“Si no hay algunos cambios en la política pronto, podríamos ver algunos de los proyectos de plantas aceiteras anunciadas suspendidas o canceladas, mientras que algunas de las unidades más antiguas podrían quebrar”.
Así lo advirtió Scott Gerlt, economista jefe de la Asociación de Soja de EE.UU. (ASA, por sus siglas en inglés), durante un evento sobre biocombustibles organizado recientemente en formato virtual por la FAO.
La gestión del presidente Donald Trump aún no resolvió cuál será su política de promoción de biocombustibles, lo que generó situaciones inéditas en el comercio de aceite de soja, insumo principal de la elaboración de biodiesel tanto convencional (FAME) como hidrotratado (HVO) en EE.UU.
En tal escenario, la oferta exportable de aceite de soja estadounidense se incrementó de manera sustancial, junto con los compromisos comerciales, ante la incertidumbre relativa al consumo interno del producto.
Gerlt señaló que las nuevas regulaciones instrumentadas por la gestión de Trump –más allá de cuáles sean– probablemente no se implementarán hasta 2026, lo que deja un vacío de incertidumbre que podría afectar la toma de decisiones en el sector en el presente año.
“El 2025 se perfila como un período de grandes incógnitas para el mercado, dado que aún no se sabe cómo se ajustarán las políticas para equilibrar la oferta y la demanda de biocombustibles”, explicó.
El especialista dijo que, si bien es evidente que el sector ha experimentado un crecimiento impresionante en los últimos años, las dinámicas de mercado están cambiando rápidamente. Las políticas gubernamentales, tanto a nivel federal como estatal, jugarán un papel crucial en la determinación del éxito o fracaso de los biocombustibles en el futuro cercano.
En esa coyuntura, gran parte de los proyectos de construcción y ampliación de fábricas aceiteras y elaboradoras de biodiésel –en especial de HVO– están paralizados hasta que el panorama regulatorio resulte más claro.
Por otra parte, el uso de aceite de soja destinado a la fabricación de biodiésel en EE.UU. comenzó a disminuir en el último año debido a que tiene una puntuación de intensidad de carbono menos favorable en comparación con el sebo bovino, el aceite de cocina usado y el aceite, lo que incentivó el uso de estos últimos, gran parte de la cuales son importados.
Trump acaba de implementar un arancel del 25% a las importaciones de aceite de colza de Canadá, lo que bloqueará el ingreso de producto al mercado de EE.UU. También impuso un arancel del 10% adicional a China que contribuirá a reducir la importación de aceite de cocina usado de ese origen.
Es probable que el próximo 2 de abril, cuando Trump anuncie nuevas medidas proteccionistas, se apliquen nuevas barreras comerciales relativas a esos productos y también al sebo bovino, el cual proviene de Sudamérica y Australia en su mayor parte.
Tales incentivos proveen cierto soporte a la caída de los futuros de los valores del aceite de soja en el CME Group, los cuales vienen descendiendo en línea con la incertidumbre regulatoria presente en el mercado de biocombustibles de EE.UU.