Luis Montefiore fue parido “dentro de un surco de ajos”, allá lejos y hace tiempo, 75 años atrás en la localidad de Médanos. Gracias a los Salesianos, a quienes siempre agradece, pudo estudiar y trabajar como dentista durante 47 años. Le iba bien y podría haber vivido cómodamente en la ciudad de Viedma, pero hace tiempo que decidió que el mejor lugar para criar a sus hijos y nietos es una chacra de 300 hectáreas ubicada en la zona bajo riego del valle inferior del Río Negro. “Es mucho mejor vivir en el campo que en una ciudad repleta de inconvenientes”, nos dice cuando lo entrevistamos.
El establecimiento familiar se llama “La Amalgama” y la broma es obvia: Luis le puso ese nombre para aludir al material que se usa en odontología para restaurar los dientes picados. Nada que ver. En química, la amalgama es “es la mezcla homogénea de dos o más metales”. Luis parece resistente como el hierro, pero afirma que su esposa Mabel está hecha del metal más duro del universo. De ella no logramos que pronuncie una palabra salvo para ofrecernos café o mate. Solo sonrisas.
Las que cuentan, más que orgullosas, la historia de La Amalgama son Jorgelina y Claudia, dos de las hijas del matrimonio. Relatan que el campo la familia lo adquirió en 1981 y que durante muchísimo tiempo se dedicaron todos ellos a la producción de leche, con fábrica de quesos incluida. Los quesos los vendían ellas mismas en la ciudad de Viedma y de tan buenos que eran todavía son muchos por aquí los que los añoran entre suspiros.
Los Montefiore llegaron a producir 5.000 litros de leche por día, pero tuvieron que cerrar el tambo cuando un avieso ex empleado les hizo un juicio de esos millonarios, con respaldo de Atilra. Es una herida que todavía duele: tuvieron que desprenderse de sus 200 vacas. La última vez que las ordeñaron fue el 25 de mayo de 2012.
“Es una competencia desleal la del Estado, que genera demanda de mano de obra en la ciudad de Viedma y la paga mejor de lo que podemos pagar acá, y además sin exigirles demasiado a cambio”, razona Luis. Como en todos los valles irrigados de Río Negro, en la zona del IDEVI también hay serias dificultades para conseguir gente que quiera vivir y trabajar en el campo. Por eso Montefiore y sus hijas se siguen subiendo todos los días al tractor.
¿Qué vuelta le dieron al negocio de la lechería? En La Amalgama ahora se hace ganadería de “ciclo cerrado”. Tienen 300 madres (sobre todo Angus coloradas), en una relación de una por hectárea, que con inseminación y repaso ofrecen una tasa de destete de entre 80 y 90%. Los Montefiore no compran ni venden terneros. Comercializan el gordo terminado, bien rellenito, a base de alfalfa y rollos de pasturas. El silo de maíz es menos frecuente.
“La alfalfa que se da en esta zona es espectacular si está bien cuidada”, asegura Jorgelina. Ellos mismos se ocupan de hacerlo, sin contratar mano de obra afuera, aunque mal no les vendría. Viven en el medio del campo, con el mejor de los decoros. Esforzados pero felices, rodeados de flores y sus fragancias.
Matías Longoni
Excelente nota. Digna de ser imitada. Felicitaciones a Matias Longoni.-
Excelente nota, gracias Matias. Estaos Re podridos de los juicios laborales que no permiten crecer ni emplear por miedo.