Más que tener un impacto concreto en las góndolas, el volumen de importación de manzanas en realidad opera como “termómetro” del sector frutícola argentino. En efecto, el ingreso de fruta -mayoritariamente desde Chile- suele ser un indicativo de la competitividad de nuestras economías, del nivel de consumo y de la situación cambiaria.
Por eso, no casualmente, septiembre fue el primer mes del año en que disminuyó esa compra, tras 9 meses de crecimiento notable y niveles de importación sólo comparables con 2017.
De acuerdo con los registros del Senasa, el mes pasado el ingreso de manzanas extranjeras apenas superó las 310 toneladas, lo que significa una caída del 13% interanual. La fuerte suba del dólar, la búsqueda de mercados más rentables por parte de los chilenos y el enfriamiento en el consumo, los factores clave.
En lo que va del 2025 ya se importaron 2750 toneladas, pero ese volumen representa apenas el 1,5% de lo que absorbe el mercado argentino, que fueron unas 180.000 toneladas durante ese mismo período.
Según detalla el medio Más Producción, en el Valle de Río Negro y Neuquén, que es donde se concentra el grueso de la producción de peras y manzanas a nivel nacional, “el freno de septiembre ofrece un respiro simbólico para los productores locales”. Es simbólico porque, claro está, las manzanas chilenas o estadounidenses no mueven la aguja en las góndolas, pero sí dan cuenta de cómo está el mercado.
Hoy, con una situación macroeconómica distinta a la de hace algunos meses, combinado con un consumo interno que muestra señales de retracción, lo cierto es que ni a los exportadores chilenos, ni a los importadores argentinos les resulta ya tan rentable como antes el ingreso de esta fruta. Eso no implica que, hacia adelante, vuelva a serlo y el panorama se repita.
Como es un mercado que depende prácticamente de un único proveedor, pues Chile aporta el 90% de las manzanas que ingresan al país, estos vaivenes son muy comunes. De hecho, en agosto había sucedido todo lo contrario: se había registrado un pico de importaciones con más de 440 toneladas, marcando un incremento interanual del 122%.
La noticia de septiembre mejora en parte los ánimos de los productores locales, que igualmente están hoy más preocupados por los altos costos y la pérdida de rentabilidad que por el efecto marginal de la fruta importada en las góndolas. A lo sumo, que ingrese fruta que ellos mismos producen lo que hace es demostrar que hay desajustes en la competitividad local.
También influye fuertemente las decisiones de los consumidores. Tal como señalaron desde Más Producción, tomando como base los datos del Mercado Central de Buenos Aires, las manzanas chilenas se comercializan con un precio que en promedio es 20% superior a las del Valle de Río Negro y Neuquén. La reciente devaluación no mejora ese panorama para la fruta importada
La retracción registrada en septiembre, sin embargo, se enmarca en un año récord de ingreso de manzanas. Las cifras sólo son comparables con las de 2017, cuando, fruto de la liberación de importaciones dispuesta por el presidente Macri, durante los primeros 9 meses del año se alcanzó el récord de 5600 toneladas de manzanas ingresadas al país.