El nombre de Mario Ravettino comenzó a aparecer en los medios bastante seguido este año, a partir de que en mayo pasado el gobierno nacional volvió a intervenir en el mercado de la carne vacuna y el dirigente empresario, representando al poderoso Consorcio ABC (Argentina Beef Consortium), comenzó a tallar fuerte en las negociaciones con los funcionarios del gobierno.
Ravettino primero negoció con Paula Español acuerdos de precios para vender cortes baratos en supermercados. Ravettino luego pactó la apertura de cupos de exportación con Matías Kulfas. Más recientemente, Ravettino logró un nuevo permiso para poder exportar carne de vaca viaja a China con Julián Domínguez. En el medio, es el único dirigente de la carne que se ha podido retratar junto al presidente Alberto Fernández y el gobernados Axel Kicillof en varios actos públicos.
El problema, para el resto de la cadena cárnica, no es que Ravettino esté metido en todas y cada una de las negociaciones vinculadas con el sector que representa, sino que parece ser el único interlocutor de la cadena de la carne que tiene las puertas abiertas en el gobierno de Alberto y Cristina Kirchner.
Desde que asumió en diciembre de 2019, hay que marcarlo de entrada, la gestión de Alberto y Cristina dinamitó la Mesa de las Carnes, un espacio de diálogo sectorial que nació en 2015 y que había logrado durante el Gobierno de Cambiemos reunirse nada menos que una decena de veces con el mismísimo ex presidente Mauricio Macri. No es que allí se lograran muchas cosas, pero al menos las casi treinta entidades que integraban ese espacio se sentían parte de un colectivo que tenía un par de decisiones claras: había que exportar más carne y el gobierno no debía intervenir en los mercados.
El ex coordinador técnico de aquella Mesa de las Carnes ahora devaluada y corrida de la escena, el consultor ganadero Víctor Tonelli, acaba de calcular que el regreso de la intervención oficial en mayo pasado -acordada entre Kulfas y Ravettino- provocó en solo cinco meses que los precios promedio de la hacienda bajaran 5% mientras que los precios internacionales de la carne vacuna subían 25%. Es decir que los frigoríficos exportadores no solo ganaron más por vía de sus ingresos sino que congelaron y hasta redujeron el principal de sus costos, la carne en pie.
Se trata, más allá del mecanismo, de un logro muy visible y atribuible a la gestión de Ravettino frente a Kulfas, Español y otras autoridades. Por eso muchos elogian al ejecutivo como el mejor lobbista y justifican cualquier método con aquello de que “para eso le pagan”
¿Quiénes perdieron con el cepo? Decenas de miles de ganaderos, en especial de las zonas más marginales dedicadas a la cría. ¿Y quién sacó ventaja? Los grandes frigoríficos que -como ya informó Bichos de Campo– han recibido en todos los repartos las mayores porciones de los sucesivos cupos de exportación habilitados por el gobierno a partir del cierre total de las exportaciones anunciado por Alberto en mayo: el cupo general de unas 28 mil toneladas mensuales, luego la cuota especial de cortes kosher para Israel y ahora las 5.000 toneladas mensuales de vaca vieja para China.
Esos frigoríficos están faenando tanta hacienda o más que antes de que comenzara a regir el cepo.
Ravettino, un abogado de 58 años, es el presidente del Consorcio ABC, una entidad formada por los principales frigoríficos exportadores de la Argentina que nació en 2005 como derivación de la vieja AIAC (Asociación de la Industria Argentina de la Carne). Hoy ese grupo tiene 22 empresas asociadas. Pero hay solo diez grupos allí que concentran el 55% del total de las cuotas de exportación y el 61% de la Cuota Hilton para Europa, que quedó a salvo de las restricciones. Ese club está formado por los supermercados La Anónima y Coto, los brasileños Swift (Minerva) y Quickfood (Marfrig), y los nacionales Gorina, ArreBeef, Bernal, Rioplatense, Carnes Pampeanas y Friar (ex C Vicentin).
Grupo | Frigorífico | Cuota Hilton | Cupo mensual |
La Anónima | Cia Imp y Exp de la Patagonia | 2317 | 1231 |
Minerva | Swift | 2100 | 3143 |
Marfrig | Quickfood | 1763 | 923 |
Marfrig | 611 | 1238 | |
Ex Vicentin | Friar | 2031 | 1600 |
Riusech | Gorina | 1668 | 399 |
Constantini | Rioplatense | 1659 | 1482 |
Borrell | Arre Beef | 1356 | 1867 |
Lequio | Carnes Pampeanas | 1398 | 492 |
Frigorífico Aberdi | 382 | 762 | |
Varios | Compañía Bernal | 1263 | 1303 |
Coto | Coto | 1189 | 642 |
Acumulado Club de los 10 | 17737 | 15082 | |
Total distribuido | 28765 | 27608 | |
Participación | 61,60% | 54,60% |
Ravettino no siempre fue presidente del Consorcio ABC sino que era apenas uno de sus gerentes hasta que el primer conductor que tuvo esa entidad, el ex dueño del frigorífico Swift, Carlos Oliva Funes, le cedió ese lugar protagónico luego del desembarco de los grandes grupos brasileños en el negocio y la primera intervención del kirchnerismo en el mercado de exportación de carnes, en marzo de 2006. Aquellos cambios implicaron un reordenamiento de fuerzas dentro del grupo de veinte grandes frigoríficos, que dejó atrás las ideas más liberalizadoras del comercio de carnes que expresaban los históricos Alberto de las Carreras y el ex agregado agrícola ante la UE, Héctor Salamanco, para dar paso a un pragmatismo a prueba de balas. El pragmatismo que encarna Ravettino.
