El ingeniero agrónomo Felipe Villa Abrille (65) lleva 40 años de su carrera investigando sobre cómo transformar los descartes y residuos agrícolas y forestales en recursos para el aprovechamiento de la producción y en beneficio del medio ambiente y la vida cotidiana. Hasta hace muy poco lo realizó con la compañera de toda su vida, Paca Visus, la madre de sus dos hijos, que lamentablemente ya no está. Ahora continúa con ayuda de ellos, Victoria y Augusto.
Felipe es oriundo de la ciudad de La Plata y hace 20 años se trasladó con su familia a la pequeña localidad cordobesa de Atos Pampa, a 20 kilómetros de Villa General Belgrano, en el valle de Calamuchita. Allí compró 8 hectáreas de tierra sobre la Ruta 210, a la altura del kilómetro 15, donde construyó su casa y su laboratorio, abocándose al cultivo de lavanda, peperina o vetiver. En resumen, de especies nativas de la región y también exóticas.
Luego se dedicó a la destilación por arrastre de vapor para obtener aceites esenciales que, según él, constituyen lo más profundo de las plantas. Llamó a su emprendimiento Quinta Esencia, y le acaba de construir un cómodo salón de exposición y ventas de todos sus productos terminados, como aceites, hidrolatos, jabones, cervezas y demás.
Explica el ingeniero platense que: “De un destilado de una planta, salen dos productos naturales: uno es el aceite esencial puro, y el otro, es la fase acuosa, llamada hidrolato. Todo lo que extraemos es producido por el metabolismo secundario de las plantas. Del primario serían las proteínas, las grasas y las celulosas, que le dan estructura a la planta. Del secundario, extraemos un montón de compuestos químicos de las plantas, que pueden ser repelentes o atractivos de insectos, y producen efectos que aún estamos descubriendo”.
“Los hidrolatos tienen efectos terapéuticos, como relajantes o excitantes. Y también en la producción agrícola, porque hay hidrolatos con efectos antifúngicos, nematicidas, de modo que hay mucho por investigar para sustituir los productos sintéticos por los naturales”, asegura el investigador.
Felipe aclara que su emprendimiento es familiar y pequeño. “Vendemos nuestros productos sólo a quienes nos visitan, y además les ofrecemos una visita guiada por nuestros cultivos y por la sala de destilado para ver nuestro proceso de extracción, totalmente artesanal. Trabajamos con plantas nativas, como la peperina, el suico, el aguaribay, el espinillo, cuidando su extracción del paisaje, que realizamos del modo más racional posible para que no se extingan. Pero también lo hacemos con plantas exóticas, adaptadas a estos suelos ásperos, como la lavanda, el romero, el vetiver, el lemon grass, etc”.
“Por ejemplo apostamos mucho al vetiver porque se aprovecha para fitodepuración, para descontaminar aguas y suelos, y de sus raíces se extrae un aceite esencial con muchas propiedades, muy buscado por las perfumerías”, asegura.
“También trabajamos con residuos forestales como el pino, cedros, cipreses, eucaliptus y otros -completa el profesional-. No nos fanatizamos con lo nativo ni con lo exótico”, declara.
“Aprovechamos el espinillo o acacia caven, porque tiene un perfume impactante”, señala, y aclara que es muy difícil de cosechar, para lo cual tiene pensado crear un aparato con una bomba de vacío, para extraer su flor sin pincharse los dedos.
Explica Villa Abrille: “Los productos sintéticos derivados del petróleo e inventados por el hombre tardan muchísimo en degradarse y quedan por generaciones contaminando la naturaleza. Nosotros estamos investigando en la elaboración de productos naturales que se degradan naturalmente gracias a las enzimas que existen en el ambiente”.
Dentro de las funciones de cada uno en la familia, Felipe se dedica a los cultivos a campo, el destilado y el acondicionamiento del material.
Detalla: “Entre lavanda, romero, vetiver, lemon grass, cedrón, no cultivamos más de 3 hectáreas, porque es la extensión que podemos trabajar en familia, ya que es muy difícil conseguir mano de obra externa en estos tiempos. En cada proceso tratamos de darle un valor agregado a lo que queda, a los subproductos, por ejemplo, el descarte del destilado va a las lombrices y con las ramas realizamos biochar, que es un excelente acondicionador de suelos”.
Su hija Victoria, de 32 años, sigue los pasos investigativos de su padre, ya que estudió tres años para la licenciatura en física, cuatro años de ingeniería mecánica y obtuvo un título en gestión gastronómica. Ella investiga y trabaja para agregar valor a estos productos naturales en los rubros cosméticos y gastronómicos.
Por ejemplo, elabora una cerveza de lavanda con apenas una sutileza de la misma, ya que es muy invasiva, según dice. Con el hidrolato de peperina ha logrado preparar un merengue que aplicó en un postre y le resultó delicioso -cuenta ella misma-, como también en helados: “Es todo un mundo nuevo que se abre en infinitas posibilidades”, sintetiza Vicky.
La familia va por más y el ingeniero agrega: “Acabamos de comprar un laboratorio usado con todo el instrumental de precisión, como flujo laminar, campana de esterilización, estufa de cultivo, balanza de precisión y demás con la intención de desarrollar más productos, ya que el mercado está totalmente sub-abastecido, tanto en el ámbito gastronómico, como en el medicinal. Estoy capacitando a mi hijo Augusto, de 27 años, para que se encargue de este nuevo desarrollo”, señala este curioso ingeniero que no para de emprender nuevos proyectos.
Felipe explica que hace un tiempo comenzaron a notar una gran demanda de hongos en la región, y como sus equipos destinados a generar vapor para extraer los aceites esenciales permanecían ociosos durante una parte del año, decidieron aprovecharlos para esterilizar o pasteurizar los sustratos de hongos.
A modo de ejemplo cita: “Incursionamos en el cultivo de micelio primario, de hongos comestibles y medicinales, en granos de cereales, gírgolas, shiitake, melena de león y reishi, como semilla para productores, con la idea de desarrollar cultivos en la zona”. Y completa: “Para el cultivo del hongo usamos residuos agropecuarios, que nos proveen de una poderosa batería enzimática que degrada todos los residuos celulósicos, dando nacimiento al hongo y transformándolos en proteínas de alto valor para el consumo humano”.
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El agrónomo platense, aquerenciado en Córdoba, avisa que el próximo sábado 20 de enero realizará con sus hijos y cuatro amigas su primera “Fiesta de la Lavanda” en el mismo predio de Quinta Esencia, con el fin de compartir sus investigaciones con los productores de la región.
“Será una jornada de encuentro y disparador de nuevas investigaciones. Estará abierta a toda la comunidad en general que pretenda interesarse e incluirá propuestas gastroturísticas, un foodtruck con cerveza y gin de lavanda, música de jazz y una artista plástica que pintará cuadros de lavanda en vivo y mucho más. Será un evento íntimamente relacionado con la época de la cosecha de la lavanda, que transcurre a mediados de enero, durante 4 días, de modo totalmente manual, cuando además se debe destilar de inmediato”, culmina el ingeniero.