La brecha digital es una problemática a la que se busca hacer frente con mayor acceso a las tecnologías, para disminuir el oscurantismo digital. En Argentina funciona una incitativa que busca justamente reducir esa brecha. Tiene como nombre Nanum, Mujeres conectadas. Es un proyecto para llevar conectividad a las provincias del Gran Chaco, con el apoyo financiero de importantes empresas como la agroexportadora Cargill bajo la coordinación de la Fundación Gran Chaco.
Namun, además de intentar reducir el aislamiento que padecen estas comunidades, particularmente las mujeres indígenas y rurales de Salta, Chaco, Formosa, Jujuy y Santiago del Estero, se distingue por promover el papel de éstas como generadoras de ingresos para sus comunidades. Considera el programa que una mayor conectividad en el medio rural, aporta mayor organización en el ámbito productivo, lo que se traduce en aumento de ingresos.
El alcance del proyecto sobresale los límites de Argentina (es un proyecto trinacional) y se extiende a países como Bolivia y Paraguay. Funciona mediante una “tecnología punto a punto”, por torres de conectividad encargadas de transmitir la señal entre los centros Nanum, según describe a Bichos de Campo Ornela Barbieri representante de la Fundación Gran Chaco.
Nos encontramos con Ornela y con Julián Ferrer, que trabaja en el área de relaciones institucionales de Cargill y es un entusiasta defensor de esta iniciativa, durante el último congreso de Aapresid en Rosario. Mirá la nota completa aquí
La presencia de la empresa Cargill en la iniciativa Nanum-Mujeres conectadas, despierta la curiosidad, más cuando se especula que en su radio de acción -especialmente las zonas productivas de la región pampeana- el acceso a la conectividad no constituye un problema. Pero Ferrer, representante del área de responsabilidad social en esa agroexportadora, explica que “desde la Fundación de Cargill trabajamos en distintos proyectos comunitarios en las zonas donde Cargill opera. En Argentina son más de 60 comunidades. Pero también invertimos en un proyecto dentro de una zona donde no operamos, porque dentro de la empresa se está trabajando fuerte la cultura de la diversidad, equidad e inclusión. Buscamos proyectos con este perfil y nos encontramos con Nanum y la Fundación Gran Chaco que están haciendo un gran trabajo en el territorio”.
¿Y cuál es el aporte de los privados? “Era necesario aportar en infraestructura para que los centros Nanum puedan seguir desarrollándose”, apunta Julián.
Gracias a ese despliegue, actualmente suman 28 los centros de conectividad remota y desde la Fundación Gran Chaco se mide como un saldo positivo. Estos puntos de encuentro de las mujeres rurales, devenidos en centros comunitarios, han podido acercar derechos como el acceso a la educación, a los beneficios de políticas sociales y el principio básico de estar debidamente registradas, a mujeres indígenas y rurales. Además la conexión a internet ha permitido visibilizar las principales líneas productivas que desarrollan. En el caso de las originarias, sus artesanías, mientras que “las mujeres caprinas” muestran su desempeño en la ganadería menor.
Según Barbieri, los avances de la iniciativa Nanum son tangibles a través de, lo que desde la fundación llaman, “apropiación estratégica de las TICS (un conjunto de herramientas y soluciones tecnológicas)”, donde los miembros de la comunidad adoptan los elementos más funcionales de la tecnología para impulsar “sus procesos productivos”. En pandemia esa estrategia supo salvar las ventas ante la falta de turismo.
Desde CargilL, Ferrer también mide positivamente los impactos de esta iniciativa y celebra porque va más allá de lo económico. “Con la conectividad a internet estas personas de la comunidad que muchas veces están aisladas o semiaisladas, pueden conectarse con una red, con otros centros Nanum”. En definitiva se trata de colaborar para lograr que el Gran Chaco parezca más un territorio que un lugar perdido.
Pero Nanum pretende seguir en avance y no desestima ningún tipo de colaboración. Actualmente es cofinanciada por el Laboratorio de Innovación del Grupo BID–BID Lab y las acciones para seguir impulsando el proyecto son ejecutadas por la Fundación Avina en coordinación con Fundación Gran Chaco de Argentina, mientras que en Bolivia y Paraguay se ocupan las fundaciones homólogas a esta última.