Voceros oficiales informaron que el presidente Alberto Fernández recibirá el miércoles en la Casa de Gobierno a los integrantes de la Mesa de Enlace. Sería la segunda reunión con el bloque agropecuario desde que asumió. En la primera, ni bien se estrenó en su cargo en diciembre de 2019, el presidente prometió tratar de no aumentar las retenciones a la soja y en marzo las subió a un tope máximo de 33%. Ahora se discute sobre los derechos de exportación del trigo y el maíz.
Alberto Fernández viene de amenazar, a través de una entrevista publicada por Página/12, con elevar las alícuotas de retenciones a los cereales, pero también a la carne vacuna. Y no solo eso, también insinuó que podría repetir una receta que ya produjo mucho daño al sector productivo: la imposición de cupos de exportación a los productos del campo a través de los ROE u otros mecanismos.
“El Estado sólo tiene dos canales para resolver el problema; dos herramientas que preferiría no usar: subir las retenciones o poner cupos, decir, esto no se exporta. Y no hay mucho más tiempo para que decidan”, advirtió el presidente. Todos los productores se llenaron de inmediato de un humor de perros. En la campaña electoral, el entonces candidato había jurado y perjurado que habían aprendido de “los errores del pasado” y que no los repetiría.
Lo que se está discutiendo es cómo se “desacoplan” todavía más los precios internos de los alimentos de los mercados internacionales, donde los commodities agrícolas están obteniendo suculentas subas que benefician a la Argentina, una de las principales exportadoras de granos del mundo. Las retenciones ya cumplen esa función, pues los productores argentinos cobran menos por sus granos que sus pares de otros países. El desdoblamiento cambiario exacerba esa situación. Pero para el gobierno no es suficiente.
El Ejecutivo, por ley del Congreso, tiene la potestad de elevar las retenciones al trigo, el maíz y todos los demás cereales del 12% actual hasta un tope del 15%. No más de ahí. Con la soja ya está en el límite establecido del 33%. La carne vacuna y la leche en polvo son otros dos productos amenazados: hoy tributan 9% y podrían elevarse a 15%. Esos límites podrían correrse si el presidente apela a un DNU u obtiene una nueva ley que lo autorice a ir más allá.
En agosto de 2019, en plena campaña electoral, el albertismo decía cosas totalmente distintas a las que se analizan ahora.
El “albertismo” define su política agropecuaria admitiendo “los errores del pasado”
“Pocas veces en la historia democrática se vio a un presidente dirigirse tan injustamente a millares de argentinos por el solo hecho de llevar a cabo una actividad lícita y noble, como es la producción de alimentos. Peor aun, amenazarlos públicamente frente al resto de sus compatriotas y al mundo, a partir de una acusación sin ningún tipo de fundamento, humillándolos, una vez más, con una actitud que no se condice con su investidura ni con la debida mesura e imparcialidad que debe exhibir la máxima autoridad de la Nación”, indicó la Comisión de Enlace por medio de un comunicado, reaccionando a las advertencias lanzadas por Fernández.
El bloque que integran las cuatro entidades pidió una audiencia. El gobierno contestó positivamente. Según las fuentes oficiales, a la reunión de este miércoles, prevista, para las 15.30 horas, están convocados los dirigentes de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Federación Agraria Argentina (FAA) y Sociedad Rural Argentina (SRA).
El titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto, que cumple el doble rol de ruralista y funcionario, habría tratado de interceder para esta opción conciliadora, intercambiando llamados con Matías Kulfas y Luis Basterra, los ministros de Producción y Agricultura. Pero no fue eso lo que convenció al presidente de recibir a los dirigentes del campo. Más bien, fue la necesidad de evitar una escalada de conflictos.
Hasta hora, el gobierno de Fernández había mantenido una estrategia clara para esmerilar a la Mesa de Enlace que se hizo famosa luego del conflicto de 2008. El presidente no la recibió más a pesar de las promesas de diálogo que les hizo a los dirigentes ni bien asumió, un año atrás. Por el contrario, el gobierno intentó levantar el protagonismo del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), donde las entidades rurales aparecen diluidas en un bloque de decenas de cámaras.
Ahora volverán a verse las caras. A cara de perro. Veremos qué sucede.