No se puede dejar de admitir que el nuevo ministro de Agricultura, Julián Domínguez, es un hombre de fe. Tanta fe se tiene que ante las primeras quejas de las entidades rurales por la tibia posición que llevará el gobierno argentino a la reunión de la COP26, convocó a la cadena agrícola a suscribir un documento o “declaración conjunta” para ratificar que la Argentina es un país “líder mundial en producción agrobioindustrial sostenible”. }
Con esta proclama de tres páginas, que fue dada a conocer este martes por la mañana, Domínguez espera poder torcer el sentido acusatorio de cientos de miles de dedos que -apoyados en estudios científicos de la comunidad internacional- acusan a la ganadería y la deforestación como parte del problema del calentamiento global. Sucede que hay organismos internacionales como la FAO o el Panel Internacional de Científicos sobre Cambio Climático que lo dicen. Y aquí, también el Gabinete especial sobre Cambio Climático del Estados Argentino parece compartir esa postura.
En este marco claramente adverso, a pocos días de la reunión cumbre de Glasgow, en Escocia, el ministro de Agricultura y gran parte de la cadena, incluyendo a las organizaciones díscolas de la Mesa de Enlace, han dado a luz este documento que, más que admitir las culpas propias que lo cupieran, presentan a la agricultura argentina como parte de la solución al severo problema de las emisiones de gases del efecto invernadero.
Esta es una posición alimentada por algunos estudios científicos antagónicos a la idea generalizada de que la ganadería es una de las principales fuentes del calentamiento por vía de las emisiones de metano los bovinos y otros animales. Y que esgrimen la idea de que las pasturas actúan como “capturadoras” de carbono, de modo tal que neutralizan aquellas emisiones y hasta permiten mostrar un balance favorable. Claro, eso si las cuentas estuviesen bien hechas. Pero esta posición, vale decirlo, ofrece por ahora muy pocas pruebas.
Por eso resulta un verdadero acto de fe considerar que esta Declaración podría torcer el curso de los acontecimientos, al menos en el corto plazo y de cara a la COP26.
El documento fue rubricado por el Ministerio de Agricultura, el Consejo Federal Agropecuario (el CFA agrupa a las áreas productivas de todas las provincia)s; el Consejo Agroindustrial Argentino (el CAA es un conglomerado de más de 60 entidades de las cadenas productivas); y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). También por las cuatro organizaciones gremiales de los productores, nucleadas en la Mesa de Enlace.
Esto es lo que dice la Declaración:
Argentina líder mundial en producción agroindustrial sostenible
“Nuestra ganadería extensiva es altamente segura en términos sanitarios, eficiente en materia de bienestar animal y en términos ambientales. Existe evidencia científica que demuestra que la captura y secuestro de carbono de nuestro sistema productivo de naturaleza extensivo-pastoril, compensa largamente las emisiones”, remarca el documento, que por supuesto no expone los datos crudos que puedan validar esa posición frente a decenas de páginas de informas científicos de todo el mundo que sostienen lo contrario.
Este manifiesto, sin embargo, se apoya en la tarea de “diferentes organismos internacionales especializados en la materia” que han considerado que “lejos de ser el problema, la agro-bio-industria es parte de la solución a los desafíos de sostenibilidad que nos presenta hoy la agenda internacional”.
“La Argentina es un actor profundamente comprometido en la lucha contra el Cambio Climático, siendo una parte activa de la Agenda 2030 así como del Acuerdo de París”, afirman las organizacioens de la cadena agropecuaria local, que destacan el compromiso asumido por el país en diciembre de 2020 para realizar una Segunda Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) que reduciría un 26% el límite de las emisiones de GEI al 2030, en relación a la Comunicación de 2016, y establece el objetivo de ser un país neutral de carbono en 2050.
La proclama agropecuaria argentina (al ministro Domínguez le gustó incorporar le palabra “bio” en el medio, en otro acto de fe, quizás pensando que esa denominación más amplia quedará en la historia y será asumida por todos) afirma que el sector forma parte de este compromiso y podrá “producir alimentos de forma sostenible, respetando el equilibrio entre los tres pilares (económico, social y ambiental)”; y de trabajar con las cadenas de valor para aportar soluciones que propicien la mitigación de emisiones de GEI y la carbono neutralidad”.
Pero a la vez el documento reconoce que hay pocas mediciones realizadas en el sentido de demostrar que lo que dice el mundo sobre la ganadería no es tan cierto. Por eso afirma que “el sistema científico-tecnológico público y privado de la Argentina (junto con la región) debe seguir demostrando de forma consistente que ofrece soluciones eficientes (adaptadas localmente) a los desafíos que presenta la sostenibilidad y los escenarios de vulnerabilidad productiva frente al flagelo del cambio climático, las cuales han sido adoptadas por el sector productivo”.
Para los firmantes de esta proclama, cuando se hagan bien las cuentas quedará demostrado que “Argentina es un país acreedor en términos ambientales”.
“Existen países que tienen una responsabilidad histórica y actual por la degradación ambiental y, por ende, son esos los que deben liderar el proceso de mitigación, así como proveer los medios económicos para que otros se adapten. Según el último inventario global del Banco Mundial (2018), casi el 60% de los gases de efecto invernadero son emitidos por tan sólo 5 países, mientras que Argentina sólo emitió el 0,7% del total”, se enfatizó.
Allá vamos. ¡A triunfar!