Doña Mena Salba tiene 74 años y hasta hace pocos meses andaba a caballo todavía. La escuchamos coplear en la “corpachada” que los ganaderos de Antofagasta de la Sierra, en Catamarca, realizaron en la reciente Feria de la Puna, para agradecer los frutos de la tierra. A ella le gustaría que la recuerden como “la primera coplera” que tuvo este encuentro ganadero. Desde la primera edición de 1983 que lo hace todos los años.
Lo que sigue a continuación, cuando la entrevistamos para Bichos de Campo, es una pintura desordenada pero muy representativa de lo que es aún hoy la vida de los campesinos en esas regiones argentinas, donde las llamas y las ovejas constituyen una producción de subsistencia para los pobladores locales.
Pese a que destila un sufrimiento cotidiano en sus palabras, Doña Mena expone siempre su deseo de que los jóvenes sigan con sus costumbres y tradiciones.
Mirá la entrevista:
“Yo siempre coplera y ganadera. De lo que he aprendido, lo que me ha enseñado mi madre de chiquita y así lo he tenido, muy mucho sufrimiento hasta ahora, que he podido criarme un poco más. A veces no comíamos porque no se tenía”, nos cuenta.
Y sigue, rememorando épocas antiguas: “Papá iba a los valles de Salta a traer el trigo, el maíz, la algarroba, qué sé yo, para comer… Verdura no conocíamos nosotros, nada. Nosotros solo sembrábamos nuestra habita, para que tenga como verdurita nuestra comida. Pelando maíz, pelando trigo en los morteros de antiguo, eso sabíamos comer nosotros”.
-¿Y la llama y la oveja son la carne que consumen?
–Sí, esa es la carne nuestra. Recién hace 20 años pude ir a comer y probar carne de vaca. Quizás la llama es más rica cuando está fresquita, igual que un corderito. Ya cuando tiene dos o tres años nuestra haciendita, nuestra ovejita, ya es media dura y hay que hacerle hervir bien.
-¿Usted siempre vivió criando su propia llama?
-Criando mi propia que llama, mi oveja, mi cabra sabe sacar leche, hacer queso, cuajadas, quesillo para vender. Para el mantenimiento de mí y de mis hermanos. Nosotros hemos sido 11, pero ya se perdió un hermanito y hemos quedado diez. Todo es grande, no hay ningún chico ya. Todos ya grandes.
Doña Mena pidió en la pista de la Feria, frente a todo el público que la observaba lanzar sus coplas al aire, que los jóvenes sigan con estas tradiciones, pese a que luzcan tan sufridas. “Que aprendan pa’ que se sepan lo que ha sido de antes. Y si no, si no ponen atención, nunca van a tener un cordero, nunca van a saber nada”, sentencia.
-¿Quiere que recuerden las costumbres, el esfuerzo y el trabajo?
-Y el trabajo, porque hay que sufrir en el frío, en las nieves, en el trayecto. Nosotros para tener agüita, llevar yo cargados barriles de cinco litros. Llevar para los puestos el agua, lejísimos. Más de cinco kilómetros ir a buscar el agua de hielito, cargarle al burrito. Y así amanece mamita. Ella no se conoce ni en la luz nada, que uno es un espíritu. Amanecer hilando para hacer una telita.