Quien busque incursionar en el reciclado y en la elaboración de productos a partir de materiales biobasados, sin dudas debe considerar la experiencia de la familia cordobesa Nicolino.
Con una cultura de trabajo muy arraigada, que aseguran que heredaron de sus abuelos italianos, Daniel y Hugo se las rebuscaron siempre para llevar pan a la mesa. Ya sea barriendo veredas, entregando diarios o realizando encomiendas, los hermanos se las ingeniaron para vivir. Pero no fue sino hasta la época de la hiperinflación que lograron tener un emprendimiento conjunto, al que bautizaron como Papeleno SRL, abocado a la producción de papel higiénico y plástico.
Fue su clara lectura del mercado y una visión de largo plazo la que, 14 años atrás, los llevó a dar un giro más que hozado a su negocio: la producción de materiales biobasados.
“Empezaron a hacer las primeras pruebas con almidón de país. En aquel momento fue un reto porque no había demasiada información, pero sí teníamos claro que la tendencia iba a ser esa, un mayor aumento de reciclaje y un uso más responsable del plástico”, contó a Bichos de Campo Federico Nicolino, hijo de Daniel y actual director de esa firma radicada en Laboulaye.
Y lo que arrancó como un mercado de nicho derivó en un crecimiento exponencial del rubro, del que los cordobeses se convirtieron en claros referentes.
“El plástico se termina degradando y genera microplástico en aproximadamente 180 años. Estas bolsas, en una situación de compostabilidad, se degradan en 200 días y se convierten en abono”, ejemplificó el director, que en su planta exhibe con orgullo algunos de los productos que realiza para grandes marcas del rubro gastronómico.
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Pero previo a trabajar en Argentina, la empresa se enfocó en el mercado chileno, que varios años atrás generó una revolución al prohibir cualquier plástico de un solo uso, como sorbetes, cubirtos y bolsas.
“Tuvieron que migrar obligadamente hacia productos más amigables con el medio ambiente y lo vimos como un mercado potencial, donde nos empezamos a meter cada vez más. Después Uruguay pasó por lo mismo, y en Argentina cada vez más empresas están optando por ese tipo de productos, aunque no tienen una prohibición. Son empresas donde la sustentabilidad está dentro de su política”, señaló Nicolino.

Aquella lectura de Daniel y Hugo finalmente se cumplió: el público consumidor, preocupado cada vez más por el impacto de los plásticos en el medio ambiente, toma cartas en el asunto y le exige a los privados una mayor toma de consciencia.
“Es una tendencia clara. Se dan cuenta de que a nivel ambiental hay que cambiar y que hay que solucionar problemas. La basura es un problema por la cantidad de residuos, que si no se tratan adecuadamente derivan en un problema ambiental grandísimo. Casi todos los materiales se pueden reciclar”, aseguró el director, que detalló que la familia ya apostó a una nueva planta –Nueva Papeleno- dedicada exclusivamente al reciclaje.
Allí trabajan desde hace varios años con Campo Limpio –el sistema de gestión de envases vacíos de fitosanitarios-, oficiando como un Centro de Acopio Transitorio (CAT) para la provincia.

-¿La política argentina ayuda a acelerar estos procesos?– le preguntamos.
-La mayoría de las empresas locales que eligen invertir y trabajar en Argentina deben ser aplaudidas. Otros países, como por ejemplo Brasil, tienen políticas muy establecidas a largo plazo, haya un gobierno de centro, de derecha, o de izquierda. El norte siempre lo tiene fijo. En Argentina, por infinidad de cuestiones, muchas veces se elige un camino y a los cuatro años se cambia y se va a otro camino. Pero así y todo se sigue invirtiendo y se siguen desarrollando nuevos productos.
-En el caso de la ley detrás de Campo Limpio, viene lenta la cosa.
-Queda mucho trabajo por delante, se ha hecho mucho trabajo. Hay situaciones macro que no ayudan, hasta hace dos años atrás, con una prohibición total de importaciones e impuestos al plástico, era poco el plástico que ingresaba importado, con lo cual el recupero de envases era no solamente un negocio sino que se generaban volúmenes muy grandes. El plástico llegó a valer en el mercado interno 2,30 dólares el kilo. ¿Qué es lo que hacía la mayoría de las empresas? Migrar al material recuperado. Todo el mundo quería basura plástica. Pasó lo mismo con el cartón. Hoy en día se niveló y la diferencia es cada vez menor. Es un reto y un desafío.

-Cómo darle continuidad a las políticas de reciclado, que sean serias, consistentes, y con un contexto macroeconómico que no sea tan cambiante.
-Tiene que haber políticas serias, de Estado. El reciclaje es un rubro que directa e indirectamente mueve mucha cantidad de gente, mucha cantidad de personas, y soluciona un problema. Si no hubiera cartoneros juntando el cartón, no sabríamos qué hacer con el cartón. Terminan solucionando y moviendo toda una industria. Entonces, tratar de unificar me parece que es parte del mayor trabajo.
-Quizás lo que falla es que nunca hicimos como en Brasil.
-Muchas veces hay que copiar porque tenés casos de éxito acá al lado. Por más que la idiosincrasia de cada país pueda cambiar, cuando tenés un caso de éxito cruzando la frontera, es para mirarlo y ver por qué.
 
			 
					




