre se traslade linealmente a una mejora d elos precios al productor. La mejor prueba es que este mismo gobierno ya eliminó, a fines de 2020, las retenciones para una gran cantidad de actividades frutícolas, y esto no significó una mejora de las condiciones de los productores primarios.