Eucalipto para la congestión nasal, romero para la inflamación, valeriana para la ansiedad. Estas y muchas otras plantas medicinales han sido utilizadas por el hombre a lo largo de la historia para tratar distintas afecciones. ¿Pero pueden servir, acaso, para curar también a otras plantas?
Eso es lo que se preguntó la microbióloga María de las Mercedes Oliva, que dentro del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (INBIAS), dependiente de la Universidad Nacional de Río Cuarto y del Conicet, estudia la aplicación de distintos extractos en el tratamiento de patógenos que afectan a los cultivos.
“Trabajamos con todo lo que son plantas medicinales. Buscamos sus propiedades biológicas para aplicarlas, principalmente, como antimicrobianos. Para eso lo primero que necesitamos es identificar al patógeno. Lo aislamos en el campo, tomamos hojas, raíces, dependiendo de dónde esté, lo separamos de la planta y lo hacemos crecer en una situación controlada. Luego tratamos de eliminarlo”, explicó la investigadora a Bichos de Campo.
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El objetivo del equipo que integra la cordobesa es reemplazar agroquímicos o plaguicidas de origen sintético por alternativas más naturales, ya sea a partir de extractos o aceites esenciales. Se trata de una lógica similar a la empleada en las primeras investigaciones que dieron paso a los bioinsumos en agricultura.
“Nuestros primeros estudios fueron basados en todo ese conocimiento popular del uso de plantas medicinales. ¿Quién no se toma un té de boldo cuando le duele la panza, o quién no usa una lavanda cuando está nervioso y se quiere calmar? Las plantas tienen propiedades y nosotros tomamos ese conocimiento y lo llevamos al laboratorio”, indicó Oliva.
“Hay muchas plantas aromáticas que no son atacadas por insectos. Esas plantas tienen aceites esenciales que son los que dan el aroma. En la bibliografía, el aceite le sirve a la planta para atraer al polinizador y repeler al patógeno. Dijimos, si repele, sirve como control. Ahí empezamos a estudiarlo como un antimicrobiano”, añadió a continuación.
Uno de los ensayos que se encuentran realizado en la actualidad apunta al tratamiento del tizón bacteriano de la soja, causada por la bacteria Pseudomonas savastanoi pv. glycinea, que afecta a las semillas. El trabajo consistió en aplicar aceites esenciales que, hasta ahora, arrojaron buenos resultados en su control.
A futuro, el equipo espera poder avanzar en otras alternativas para la eliminación de hongos fitopatógenos.
-¿Han tenido algún contacto con el sector privado?- le preguntamos.
-Todavía no hemos tenido un acercamiento pero nos encantaría. En el área somos muy nuevos en el tema extractos vegetales para el control de plagas. Hoy en día se utiliza más lo que son bioinsumos, pero el caminito que tenemos que hacer es el mismo. En lugar de usar una bacteria, usaríamos un extracto vegetal. Obviamente seguimos avanzando y mostrando nuestros resultados. El que quiera unirse, que se una. Estamos abiertos a convenios.