El poder cedido hace por lo menos 15 años a este directivo, entonces, está apoyado sobre todo en los nuevos capitanes nacionales en la exportación de carne vacuna, en especial en Hugo Borrell (Arre Beef) y Carlos Riusech (Gorina). Fueron estos empresarios los que no dudaron en quedarse con las instalaciones del Frigorífico Finexcor (que era el más moderno del país) cuando las presiones del ex secretario Guillermo Moreno convencieron al grupo americano Cargill de desprenderse de esa empresa por la ridícula suma de 1 euro.
Eso sucedió en 2008. El primer kirchnerismo había cerrado por completo las exportaciones de carne en 2006 y luego fue habilitando los embarques en módicas cuotas donde ganaban unos y perdían otros, como ahora. Un grupo de frigoríficos del Consorcio ABC hizo enormes ganancias con las vacas conserva, como ahora. Y el Ministerio de Agricultura (a través de la ex ONCCA) no publicaba la identidad los frigoríficos que recibían ROE Rojo, equivalentes a las DJEC (Declaraciones Juradas de Exportación de Carne) instrumentadas ahora por Alberto y Cristina. Tal y como sucede ahora.
En ese contexto de mercados intervenidos Ravettino se movía como pez en el agua. Participaba todos las semanas de las reuniones de “la escuelita” que convocaba Moreno para bajar instrucciones a los operadores del mercado de carne. Y se lo solía ver ingresar sin problemas a los despachos de los ex directores de la ONCCA, como Ricardo Echegaray, Emilio Eyras o Juan Manuel Campillo. Con Moreno, por ese entonces, comenzaron a negociar la “gran barata” de cortes populares para volcar a los supermercados, un esquema que se repite ahora en los acuerdos de precios pactados con Kulfas y Español.
La línea histórica del Consorcio ABC (y su antecesora AIAC) fue propender a una mayor concentración de la actividad frigorífica en la Argentina, como sucede en Estados Unidos, donde unos pocos grupos empresarios concentran casi toda la faena. Por eso, frente a los diferentes gobiernos se propició desde ese grupo la erradicación del “doble estandar” sanitario y comercial que permitía que la faena de bovinos se repartiera aquí entre más de 400 frigoríficos y mataderos. esa competencia reducía entonces la participación total de los socios de Ravettino a solo el 25% o 30% de la producción.
Como los frigoríficos exportadores tienen un sector de despostada (para separar los cortes), uno de los principales argumentos de esta ofensiva era la necesidad de erradicar del comercio de carne las medias reses vacunas, una modalidad que es mucho más usual entre frigoríficos consumeros y matarifes que abastecen a las carnicerías del conurbano.
Por eso Ravettino tocó el cielo con las manos cuando el presidente Alberto Fernández y su ministro Kulfas anunciaron hace pocos meses, en el contexto de esta nueva intervención al mercado, que a partir de enero de 2022 sería obligatorio el “cuarteo” o “troceo” de las medias reses. Esta obligación podría descolocar mucho más a muchos jugadores que compiten contra el Consorcio ABC.
Esos jugadores, sobre todo matarifes y “exportadores sin planta”, de golpe y porrazo también se quedaron casi sin posibilidades de poder exportar, porque el sistema ideado por el gobierno otorgó los cupos a nombre de las plantas (según el número de habilitación en Senasa) y no de los exportadores (a través de los embarques por CUIT registrados en Aduana). Gracias a esta decisión, el número de exportadores de carne se redujo de 100 sociedades a solo 60. Y de éstas, los 22 socios del Consorcio ABC se quedan con la mayor tajado.
Ravettino, que ha fundado varias empresas propias vinculadas con la actividad ganadera y que explotan un par de campos que pudo comprar en el partido de 25 de mayo (La Lobuna SA en 2005, Caras Negras SRL en 2009 y San Juan Ameri SA en 2017), fue el primero en enterarse la que se venía, pues estuvo reunido con el presidente Fernández el 17 de mayo, un par de días antes de que comenzara esta nueva etapa de intervención en el mercado de la carne, que es muy parecida a la que ya vivió el país entre 2006 y 2015.
En aquel tramo histórico las consecuencias fueron funestas para la ganadería: el stock bovino retrocedió casi 20% (a menos de 48 millones de cabezas) y la Argentina redujo sus exportaciones al mínimo histórico de 188 mil toneladas en 2012. Pero no todos perdieron por igual y los que pudieron acomodarse bajo el ala del poder la sacaron muchísimo más barata o incluso terminaron mejorando su posición en el mercado.
Ravettino para muchos puede parecer una cara nueva. Pero enaquel momento ya estaba haciendo su trabajo.