Cuando un conflicto se hace eco en los grandes centros urbanos, tiene más chance de ingresar en la agenda pública y ser discutido. Algo así fue lo que sucedió con la cuestión de las aplicaciones de fitosanitarios y la producción agrícola en las áreas periurbanas, que desde hace un tiempo está en boca de todos. Lo cierto es que esta discusión no es nueva y hay quienes vienen trabajando alrededor de ella desde hace casi una década.
De este gran anticipación dio cuenta Juan Pablo Ioele, ingeniero agrónomo y Jefe de la Agencia de Experimentación Rural del INTA Corral de Bustos, en el departamento de Marcos Juárez, provincia de Córdoba. Desde 2012, Ioele y otros extensionistas vienen investigando sobre formas alternativas de producción en los periurbanos donde el conflicto por el uso de agroquímicos se ha ido generalizando.
“Tuvimos zonas muy complicadas, con mucha presión social sobre la actividad agropecuaria. Desde la extensión absorbimos esa demanda y comenzamos a trabajar para dar soluciones”, contó esta experiencia el ingeniero a Bichos de Campo.
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El primer paso para tratar de dar respuesta fue armar un módulo de experimentación que fuera lo más parecido posible al modelo del productor de la región, teniendo como objetivo que se pudiera seguir comercializando esa producción con facilidad. Para eso los técnicos del INTA comenzaron a implementar rotaciones de cultivos que fueran comunes en la zona sur de Córdoba, que es de gran aptitud agrícola. Claro que tenían que prescindir en un 100% del uso de agroquímicos.
Ioele explicó que “nos encontramos con un problema. Los agroquímicos nos vinieron a solucionar muchas cuestiones del manejo que cuando no las tenés, te das cuenta de lo importantes que son. Así que en principio tuvimos problemas muy fuertes con algunas de las rotaciones que habíamos implementado. Ahí fue que empezó la idea de armar cultivos de servicio, que en realidad son los que te permiten hacer otro cultivo” para tener cubierta la superficie del lote todo el año y prescindir de algunas aplicaciones sobre el barbecho químico.
En ese momento, los cultivos de servicio o de cobertura no tenían la popularidad con la que hoy cuentan, y por eso fue una idea más que innovadora. ¿Cuál es esa idea? Hacer un cultivo que tiene menos renta o ni siquiera la tiene, pero que presta un servicio ecosistémico a la hora de preparar el ambiente a los fines de lograr el cultivo que sí se intenta conseguir. Por ejemplo, la vicia aporta Nitrógeno a los suelos que luego van a sembrarse con una soja o maíz.
“Uno de los que hicimos desde el principio fue la alfalfa. El productor de la zona está acostumbrado a manejar herramientas con la alfalfa y no agroquímicos, con lo cual fue mucho más sencillo. Encima el rollo hoy tiene precio. Pasó a ser una muy buena alternativa”, afirmó el agrónomo.
-¿La alfalfa no requiere de ningún tipo de aplicación?- le preguntamos.
-Obviamente que sí, si vos querés hacerla con todo. Vos siempre que estás trabajando en un lugar impedido de pulverizaciones, sabés que tu margen productivo será un poco diferente y estará dañado en algún punto. No tenés limitantes productiva sino sociales, con lo cual es lo mismo. Tenés que adaptarlas como limitante del sistema. Y no vas a tener un cultivo perfecto, pero si uno rentable.
En esos ensayos del INTA de Córdoba luego probaron ajustar este modelo a la agricultura más extensiva, y trabajaron con la vicia como rotación del maíz. El resultado fue exitoso. “La vicia cubre el suelo para que no llegue luz, aporta nitrógeno y materia orgánica. Nos ahorra herbicida y fertilizantes”, afirmó Ioele.
–A partir de toda esta experiencia, ¿han tenido casos exitosos?
-Sí. El más emblemático es el de Corral de Bustos. Allí lo que hicimos fue identificar cuáles eran los productores del periurbano, los hicimos trabajar en equipo junto al grupo de Cambio Rural y un asesor fitosanitario, que es el que regula en comunión con la municipalidad qué se aplica, cómo se aplica y cuándo se aplica. Hoy existe un registro para que el pueblo se meta y vea como se trabaja. Hay soluciones, lo que tiene que haber es ganas de trabajar entre todos.
-¿Crees que ese modelo se puede replicar en todos los pueblos si hubiera vocación de hacerlo?
-Exactamente. Tiene que haber vocación, dialogo e intereses puestos en esto. Porque hoy el periurbano es un lugar de muchísima visibilidad y muchas veces es usado como una herramienta política, para trabajar en contra o a favor de lo que se está haciendo. Hay que trabajar con todos los actores. Nosotros tenemos actores de la política, de la medicina, de los colegios, no solamente de la parte productiva, sino también de la parte urbana para que todos en comunión encontremos la vuelta.