Katherine Fernández es una emprendedora boliviana, que integra la Red Polinizar de La Paz. Este proyecto lo llevan adelante familias agricultoras y propone a los turistas que llegan a esa zona de Bolivia recorrer unos 25 destinos rurales en los alrededores de esa capital. La iniciativa que busca combinar el turismo rural con la agroecología, es una manera bastante peculiar de convertir a las personas “en agentes polinizadores”. Al mismo tiempo que se involucran con las distintas formas de vida en los sistemas productivos más tradicionales del vecino país.
Durante los recorridos, según contó Katherine, las familias que llevan a delante este tipo de turismo alternativo también tienen la posibilidad de conocer las condiciones reales en las que se produce y las adversidades climáticas que desafían los agricultores, para producir un alimento que muchas veces no es bien cotizado.
Mirá la entrevista a Katherine Fernández:
“Nosotros queremos que la gente conozca los sistemas productivos en La Paz, que conozca todo lo que se puede perder. Son paisajes escondidos y es muy complicado llegar, a veces no hay un camino, no hay señalética y no se sabe la distancia. Por eso este tipo de emprendimiento turístico lo llevan adelante familias que quieren mostrar su producción y que tienen interés en que se vea la situación climática existente, porque ahora les cuesta muchísimo más gestionar los recursos para producir. Por lo tanto, sus producciones llegan a la ciudad con un costo de producción muy elevado, pero a precios de venta muy bajos. Y eso la gente lo tiene que saber”, dijo Fernández a Bichos de Campo.
Con la esperanza de sensibilizar a los visitantes para que luego se logre cobrar un precio acorde al trabajo que insume producir lo que consumen, Fernández celebra que las familias campesinas que forman parte de la Red hayan apostado por estos paseos que viene a revindicar actividades que la tienen bastante difícil, dentro del esquema productivo de Bolivia.
“En el Lago Titicaca, por ejemplo, que se ha vuelto una cuenca lechera y se producen queso, yogur, enseñamos a ordeñar. En Valles Seco, hay fruta, hay verdura. En las Cumbres, tenemos crianza de camélidos: llamas, alpacas y producción de papa en muchísimas variedades. Hay chuño, que son papas deshidratadas para poder guardar por largas temporadas”, enumeró.
Y siguió contando: “En los Yungas tenemos muchísima fruta y como son subtrópicos húmedos, tenemos chirimoya, tenemos gualuces, que son unas papas de yungas. Luego en la parte baja ya es al nivel de la Amazonía. Son selvas hermosísimas, tenemos mucha fruta, hay mucho manejo de bosque, hay pueblos indígenas, entonces es una diversidad”.
Pero esos viajes -que pueden ser a poco kilómetros de la ciudad capital o estar a más de 15 horas de traslado- no solo están diseñados para mejorar los ingresos de estas familias campesinas. También es prioridad del grupo Polinizar sostener aquellas producciones tradicionales que la contemporaneidad está poniendo en peligro.
Sobre este aspecto en particular detalló Katherine: “Es altísimo el riesgo de perder el patrimonio alimentario, las costumbres y los sistemas productivo, porque se está cambiando de la agricultura familiar -con rotación de cultivos a monocultivo de multinacionales- hay un riesgo muy elevado. También este año, los incendios forestales nos han dejado, más de 10 millones de mamíferos en fauna silvestre incinerados, particularmente en la región amazónica. Entonces cada año la situación está mucho más riesgosa”.
“Inclusive se está poniendo a la Amazonía a que el mundo haga algo para protegerla, porque ya los bolivianos no podemos. Y lo mismo está pasando en las zonas de Perú, Brasil, que son zonas amazónicas también estamos apelando a organismos internacionales para que nos ayuden a controlar el manejo y irresponsable del fuego”, agregó.
-En definitiva esto del turismo rural también es para contagiarle a los visitantes la preocupación por los espacios productivos ¿Notas a la gente de la ciudad insensible con estos temas?
–Si, he visto en todas las ciudades de los países de nuestro continente que hay mucha indiferencia y muy poca sensibilidad con respecto a estos problemas ambientales. En las ciudades se concentra el 70% de las poblaciones y de consumidores y no están tomando conciencia de que es la familia campesina la que los alimenta en diversidad. Mientras la multinacional solo te alimenta en dos o tres cosas que producen nada más. Entonces la gente lo tiene que saber. Para nosotros el agroturismo es un método para que la gente conozca, vea y no tenga miedo de ir al campo, de relacionarse con la gente que produce la comida. Así incentivamos a que esa cadena de precios sea más justa y entre todos veamos de proteger la naturaleza y el patrimonio alimentario.