La Subsecretaría de Producción Agropecuaria y Forestal del Ministerio de Economía otorgó nuevos certificados de “Bioproducto Argentino” a cinco desarrollos realizados por universidades e instituciones como el INTA y el Conicet, en el marco de la iniciativa que distingue a productos cuyo origen sea biobasado.
La Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) cosechó dos reconocimientos para los productos “Etiquetas inteligentes a base de gránulos de kéfir y residuos de yerba mate” y “Películas de levadura residual cervecera”, ambos desarrollados por la Doctora Mercedes Peltzer.
El primero, destacado mediante la disposición 13/2025, fue creado en el Laboratorio de Obtención, Modificación, Caracterización y Evaluación de Materiales de la UNQ. Su distintivo está en permitir monitorear el estado de un producto alimenticio, a partir de la variación de su color en función del pH del alimento. Además, gracias a sus componentes naturales, es biodegradable.

En este caso, el contenido mínimo de material biobasado no deberá ser menor al 92%, según lo estipulado en la mencionada norma.
En cuanto a las películas de levadura residual cervecera, incluidas en la disposición 18/2025, el objetivo es el de contar con un biopolímero capaz de remplazar al plástico convencional.
Se menciona, por caso, su uso para la protección de cultivos, a modo de de limitar la evaporación de la humedad del suelo y mantener la temperatura, además de contribuir a la disminución del crecimiento de malezas. También son aptas para su aplicación dentro de la producción hidropónica.

Estas películas deberán contener un mínimo de material biobasado del 83%.
En línea con las etiquetas inteligentes nombradas, la disposición 16/2025 destaca al producto “Bioetiqueta sensor colorimétrico de pH”, desarrollado por las Doctoras Marina Verónica Gutiérrez, de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), y Graciela Corbino, del INTA San Pedro.
Según se explicó, la bioetiqueta colorimétrica se basa en la de antocianinas en la matriz del polímero de almidón. Al un cambio de pH en alimentos frescos como carne de pollo o cerdo, vira de color poniendo en evidencia visualmente el deterioro del producto.
Entre sus ventajas se encuentra el aprovechamiento de descartes agroindustriales, su fácil degradación, sus propiedades funcionales y el bajo costo de su proceso de elaboración.
Para este producto, el porcentaje de material biobasado deberá ser del 100%.
Respecto del desarrollo de productos para la construcción, la disposición 15/2025 reconoció al “Panel para construcción de cartón, sustrato y micelio”, creado por la Doctora Natalia Fernández en relación con el Centro Experimental de la Vivienda Económica, dependiente del Centro Científico Tecnológico Conicet NOA Sur y de la Asociación de Vivienda Económica.
El trabajo surgió a partir del estudio de alternativas a los materiales plásticos convencionales, en especial de biopolímeros fúngicos obtenidos mediante el cultivo de micelio de hongos. Eso permitió la construcción de placas resistentes, livianas y de buena aislación térmica, útiles para la construcción de viviendas en un marco de economía circular.
Para este caso, la normativa dispone que el producto deberá contener un mínimo de material biobasado del 100%.
Finalmente, la disposición 17/2025 destaca al desarrollo “placas con cáscara de maní”, de la Doctora Mariana Pilar Gatani, del Centro de Investigaciones y Transferencia de Villa María y el Centro Científico Tecnológico Conicet NOA Sur.
Para este trabajo se buscó no solo reutilizar descartes agroindustriales sino también dar con un material cuyo impacto ambiental sea menor al de otras opciones como las tradicionales placas de MDF.
Estas placas deberán contener, en función de lo dispuesto, un contenido mínimo de material biobasado del 90%.





