Todavía falta mucho para que arranque la nueva siembra de granos gruesos, es decir de la soja y el maíz, pero luego del baldazo de agua fría que significó la plaga de la chicharrita en la campaña 2023/24 (que recién se está terminando de cosechar) ya comenzaron las mediciones respecto de qué se supone qué pasará en este ciclo con el cultivo objetivo de esa plaga.
El maíz es clave no tanto por la generación de divisas, como sucede con la soja, sino por su aporte a la alimentación de vacas de carne, de leche, cerdos y pollos. El cereal es clave su alimentación.
Los técnicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) empezaron a preguntar la intención de siembra -de modo muy preliminar- en la denominada zona núcleo. En su informe semanal indicaron que en esa región de alta productividad agrícola “es factible que el maíz sufra un fuerte traspié en el próximo ciclo”.
“Las primeras encuestas de intención marcan una caída promedio de un 15%. Esta área la recuperaría la soja de primera. También los ingenieros coinciden en que la superficie de maíz tardío caerá casi por completo en la región”, escribieron en ese informe.
Todo lo contrario sucede con el trigo en esa misma zona del país. Allí semana tras semana se suman nuevos lotes para la siembra del cereal por el incentivo que genera la buena disponibilidad de agua en el suelo, la mejoría de los precios internacionales y locales, y la caída de los valores de insumos clave como los fertilizantes, entre los que se destaca la úrea.
Desde hace poco más de un mes la relación insumo-producto mejoró notablemente devolviendo rentabilidad al cultivo y renovando las intenciones de implantación de productores que necesitan recuperar sus finanzas tras el impacto del clima y la chicharrita en la cosecha de maíz y soja.
“Las dosis de fertilización con urea para el trigo 2024/25 están saltando a los 200 a 250 kg/ha. Muchos apuntan incluso a alcanzar 60 qq/ha. Con un 40% de siembra, empieza a verse un efecto cascada y de contagio, en la que se suman más hectáreas y más planes de punta en fertilización”, dijeron desde la Red Gea.
Luego agregaron que se espera una cosecha récord si es que el cultivo responde a las inversiones que se están haciendo en la reposición de nutrientes en el suelo.
“En la campaña 2021/22 el rinde triguero fue récord con 47,3 qq/ha. Los planes de fertilización en aquel año apuntaban a un rinde objetivo de 50 a 55 qq/ha. Y esto se repetiría este año, la región vuelve a plantear una gran apuesta con tecnología de punta, con el objetivo de superar los 50 qq/ha”.
Si este “efecto contagio” se repite en la zona sur del país la Argentina podría tener una muy buena cosecha del cereal. Algunos analistas estiman que la superficie superaría largamente los 6 millones de hectáreas y que la producción llegaría a las 20 millones de toneladas.