En el Día del Trabajador el sector agropecuario argentino tiene poco para festejar porque en la última década se transformó en una actividad expulsora de mano de obra.
El empleo en el agro, con 318.605 trabajadores registrados en enero pasado –último dato oficial disponible–, descendió un 1,4% en el último año y un 2,8% respecto de enero 2020 (pre-pandemia). La comparación contra enero de 2019 es aún peor con una baja del 4,0%.
La mayor parte de esa caída progresiva se explica por las dificultades para contratar trabajadores temporales dedicados a labores en cultivos intensivos debido a que son pocos los que aceptan ser registrados por temor a perder el cobro de los planes sociales.
Adicionalmente, el agro argentino es uno de los sectores que viene registrando una retracción de la actividad en los últimos años debido a un multiplicidad de factores (elevada presión impositiva, intervención de mercados, déficit de infraestructura y de servicios en zonas rurales, etcétera).
En enero de 2023 se contabilizan alrededor de 6.295.000 de trabajadores con empleo formal a nivel nacional, un 0,2% más que en el máximo anterior de diciembre de 2017. Se trata de una cifra negativa en términos relativos porque claramente no cubre el crecimiento vegetativo de la población argentina (del orden del 1% anual).
Entre enero 2022 y enero 2023 las ramas de actividad que se destacaron por su mayor dinamismo son hoteles y restaurantes (+0,7% y +1800 empleos), construcción (+0,5% y +2100 empleos), comercio y reparaciones (+0,4% y +4700 empleos), industria (+0,3% y 3200 empleos) y servicios empresariales (0,3% y +3100 empleos).
De todas maneras, el crecimiento del empleo se generó a la par de una licuación de los salarios privados, que en enero pasado se ubicaron en un promedio de 241.966 pesos brutos, una cifra 97,5% superior a la registrada en enero de 2022.
En ese período, enero de este año versus el mismo mes de 2022, la inflación minorista medida por el Indec a nivel nacional fue de 98,8% con máximos de 100,2% en el NEA y 99,4% en NOA.