Las exportación de productos del complejo girasolero avanza a toda marcha en línea con el incremento sideral de la demanda internacional registrado luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia (los dos mayores jugadores globales del producto).
En un situación completamente inédita para esta fecha, ya se registraron en el Ministerio de Agricultura embarques de 18.000 y 10.000 toneladas de aceite y pellets de girasol para ser exportados en enero de 2023. Se trata del cultivo que comenzará a sembrar en agosto próximo para cosecharse en el último mes de 2022.
En lo que respecta a la presente campaña 2021/22, con la cosecha recién finalizada, ya se registró la mayor parte de la oferta exportable potencial: 647.491 y 645.787 toneladas de aceite y pellets respectivamente.
Por un brevísimo período de tiempo, los precios del girasol en el mercado argentino reflejaron la “furia” presente en el mercado global de la oleaginosa para alcanzar los 800 u$s/tonelada con entrega en el puerto de Quequén.
Sin embargo, hacia fines de marzo los valores ofrecidos –considerando siempre la referencia del puerto de Quequén– fueron cayendo hasta estabilizarse en unos 550 u$s/tonelada para luego recuperarse en abril y llegar negociarse entre 660 y 680 u$s/tonelada. Pero en los últimos días volvieron a caer para operar hoy mayormente en 600 u$s/tonelada.
Semejante variaciones, propias de una “montaña rusa”, están explicadas no solamente por la enorme volatilidad internacional que vienen registrando las cotizaciones de los aceites vegetales, sino también por las particulares condiciones políticas presentes en el mercado argentino.
Vale recordar que las empresas elaboradoras de aceite de girasol están obligadas por el gobierno nacional a abastecer al mercado interno no solamente con un volumen adecuado, sino además a un precio mayorista determinado. Si bien la industria aceitera recibe un subsidio para compensar el quebranto de esa operación, que proviene de una “retención encubierta” aplicada a las exportaciones de soja y girasol que luego es derivada a un fideicomiso, los montos asignados este año resultan insuficientes para cubrir las pérdidas.
Tales descalabros intervencionistas, en lo que respecta tanto al “fideicomiso aceitero” como al perjuicio generado a las industrias elaboradoras de aceite de girasol, tarde o temprano se termina trasladando a los precios internos que reciben los productores argentinos de la oleaginosa.
La Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que el FAS teórico de girasol en el mercado disponible al viernes pasado 22 de abril era de 698 u$s/tonelada.