Es más que evidente la condescendencia de muchos dirigentes rurales para con el gobierno de Javier Milei: la inmensa mayoría calla sus reclamos históricos sobre retenciones y le tolera que se mantengan en los elevados niveles que tenían en el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, mientras los precios internacionales de los granos caen y muchos costos productivos se disparan.
En este escenario, sin embargo, era inevitable que alguien comenzara a hacer números y preguntas. Y se animara a romper el silencio. Fue Javier Bujan, reconocido corredor, amante del trigo y presidente de Kimei Cereales SA, el que advirtió sin pelos en la lengua que o el gobierno de Milei baja las retenciones del cereal a 0% o se expone a no tener demasiada producción para la campaña que viene, lo que le dejaría una recaudación e ingreso de divisas mucho menor.
“Las retenciones al trigo (actualmente del 12%) deben ir a cero en forma inmediata El costo fiscal es mínimo y lográs un ingreso de divisas que, al mejorar el precio, se traducirá en un sin fin de ingresos directo e indirectos al fisco”, escribió el reconocido analista triguero.
Sucede que, según los números que maneja Buján, “el precio es de quebranto para lo que resta comercializar (de la campaña 2023/24) y si bien ya sabemos que se sembrará, es de quebranto también para la próxima campaña 2024/25. Eso puede derivar en una reducción del área y menos insumos, con lo cual menos rinde y menos calidad”.
Según los números que maneja el mercado, el valor FOB del trigo para abril y mayo, establecido por la Secretaría de Agricultura en base a la evolución de los mercados internacionales, de 213 dólares para los embarques de abril y mayo de este año. A esa suma se deben descontar 12% de retenciones (entre 26 y 27 dólares, más otros 12 dólares por tonelada de gastos fobbing o de exportación. Esto da un precio FAS en los puertos de solo 174 dólares, equivalentes a 156 mil pesos por toneladas pagaderos al productor. Para tener una dimensión, en marzo del año pasado el trigo local cotizaba a 275 dólares, unos cien más que ahora.
“En cambio, sin Retenciones el valor FAS pasa a 198 dólares por toneladas”, calculó Buján, que consideró que -aún siendo bajo- ese valor ayudaría a decidirse al productor a sembrar el cereal el próximo invierno, aunque descree que esa medida sea suficiente. A la par de eliminar las retenciones, el corredor cree que el gobierno debería eliminar el nuevo Impuesto PAIS a los insumos necesarios para llevar a cabo la siembra, que básicamente son fertilizantes importados.
Para que el gobierno de Milei arranque la próxima campaña agrícola con el pie derecho, el analista se metió con el tema retenciones, que parece tabú para muchos dirigentes rurales. Estimó que si se quiere repetir una cosecha parecida en volúmenes a la de 20223/24, que llegó a 15 millones de toneladas, deberían los funcionarios meter seriamente manos en el asunto.
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Con un consumo interno de entre 5 y 6 millones de toneladas, Buján se imagina que una cosecha semejante el próximo verano podría dejar un saldo exportable de hasta 10 millones de toneladas de trigo. Por eso estimó que el costo fiscal de la eliminación de retenciones al cereal no sería tan elevado: tomando un valor FOB de 226 dólares, la pérdida de recaudación sería de unos 271 millones de dólares. Es relativamente poco respecto de los casi 9.000 millones que recauda el Estado todos los años de los productores de granos.
No es el único obstáculo a remover, según el experto, para asegurarse una decorosa siembra de trigo. Según esta visión, también habría que corregir el pago anticipado de los derechos de exportación por embarques superiores a los 30 días, ya que esa medida “produce un costo financiero que por supuesto está también afectando al precio” que llega al productor.