Luego de un desastre productivo histórico, no fueron pocos los que imaginaron que el mercado de arrendamientos agrícolas en la Argentina se “calmaría”. Pero se equivocaron.
“A pesar del desastre climático, la oferta de campos sigue siendo muy escasa porque nadie quiere liberar superficie y la demanda creció de manera significativa”, señaló Pío Silveyra, consultor especializado en gestión de arrendamientos agrícolas.
Los casos de campos que quedaron “libres” son puntuales y esporádicos y suelen corresponder a contratistas locales que alquilaron pequeñas unidades en el ciclo 2022/23 y se quedaron sin recursos para cumplir compromisos con los propietarios.
“Además del cambio de expectativas por el cambio del gobierno, el campo sigue siendo un refugio para mantener el capital en un activo dolarizado”, apuntó Silveyra a Bichos de Campo.
En diferentes regiones de la zona pampeana el problema se agrava porque las empresas maniceras y semilleras se muestran muy agresivas para conseguir superficie con el propósito de recuperar producción en 2023/24.
Adicionalmente, las empresas agrícolas más sofisticadas cuentan con profesionales que consiguieron grandes volúmenes de financiamiento a tasas de interés reales negativas, algo que, en la actual coyuntura, representa una ventaja competitiva enorme.
Los valores negociados en quintales de soja por hectárea, por lo general, se mantuvieron sin cambios con respecto al año pasado en aquellas casos en los cuales prevalecen las relaciones de largo plazo entre arrendatarios y propietarios de campos. Pero los establecimientos que salen a “remate” todos los años recibieron un desfile de interesados propio de un recital de alguna estrella musical.
“La cantidad de oferentes en los campos de buena aptitud y mayor escala este año fue muy significativa y eso se vio reflejado en un aumento de los valores acordados”, remarcó el consultor.
En ese marco, muchas grandes compañías y pooles agrícolas establecieron este año una meta de crecimiento de superficie que hizo que empresas medianas perdieran área ante la imposibilidad de igualar “billeteras”.
Las empresas medianas y pequeñas, en tanto, para defenderse en un mercado tan complejo optaron en muchos casos en negociar alternativas más flexibles de pago, con una mayor proporción de cuotas por cancelar a cosecha, para así “oxigenar” el presupuesto financiero.
“Los números proyectados del negocio son muy ‘finitos’ con los valores negociados de alquileres y los precios esperados actuales de los granos; sin embargo, pueden llegar a justificarse ante la expectativa de un cambio de escenario en el país”, resume Silveyra.