Andy Storey es cuarta generación de productores agropecuarios en Argentina y, si bien desde siempre a él y a su familia les interesaba cuidar el ambiente, nunca habían alineado este cuidado de forma directa ni a la agricultura ni a la ganadería que realizaban. En su campo ubicado en Gualguaychú, Entre Ríos, producen Angus y Hereford y el trío soja trigo maíz desde hace décadas.
Sin embargo, un día empezaron a pensar distinto (impulsados por una hermana ingeniera ambiental) y luego de investigar bastante cómo hacer para unir producción y conservación, se sumaron a la Alianza del Pastizal (hace ya 7 años), por considerar que era la mejor manera de regenerar suelos, que es el sustento de la vida agropecuaria.
“Argentina es un país donde hace rato dejamos de ser productores agropecuarios para ser una especie de `mineros´, realizando una producción extractivista con la lógica de quitarle al suelo y no darle nada, empobreciendo así el perfil, la flora y la fauna de todo nuestro sistema ganadero”, explica Andy.
“Esto es algo muy grave, como pegarse un tiro en los pies, porque queremos vivir de algo que pronto no va a existir más. Nosotros creemos que debemos ser más precavidos y cuidadosos con el ambiente y no dejar de ser productivamente viables, por eso decidimos empezar a producir de forma agro-responsable”, añade.
La Alianza del Pastizal es una comunidad con una mirada holística de productores, conservacionistas y científicos que tiene el objetivo de generar normativas, estudios científicos, protocolos y beneficios diferenciales para la producción en pastizales conservando o regenerándolos donde sea necesario.
Según Federico Schäfer, coordinador de la Alianza, los pastizales de nuestra región son uno de los ecosistemas más amenazados del planeta. Además, puntualmente en el bioma pampa de América del Sur, el patrimonio de biodiversidad nativa y la cultura asociada al pastizal se encuentran jaqueados por la expansión productiva no planificada (agricultura, ganadería y forestaciones), el crecimiento urbano, obras hídricas y la invasión de especies exóticas de plantas y animales.
“Dentro de las actividades productivas la más amigable con el ambiente es la ganadería y en esto tiene experiencia la Alianza”, describe. “Pero no todas las formas de hacer ganadería son amigables con la naturaleza: lamentablemente en Argentina muchos establecimientos trabajan con baja eficiencia y sin visión de negocio, basándose en el pastoreo continuo, dependientes de insumos y con terminación intensiva a corral, ambas formas de producir degradantes del ambiente y la cultura”.
“Desde Alianza del Pastizal promovemos producir más pero mejor”, explica Schäfer. “Esa mayor eficiencia basada en tecnologías de procesos, gestión de empresa y menores costos permite una carga animal mayor de animales sobre un mismo recurso, una mayor heterogeneidad que invita a la biodiversidad asociada y alimentos más sanos”.
Volviendo al derrotero en busca de la mejor forma de producir, Andy cuenta que al principio se acercó a lo orgánico pero rápidamente comprendió que no era lo que buscaba, ya que si bien es una buena opción como alimento, no siempre su producción es respetuosa del ambiente aunque no se usen agroquímicos.
“Por ejemplo, si hago una hectárea de zapallitos orgánicos en el Amazonas esto implica que desmonté una hectárea de bosque, por lo tanto el zapallito será muy bueno para el consumidor pero un desastre para el ambiente”, grafica este productor que hace siete años dejó de hacer ganadería extensiva para pasar a trabajar con parcelas donde el ganado va a comer durante un día o dos de manera intensiva (según el volumen de pasto) y que luego descansa 45 días.
“La clave es que coman todo y no sean selectivos para que el pasto se desarrolle en equilibrio; al final del ciclo del animal, si es necesario, damos un suplemento pequeño de grano y a veces de pasturas implantadas (no naturales) si llega a faltar pasto”.
El campo de Andy tiene 1.000 hectáreas y cuando arrancaron en la Alianza empezaron con un área chica que rápidamente se fue agrandando debido a los buenos resultados económicos obtenidos (hoy el campo es 50 y 50%) y ya está pensando en dar de baja la agricultura para sumar ganadería.
“Cuando hacíamos extensivo, en la zona que teníamos 250 animales hoy tenemos 500; antes ganábamos 320 gramos por animal por día y ahora casi medio kilo”, resume Andy.
“No fue de un día para el otro, lo vimos en el tiempo, pero si a eso le sumamos el ahorro de insumos es ganancia por todos lados. Y en cuanto a lo ambiental el cambio es notorio: antes tenían 400 especies de aves y ahora han vuelto a las 800 ´de antes antes´, lo cual demuestra que además de ser rentable es una ganadería colaborativa con la naturaleza y regeneradora”.
Hola no soy del campo pero los felicito de corazón veo conciencia razonamiento y no avaricia x eso me dió ganas de comentar se ve más aves de todas clases en lo urbano que en el campo y ni hablar de arroyos ríos o lagunas no tienen peces y la tierra inútil llevar para un jardín es polvo inútil quema lo que sea que le agregue que bueno que haya personas que se dieron cuenta del.daño que se hace a nuestra tierra gracias por estar