Hay quienes sostienen que hay una brecha muy marcada entre lo rural y lo urbano, y en efecto se ven múltiples problemas en torno a la posibilidad de producir en los llamados periurbanos, esa periferia de muchas ciudades que ha comenzado a ser cuestionada por el uso de agroquímicos en la producción.
Sin embargo, para Mariano Winograd, agrónomo y horticultor, “la idea de que hay una grieta es falsa” y por eso él habla de ‘rurbanidad’, un neologismo al que apela con la idea de mostrar que hay una gran posibilidad de construir consensos entre ambos universos, campo y ciudad.
“Hay un punto donde lo rural y lo urbano se encuentran, no hay conflicto pero sí más exigencias desde la ciudad”, dijo Winograd en diálogo con Bichos de Campo.
Mirá la entrevista a Mariano Winograd:
Winograd reconoció que puede ser que la ruralidad siempre lleve las de perder, pero también declaró que encuentra nuevas formas de ser y de producir. “De repente aparece la hidroponía, la posibilidad de hacer agricultura en el techo de un galpón, los chicos que hacían cannabis en el ropero y que sabían hacer agricultura con luz artificial. Todo ese conocimiento da la posibilidad de hacer fotosíntesis en todos lados. Es un momento muy interesante porque aparece la revancha de poder crear productividad y ganar terreno dentro de las ciudades”, remarcó.
Por otro lado, el consultor frutihortícola mencionó el debate al que invitan personas como Juan Grabois y grupos agroecológicos diversos que consideran que en derredor de la ciudad lo único que puede haber es una agricultura basada en el soslayo de los insumos químicos. Por supuesto, el no está de acuerdo. Cree que se pueden hacer cosas interesantes sin renegar de las nuevas tecnologías.
“Lo que viene es una agricultura con más conocimiento, respetuosa del ambiente, más inteligente, más productiva y que usará de modo más eficiente sus recursos: menos agua para más cosecha, menos espacio para más cosecha y menos despilfarro de insumos energéticos, financieros y laborales para más productividad”, explicó.
En su visión de futuro a no muy largo plazo, Winograd consideró que “la gente irá a vivir a espacios menos agredidos ambientalmente y lejanos de las grandes ciudades, y la agricultura vendrá a espacios más próximos a la ciudad con agricultura sin suelo, con hidroponía, con fruticultura en macetas, con agricultura en los techos y sótanos”.
Durante la charla Winograd recordó cuando él mismo llegó al delta a los 12 años y tuvo un primer contacto con la que luego sería su profesión. “Vi pasar una canoa con canastos de mimbre y frutas, y descubrí que muchos de los que viajaban allí eran productores, la mayoría inmigrantes europeos. Creo que ahí es cuando decidí ser fruticultor. Pero es lógico que hubo cambios desde mi infancia a la adultez. La ciudad creció en algunos lados, y lugares como Nordelta que antes era un pajonal, terminó convirtiéndose casi en una ciudad”, relató.
“Yo soy optimista y creo que la Argentina se caracterizó por encontrar soluciones en los momentos problemáticos de la humanidad. El año 1789 fue un momento problemático, Napoleón invadía Europa y acá proclamamos la libertad e hicimos la Revolución de Mayo. En 1850 había pestes y acá en 1853 hicimos la Constitución y establecimos que todo hombre de buena voluntad que quisiera venir a vivir en el territorio era bienvenido”, resaltó, desbordando optimismo.
“Todo aquello me hace ver hoy al coronavirus en modo tragedia, pero no tanto por la existencia de una enfermedad puesto que hemos convivido desde siempre con bacterias y virus, sino por la actitud negativa del ser humano a creer que coartando la libertad vamos a resolver un problema de la humanidad. Por el contrario, la humanidad va a resolver sus problemas con más libertad, con más creatividad, con más innovación y con menos miedo”, concluyó.