El ministro Sergio Massa diseño el régimen del “dólar soja –una devaluación sectorial por tiempo limitado– con el propósito de incentivar ventas de la oleaginosa. Sin embargo, para algunos productores se trata de una auténtica “pesadilla”.
La mayor parte de los contratos de alquiler de campos argentinos destinados a agricultura se realizan en quintales de soja por hectárea, los cuales suelen ser abonados mensual, bimestral o trimestralmente en función del valor promedio de la soja Rosario del período en cuestión.
La cuestión es que muchos contratos establecen una proporción considerable del pago del alquiler en los meses de abril y mayo, que es cuando, precisamente, se cosecha la soja de primera.
Como muchas empresas, afectadas por el desastre climático, perdieron la mayor parte de la cosecha prevista de soja, este año gran parte de las últimas cuotas de los arrendamientos fueron o serán abonadas con los fondos obtenidos por ventas de maíz o girasol.
Ahora, con el suba del precio de la soja disponible provocada por el “dólar soja”, también se incrementa el costo del arrendamiento, algo que no sería problema en un año normal porque bastaría con vender los quintales correspondientes de soja para obtener los fondos necesarios para cumplir con el compromiso.
Para intentar desactivar ese problema, ya en la primera edición del régimen del “valor soja” el gobierno dictó una resolución en la cual se indica que todas las operaciones con soja en las cuales no tuviese intervención la exportación debían realizarse sin considerar el impacto del tipo de cambio diferencial sobre la cotización de la soja.
En ese marco, la Secretaría de Agricultura comenzó a informar las cotizaciones del FAS teórico de la soja con y sin participación del “Programa de Incremento Exportador” (PIE).
La realidad es que ese artilugio administrativo tuvo poco impacto porque la “moneda” establecida en los contratos de alquiler es la soja y, como tal, el valor de la misma es el efectivamente recibido por las empresas agrícolas y no un precio teórico publicado por el Estado.
La noticia, si bien en principio afecta de manera directa a los productores que siembran en campos arrendados –que son la mayoría–, en realidad comprende a todo el universo de empresas agrícolas, dado que aquellas que producen en campo propio deberían, si hacen una gestión financiera y económica profesional, considerar el valor de oportunidad de la tierra para evaluar la viabilidad del negocio.
La helada del 1/4 puso fin a la traumática campaña 22/23. Barajar y dar de nuevo. pic.twitter.com/dY5UfhsxRh
— MeteoSalto (@Meteo_Salto) April 4, 2023