A la fecha se declararon exportaciones argentinas de maíz 2020/21 por 19,3 millones de toneladas, de las cuales 3,59 millones se embarcarán en marzo próximo. Pero las Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE) de poroto y harina de soja son una lágrima: apenas 655.000 y 1.371.000 toneladas respectivamente.
Para abril y mayo próximo –la “temporada comercial alta” de la soja de primera por tratarse del período de cosecha– hasta el momento se declararon embarques por 1,32 millones de toneladas, cuando en la campaña anterior esa cifra fue de 4,54 millones.
Parte de esa merma quizás se explique porque se espera una menor cosecha de soja este año (46 millones de toneladas versus 49 millones en 2019/20 según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires). Pero el número de embarques es tan pobre que el eventual recorte productivo no alcanza a explicar lo que está sucediendo.
¿Cuál es la razón, entonces? Sucede que el equipo económico del gobierno de Alberto Fernández quiere aprovechar este “boom” de precios agrícolas. El paseíto a los exportadores de cereales por el “tren fantasma” hizo que, gracias al “efecto susto”, la recaudación por derechos de exportación volara por los aires a comienzos del presente año. Y se engolosinaron.
Pero con la soja no es tan fácil, porque los derechos de exportación ya están al mango –33% del valor FOB– y la legislación vigente no permite que se aumenten más allá de esa cifra hasta fines del presente año. Pero el gobierno tienen un as en la manga: la posibilidad de fijar el valor FOB a partir del cual se determina el cálculo del derecho de exportación al momento de registrar una DJVE.
Si bien el poroto de soja argentino no es equivalente en calidad al brasileño y el estadounidense, dado que cuenta con un menor tenor proteico, es actualmente el más caro del planeta. Y por lejos.
Seguramente se trata de un factor de escasez: no queda un solo grano de soja en la Argentina y, por lo tanto, es necesario esperar a que comience a entrar la nueva cosecha. Pero no. El propio Ministerio de Agricultura reconoce que el stock de soja 2019/20 será de 8,95 millones de toneladas, una cifra que es casi dos veces superior a la del ciclo anterior. Si hay algo que sobra, es soja.
Los exportadores de soja y las fábricas aceiteras, más allá de ese escollo, no se durmieron y comenzaron a comprar soja 2020/21: ya tienen unas 10 millones aseguradas. Pero, si bien el escenario del poroto es alcista en el ámbito internacional, quieren pagar retenciones por lo que realmente vale el producto.
Por el “efecto susto” la recaudación por derechos de exportación creció más de un 230%