Este miércoles los precios de los futuros de maíz en el mercado argentino Matba Rofex registraron importantes alzas a contramano de la tendencia bajista experimentada en el estadounidense CME Group (“Chicago”).
La explicación detrás de ese fenómeno es que la demanda exportadora está crecientemente nerviosa porque no logra originar suficiente maíz para poder “empalmar” los compromisos de embarques del cereal del período 2022/23.
El gobierno nacional usó este año el mecanismo de las “retenciones anticipadas” para financiarse con embarques futuros de un trigo que finalmente, debido a una severa sequía, no llegará a cosecharse. Por ese motivo, se vio obligado a habilitar la posibilidad de trasladar los permisos de exportación de trigo 2022/23 a la próxima campaña 2023/24.
La cuestión es que, por las mismas causas, se está “cocinando a fuego lento” el mismo fenómeno en el caso del maíz 2022/23, lo que obligaría –tal como sucedió con el trigo– a prorrogar también los permisos de embarques si éstos no se pudiesen cumplir por falta de mercadería disponible.
Los exportadores argentinos ya registraron embarques de maíz 2022/23 por 10,2 millones de toneladas, de los cuales 7,85 millones corresponden a embarques de maíz temprano por realizar entre los meses de marzo y mayo de 2023.
La cuestión es que, al pasado 23 de noviembre –según el último dato oficial disponible– los exportadores habían comprado apenas 6,30 millones de toneladas de maíz 2022/23, de los cuales más de la mitad (3,82 millones) aún está pendiente de fijación, es decir, tienen precio abierto.
El dato es que la siembra de maíz temprano, además de registrar un área sustancialmente menor a la programada debido al déficit de humedad presente en regiones agrícolas clave de la Argentina, tiene aún que atravesar los próximos dos meses con un escenario de lluvias inferiores a las normales.
La implementación de una nueva edición del régimen del “dólar soja” en el transcurso del mes de diciembre complica todavía más la posibilidad de originar maíz, dado que los productores –tal como sucedió en septiembre pasado– priorizarán la generación de liquidez por medio de la venta de la oleaginosa.
Parte del problema del desfasaje entre las registraciones de embarques de maíz 2022/23 respecto de las compras fue solucionado con una maniobra administrativa, instrumentada por la Secretaría de Agricultura, que consistió en adelantar el inicio de la campaña comercial del cereal al mes de marzo en lugar de la tradicional fecha de abril. Como la exportación tiene un volumen muy importante de maíz 2021/22 ya comprado (37,9 millones de toneladas), entonces parte del mismo podría emplearse en marzo a la espera del ingreso de la cosecha 2022/23.
En ese marco, la estrategia de muchos operadores consiste en mejorar las cotizaciones del maíz disponible con el propósito de acumular la mayor cantidad de cereal de la cosecha 2021/22, de manera tal de poder encarar el incierto ciclo 2022/23 con el mayor “colchón” de resguardo posible.
Sin embargo, si el fracaso de la cosecha de maíz temprano es significativo, entonces no quedará otra alternativa que implementar –tal como sucedió con el trigo– una prórroga de embarques de maíz de la presente campaña hacia la siguiente.