Los problemas de competitividad de los frigoríficos exportadores argentinos ya derivaron en algunos casos en despidos, lo que implica que algunas empresas tomaron la decisión más difícil al recortar salarios con el propósito de reducir costos dolarizados que crecen de manera desmedida a causa del “retraso” cambiario.
“La industria está sangrando y un problema sistémico de la Argentina; de hecho, en Brasil se está registrando un récord de exportaciones de carne vacuna con una performance muy destacada para todas las proteínas cárnicas”, explicó Fausto Brighenti, empresario ganadero que está en los dos lados del mostrador, porque además integra una empresa uruguaya de trading especializada en exportar carne vacuna y huesos a China desde Argentina, Uruguay y Brasil.
El problema del sector cárnico es que, a diferencia de la agricultura que todos los años “baraja de nuevo”, los efectos nocivos de las políticas desacertadas se experimentan con años de retraso y, por lo tanto, los beneficios de las medidas adecuadas se recogen luego de varios años. En un país acostumbrado a políticas cortoplacistas, eso representa un obstáculo enorme.
La pobre matriz comercial argentina es producto de las múltiples intervenciones que experimentó el país durante los gobiernos kirchneristas, dado que es muy difícil desarrollar canales en mercados de alto valor agregado sin la posibilidad de poder cumplir con compromisos de entrega por restricciones de orden político.
“Uruguay y Brasil tienen mercados mucho más diversificados que la Argentina, que tiene un nivel de dependencia elevado de China, ya que representó el 65% de los envíos físicos realizados en el primer trimestre del año”, comentó Brighenti.
La falta de una oferta suficiente de novillos pesados en la Argentina también es producto del descalabro heredado, dado que la falta de incentivos no contribuye a incrementar ni la producción de animales ni tampoco mayores eficiencias de engorde.
“Van a ser años complicados para la exportación porque para exportar a mercados con mayor agregado se requiere ser muy eficiente y tener una política clara en ese sentido”, exclamó el empresario, quien además integra la Comisión de Fomento de Exportaciones del Ipcva.
El empresario asegura que la Argentina tiene la genética, el conocimiento y la infraestructura disponible para agrandar la “torta” del negocio exportador, pero para eso se requieren políticas adecuadas, la primera de las cuales, obviamente, es desterrar los derechos de exportación.
“Argentina, en un par de años podría abastecer con cortes de calidad lo que dejará de enviar EE.UU. a China, porque son muy pocos los países –con Australia a la cabeza– que puede cubrir ese bache”, comentó.
Brighenti remarca que a medida que el tipo de cambio se aprecie, los problemas de competitividad de la industria cárnica exportadora argentina se potenciarán. “La pregunta por responder es hasta cuándo podrán aguantar los frigoríficos estar trabajando a pérdida”, alertó.
Si bien es comprensible que el proceso de estabilización macroeconómica genere disrupciones, para sectores que dependen de ciclos biológicos tan extensos Brighenti dijo que el gobierno debería contemplar acciones orientadas a atravesar la transición de la manera menos traumática posible. “Tenemos que entender que el negocio ganadero no es sostenible con frigoríficos exportadores fundiéndose por costos en dólares que no se corresponden con los ingresos”, apuntó.
La cuestión es que el actual panorama se presenta con precios internacionales en alza para la carne vacuna, porque si ese no fuera el caso la situación sería dramática en términos empresarios y sociales.
“Así como hizo en su momento Brasil, que hoy es una potencia ganadera, la Argentina en algún momento debe comenzar con una política diseñada para convertirse en un gran exportador de productos cárnicos con una matriz comercial robusta y diversificada”, aseveró.
“Al respecto, Argentina tiene que seguir abriendo mercados; la habilitación del protocolo de menudencias por parte de China sería de gran ayuda en la actual coyuntura”, añadió.
El empresario, más allá de la situación actual, es optimista con relación al futuro del sector, especialmente si se logra introducir la identificación individual para poder acceder a mercados ultra exigentes como el japonés.
“Si no se sigue apreciando el tipo de cambio, podemos decir que lo peor quizás ya pasó, porque de ahora en más tendríamos que ver más oferta de hacienda en el mercado argentino. De todas maneras, como dice Leopoldo Marechal, del laberinto se sale por arriba, es decir, agregando valor a la cadena, generando más negocios y oportunidades, para lo cual se requiere una política específica”, resumió.