Ivestigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) obtuvieron un pellet de compost, es decir un biofertilizante con el compostaje de residuos orgánicos, que podría ser utilizado con el fin de mejorar el suelo de los campos deportivos. Por ahora este refuerzo funcionó bien en la cancha auxiliar del club San Lorenzo de Almagro, donde se hicieron algunos ensayos.
El investigador Luciano Orden, del INTA de la localidalidad bonaerense de Hilario Ascasubi, trabajó en el desarrollo de una máquina removedora de compost y de sensores que permiten producir enmiendas orgánicas a gran escala y el seguimiento del proceso a campo a través del envío de datos por telemetría.
Con esas herramientas logró optimizar la gestión del compostaje de diferentes residuos orgánicos y habilitó la gestación de otra innovación, junto con Javier Ferrari, investigador del INTA Bariloche. Ahora pudieron hacer pellet del compost.
“Aún en fase de estudio, el pellet de compost tiene algunas ventajas sobre el compost tamizado que sale directamente del campo”, destacó Orden. ¿Cuáles son esas ventajas? Según el investigador se aplica con las máquinas convencionales de fertilización, se incorpora mucha más cantidad de material orgánico por metro cuadrado ya que tiene menos humedad, se distribuye mejor, puede acopiarse y hasta es más eficiente de transportar en términos de logística.
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Gracias a la articulación con el equipo de mantenimiento del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, los investigadores pudieron probar este biofertilizante como principal componente de una estrategia de fertilización biológica, que da respuesta a una necesidad escasamente resuelta en el rubro de los campos deportivos en la actualidad.
“La producción de césped tiene un ritmo mucho más intensivo que las actividades agropecuarias tradicionales, quizás el más intensivo del planeta”, apuntó Daniel Sposito, ingeniero en producción agropecuaria y asesor en campos deportivos. Un césped de golf, por ejemplo, se corta –es decir, se cosecha– prácticamente todos los días de la semana, mientras que el de un campo de fútbol se cosecha entre dos y tres veces a la semana.
Sumado a esta demanda, el tránsito arduo de un partido exige que el césped tenga una capacidad rápida de rebrote y reparación de todos los daños. “Para lograr una alta velocidad de regeneración, se utilizan estrategias básicas como resiembras casi permanentes, la gestión eficiente del agua y la aplicación de un esquema de fertilización, rico en fósforo y en potasio para fortalecer los tejidos vegetales”, explicó Sposito.
De acuerdo con Sposito, “el compost contribuye a los requerimientos de fertilización física, porque mejora la estructura del suelo, y biológica, debido a que la existencia de materia orgánica garantiza la posibilidad de que haya capacidad de intercambio catiónico, es decir, la disponibilidad de ‘platos de comida’ para que las plantas los tomen y se desarrollen”.
Sposito, quien ya había probado la incorporación enmiendas orgánicas con buenos resultados, destacó la versatilidad de la tecnología del INTA por su facilidad de aplicación. “El tamaño del pellet es muy bueno y la posibilidad de que se distribuya con maquinarias convencionales, que suelen estar disponibles en los clubes, hace que sea fácil de lograr”, amplió Sposito.
Actualmente, la fertilización biológica con compost se realiza en el momento de recomposición de las canchas, cuando, en condiciones de deterioro, se debe hacer una roturación profunda del terreno y luego se vuelve a nivelar.
“El compost del INTA presentaba una excelente calidad, porque era limpio, suave, de buen olor, con buena humedad, no estaba mezclado con tierra y tampoco tenía malezas”, destacó Sposito, al tiempo que añadió: “Se pudo aplicar sobre el césped sin la necesidad de roturar el terreno y, con una aireadora o con la misma lluvia, se va incorporando en el suelo”.