En todas las naciones del mundo existen diferencias. Pero en la Argentina no son tales, pues las mismas constituyen verdaderas “grietas”, es decir, posiciones encontradas e incomunicadas que lucen irrenconciables.
Entre las múltiples grietas presentes en la Argentina, la energética viene escalando posiciones en los últimos días para posicionarse cómoda en el ranking de fisuras.
Luego de que a partir de marzo pasado –con el inicio de la cosecha de granos gruesos– comenzase a registrarse un faltante constante de gasoil en el país, el presidente Alberto Fernández se tomó todo el mes de abril, mayo y la primera mitad de junio para meditar al respecto y finalmente autorizar un corte permanente de biodiésel con gasoil del 7,5% más otro temporario del 5,0% que expiró esta semana.
A diferencia del corte obligatorio del 7,5%, cuyo precio es fijado por la Secretaría de Energía, en el corte temporario del 5,0% el valor del biodiésel se estableció a partir de las negociaciones entre empresas elaboradoras del biocombustible y compañías refinadoras.
La secretaria de Energía, a partir del Ok del ministro de Economía Sergio Massa, anunció que la medida sería prorrogada, aunque el principal factor que explica esa decisión es la necesidad de evitar consumir divisas (que no se tienen) y también prevenir un nuevo desabastecimiento del combustible para no tener un problema adicional más a los muchos que se vienen acumulando en las últimas semanas.
Sin embargo, tal como adelantó Bichos de Campo, la supuesta ampliación del corte al 12,5% no se está cumpliendo porque las petroleras –con la estatal YPF a la cabeza, seguida por Raízen (Shell), Axion y Puma– no están habilitando camiones para realizar los retiros correspondientes de biodiésel.
Es decir: el gobierno está anunciando que se extendería una medida que ni siquiera llegó a cumplirse. Como ya terminó la cosecha gruesa, los problemas de desabastecimiento de gasoil aflojaron. Pero en diciembre llega la cosecha de trigo y cebada y, si no se hace nada al respecto, los dolores de cabeza logísticos regresarán con fuerza.
Nada de eso parece interesar a los principales funcionarios de las compañías petroleras, ni siquiera a los de YPF que, si bien se trata de una empresa estatal, es gestionada en función de sus propios y particulares intereses.
El sitio de noticias del sector energético EconoJournal, que suele reflejar la opinión de las principales corporaciones del rubro, publicó un elocuente artículo titulado “A espaldas de las petroleras, Massa cierra un acuerdo con cerealeras (sic) y extiende el cupo del 12,5% biodiesel en el gasoil” (¿Cómo se atrevió el ministro de Economía a tomar una medida económica sin consultarlos?).
El texto cita una fuente anónima del sector que asegura que “la medida es de difícil sostenibilidad” porque “dado los esfuerzos logísticos para garantizar el abastecimiento de la demanda, que todo el mercado está haciendo, no es viable materializar el retiro equivalente al corte propuesto”. Traducido: van a seguir diciendo que no tienen camiones suficientes para retirar el biodiésel en las plantas elaboradores del mismo.
Así de fácil una norma del gobierno nacional es usada como papel higiénico por un grupo de corporaciones energéticas y el Estado, presente siempre en la dialéctica discursiva, está completamente ausente para hacerla cumplir.
La ironía es que, mientras el Banco Central (BCRA) está por demás escaso de dolares y debe implementar un “cepo importador” para evitar el desastre cambiario, en julio pasado se destinaron nada menos que 753 millones de dólares para importar gasoil, un combustible que puede ser perfectamente reemplazado por biodiésel fabricado en el país con insumos 100% argentinos.