En el sur de Corrientes, en el departamento de Curuzú Cuatiá, todavía quedan corrales con ovejas. Pero también queda, sobre todo, la sensación de que una actividad histórica se está apagando. Quien lo explica es Lucio Aspiazu, productor ganadero, ovino y bovino, exdiputado nacional y expresidente de la Asociación Argentina de Criadores de Corriedale, raza de ovinos.
“Estamos en el sur de la provincia, para los que no conocen, es un departamento netamente ganadero, es el segundo más grande de la provincia, tiene alrededor de 600.000 bovinos y en este momento alrededor de 250.000 ovinos. Anteriormente era el departamento de la República Argentina que más ovinos tenía: llegamos a tener un millón de ovinos”, nos dice a los Bichos de Campo.
Ese número hoy suena lejano. Aspiazu lo ubica en una crisis que fue acumulándose con los años. “Fue una consecuencia en el tiempo. Yo creo que esto, la crisis lanar que hubo con los mercados australianos, que bajó la lana, todo ese tiempo llevó a que la gente, tanto en Argentina como en Uruguay, empezara a disminuir las majadas”, dice.
El problema fue económico, pero también productivo. “El producto empezó a valer muy poco, no cubría los costos, sobre todo en las cruzas finas. Pero también el vacuno empezó a ocupar su lugar”. Y ese corrimiento no fue casual: “Lamentablemente, las políticas muchas veces equivocadas en el tiempo fueron continuas”.
En ese contexto, emerge la Ley Ovina como una herramienta que, según Aspiazu, permitió sostener la actividad durante años. “La ley ovina fue creada en el 2002. Justo dio la casualidad que en el 2012 yo estaba cumpliendo mi función de diputado y había que renovarla. Había una decisión política de la Presidenta en ese momento, Cristina Kirchner, y la trabajamos. Hubo un representante del oficialismo y yo trabajé en toda la oposición, en toda la gama de los otros partidos, para tratar de renovarla y también actualizando un poco los montos”.
Para él, fue un ejemplo de consenso poco frecuente, “porque era una de las maneras de sostener la actividad”. Según recuerda Lucio: “Vos tenías créditos, con tasas acordadas en cada provincia, que manejaban los productores. Esos créditos vos tenías que devolverlos, y hoy en día se están devolviendo todavía. Ya ha funcionado”.
Ese esquema, según remarca, hoy ya no existe. “Ahora, con este nuevo gobierno, los fondos fiduciarios fueron dados de baja y la ley ovina dejó de funcionar”.
Mirá la entrevista completa con Lucio Aspiazu:
Aspiazu explica por qué aquello fue clave para muchos productores. “Nos sirvió de mucho.. Yo tengo cabaña y nos ayudó en cierta forma para mejoramiento genético, para inversiones de ese tipo, y también para el mejoramiento de los alambrados, las aguas, y toda la infraestructura”. Y remata: “Son cosas a las que quizá, por su cuenta, nadie hubiese podido acceder”.
Si bien reconoce un repunte de la carne ovina, advierte que hoy el problema es otro, y es mucho más grave. “Ahora se nos está viniendo la noche acá en la provincia de Corrientes, y en Entre Ríos también. Está por desaparecer el stock ovino porque tenemos los famosos jabalíes”.
Según cuenta Aspiazu (y otros ovejeros de la zona), los chanchos salvajes son una plaga irrefrenable, que crece sin control y hace estragos con los corderos chiquitos, las ovejas y los carneros, y ya hay registros de ataques a terneros bovinos.
Lucio describe el origen del problema y su escala. “Hace alrededor de 20, 25 años hubo una introducción como coto de caza, se escaparon y se cruzaron con el porcino doméstico. Se hizo un animal demasiado grande y se están comiendo todos los corderos y están comiendo los adultos también. Ovejas grandes”. Y agrega: “Ya hay algunos establecimientos que tienen faltantes de terneros recién nacidos”.
La multiplicación del animal agrava el escenario. “Tienen dos sacas al año y no baja de ocho crías por cada saca. Se multiplica el problema y eso hace que retroceda el ovino”.
Aspiazu introduce además un concepto clave para entender lo que está en juego en estos campos. “Esta parte, tanto del norte de Entre Ríos como gran parte de Corrientes, era el único herbicida biológico que teníamos: la oveja”. Y explica por qué: “Mantenía que no venga el monte nuevamente, había pasturas naturales, convivía con el bovino. Hoy se nos está ensuciando todo”.
Las consecuencias económicas no tardan en aparecer. “Ahora hay que usar herbicidas químicos. Y van a bajar las cargas también, porque al no penetrar la luz no va a haber pastos naturales”. Y advierte: “Si no tomamos en serio esto, la ganadería bovina se está empezando a comprometer en serio”.
Cuando se le pregunta por el rol del Estado, es categórico. “No hay una respuesta tanto del gobierno provincial como del gobierno nacional. Ya hemos hablado”.
El impacto es directo sobre quienes produjeron durante décadas. “Te da una impotencia total. Yo tengo 40 años de cabañero, tengo inversiones genéticas, inseminaciones. Decir: todo mi sacrificio de 40 años se está tirando a la borda”. Y lo explica en términos simples: “Si a mí me comen todos los corderos, yo no tengo reposición. Tres años seguidos que ocurra esto, yo me quedo sin oveja por dentición”.
La salida, en muchos casos, ya está en marcha. “Estamos saliendo de la actividad. Ya están saliendo. El problema está, todos lo reconocemos, pero nadie hace nada. El día que quieran reaccionar va a ser tarde”, advierte.




