Los cálculos del analista ganadero Andrés Costamagna dan cuenta de que la decisión oficial de cerrar las exportaciones de carne a partir de mayo fue muy perjudicial para el sector productivo, ya que castigó a las ventas al extranjero pero también a la oferta interna de carne. Todo para que el gobierno se diera el lujo de anunciar cierto freno en los valores al público.
“La medida se tomó para que haya más carne para los argentinos. Pero cuando miramos retrospectivamente, vemos que cayó la cantidad de hacienda faenada y la producción con relación al periodo enero/agosto de 2020”, explicó.
Según este análisis, la mayor parte de la caída en la faena se dio en la oferta de carne de las categorías que abastecen al consumo interno, es decir vaquillonas, novillitos y novillos.
“La faena hasta agosto fue de 585 mil cabezas menos con relación a enero- agosto del año pasado, lo que significan 134 mil toneladas menos de carne vacuna. Por supuesto implicó menos empleo en los frigoríficos”, indicó el analista.
Costamagna aseguró, en base a este análisis, que “más intervención es menos producción y empleo, porque cuando miramos las estadísticas hasta mayo veníamos con la misma tendencia del año pasado en faena, consumo y exportaciones. Ahí se produjo un quiebre que llevó a algunos productores a hacer una retención forzada” en sus ventas de hacienda.
Desde el primer bloqueo exportador (que luego se refinó con cupos), el ganadero que pudo estiró los procesos productivos para evitar malvender tanto vacas como hacienda liviana, y al mismo tiempo escapar de una posible descapitalización en hacienda.
Esto, según el análisis de Costamagna, derivó en menos oferta para los dos mercados que debe atender el sector cárnico: el interno dispuso de 97.500 toneladas menos y las exportaciones se achicaron en 37.000 toneladas.
Pero además hubo otro efecto en el precio. Hasta mayo pasado, el valor del novillo cotizaba en línea con el dólar blue, pero desde entonces su valor en pesos se frenó, lo que significó una caída de su cotización. Al mismo tiempo siguió corriendo la inflación, lo que se tradujo en un retraso de entre 1,5 y 2% por mes en la cotización de esa categoría y también en las otras que suelen proveer la carne que va al mercado doméstico.