La política proteccionista del presidente Donald Trump está generando problemas para los “farmers” estadounidenses y esta semana se registró un nuevo episodio al respecto.
El Departamento de Comercio de EE.UU. informó esta semana que impondrá derechos antidumping y compensatorios a las importaciones del herbicida 2,4-D procedentes de China e India. Próximamente se comunicará el monto del arancel integrado, aunque se descuenta que será lo suficientemente elevado para bloquear el ingreso del herbicida al mercado estadounidense.
Tanto la Asociación Nacional de Productores de Maíz (NCGA por sus siglas en inglés) como la Asociación de Productores de Soja (ASA) expresaron su profunda preocupación después de conocer la decisión oficial.
“El anuncio de estos aranceles finales a las importaciones es decepcionante para los productores de soja de todo el país que dependen de las importaciones de 2,4-D genérico en combinación con otros herbicidas para el control de malezas antes de la siembra, en particular en siembra directa, dijo Caleb Ragland, presidente de ASA y productor de soja de Kentucky, por medio de un comunicado.
Ragland explicó que los aranceles impuestos no podrían haber llegado en peor momento para los productores, ya que la incertidumbre comercial generada por la “guerra comercial”, sumado al aumento del costo de los agroinsumos, siguen complicando la gestión financiera de las empresas agrícolas.
“Estamos preocupados y alarmados por esta decisión”, declaró Kenneth Hartman Jr., productor de Illinois y presidente de NCGA. “Los productores de maíz no deberían verse obligados a depender exclusivamente de un solo proveedor nacional”.
A principios del pasado mes de abril Ragland y Hartman testificaron ante el Departamento de Comercio de EE.UU para explicar el impacto negativo que generaría restringir la importación de 2,4-D genérico.
En ese ámbito, señalaron las importaciones de 2,4-D no compiten en absoluto con el 2,4-D colina fabricado por Corteva, cuyo uso legal y contractual exige adquirir la soja Enlist de Corteva, que tiene una cuota de mercado del orden del 60% en EE.UU.
La decisión oficial genera preocupación en el agro estadounidense porque se teme que se genere una escasez de 2,4-D, además de un aumento considerable del precio del herbicida fabricado en EE.UU. por Corteva.
La administración de Trump señalo que toda pérdida de competitividad generada en el agro por la política proteccionista sería compensada por mayores subsidios, algo que, si bien en el corto plazo puede representar una solución, en el largo plazo constituye un problema.