Luego de 91 años de que Enrique Santos Discépolo escribiera su tango inmortal, notamos que podríamos actualizar su letra y cantar: “Siglo 21, cambalache, problemático y febril”, porque si pensamos que la tribu del lonco o cacique araucano Coliqueo se instaló hace unos 150 años en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, dando nombre a la localidad que luego se erigiera como “Los Toldos”, debido a que aquellos vivían en tolderías, pues en pleno año 2025, comunidades aborígenes de nuestro país continúan viviendo en tolderías, pero ahora no hechas con palos y cueros sino con palos y lonas plásticas.
Tal es el caso de la comunidad wichí ubicada en Misión Salim, al noreste de la provincia de Salta, en pleno Chaco Salteño. Soledad Vázquez tiene 29 años y es integrante de la comunidad. Ella es la única de su numerosa familia que posee un teléfono móvil para comunicarse con el mundo exterior y se contactó por ese medio con Bichos de Campo para pedir ayuda de todo tipo. Misión Salim se halla a 1 kilómetro de la localidad de Padre Lozano, en el departamento San Martín, y a 27 kilómetros al Este de la ciudad de Embarcación, sobre la ruta 53.
Si bien todos ellos pertenecen a la etnia wichí, llama la atención que la mayoría posee estudios primarios, algunos hasta quinto grado, y saben leer y escribir en el idioma oficial de Argentina, el español. Pero las nuevas generaciones están llegando a completar los estudios secundarios. Soledad hizo hasta tercer año y por eso se expresa con total claridad, vía Whatsapp. Colocó el altavoz de su teléfono y pudimos escuchar expresarse a varios integrantes de su familia, sobre todo a Facundo, que es el “Niyat” o Cacique de la comunidad.
Mientras Soledad comenzó a enviarnos fotos del estado de sus viviendas, Facundo Vázquez indicó que su comunidad está compuesta de unas 45 familias, y un total de unas 415 personas. Señaló que su gente se halla muy desprotegida por parte del Estado provincial y el nacional. Dijo que en 2015 llegaron a su lugar funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y les dejaron copia de los planos de 45 viviendas que les iban a construir, de 1, 2 y 3 ambientes, pero que jamás regresaron.
El cacique agregó que, mientras tanto, muchas familias viven en viviendas construidas con palos y cubiertas con lonas plásticas para protegerse del frío y de la lluvia. Soledad nos envió copia de los planos que los funcionarios les dejaron en aquella ocasión.
Además, Soledad, nieta del Niyat, comentó que cobran planes, pero que no les alcanza, que todas las familias tienen 5 a 7 hijos, algunos padecen enfermedades crónicas y hay muchos ancianos. Alfredo Vázquez tiene 52 años, 11 hermanos y 7 hijos, dos de los cuales se enfermaron de modo crónico, junto a su esposa, y nos envió copia de sus certificaciones médicas. Alfredo expresó que a causa de tener que cuidarlos, le cuesta salir a changuear, “pero pagan 6000 pesos por día y eso no nos alcanza para mantener a nuestros hijos”, declaró.
Dijo que los chicos de la comunidad necesitan ropa, sobre todo camperas para ir a la escuela en este invierno. Que en verano escasea el agua y por eso les cuesta hacer huertas. Sólo han producido zapallos de buen tamaño. Aclaró que reciben una ayuda de bolsones de alimentos, pero que nada es suficiente.
Crían cerdos, “pero comen todo el día y cuando hay sequía, nos escasea el alimento”, dijo Alfredo. Además crían conejos, gallinas y cada tanto, los hombres hacen 15 kilómetros para ir a pescar sábalos, bagres y hasta surubíes al río Bermejo. “Pero hay veces que a los chicos les damos un té solo, y se van a dormir sin comer”, indicó.
Continuó Alfredo contándonos que los hombres changuean en campos donde se cultiva poroto o maíz, “pero el pago de la jornada es magro”, lamentó. Y explicó que mujeres y varones realizan artesanías y las venden sobre la ruta o en las ferias, “aunque a veces se vende muy poco”, dijo, apenado. “Los varones hacemos artesanías en madera, trabajos bien hechos y bien terminaditos, en palo santo, que es una madera dura, cucharas, crucifijos, réplicas de animales en miniatura, o cuencos y fuentes en madera de pacará o también trabajamos el palo cruz o la pipa”.
“Y las mujeres trabajan el cháguar –siguió contándonos Alfredo-, hacen morrales, servilleteros, atrapasueños y demás. Pero nos hacen falta herramientas, limas, formones, gubias, morzas, pegamentos, alambres, taladros. Suele venir un hombre de Embarcación y nos quiere comprar una cucharita de madera, en 200 pesos, para revenderla, y a nosotros nos lleva un día fabricarla”, señaló indignado, explicando que esas injusticias les quitan las ganas de trabajar y que cada vez son menos los que se dedican a las artesanías.
Luego contó que “los que trabajan para los políticos, tienen casas de ladrillos”.
Facundo tiene 78 años, nos contó que estudió hasta séptimo grado y celebra que hoy los jóvenes tienen colegio secundario en Padre Lozano y ya son unos 20 que lo están terminando. Dijo que a él ya le cuesta caminar hasta Padre Lozano y relató que en otros tiempos los visitaba una gente muy buena, de Buenos Aires, de la Fundación Silataj -que significa “lo mejor” en lengua wichí- y se dedicaban al comercio justo.
Pero supone Facundo que por razones de salud, su fundadora, Sofía Uranga, junto a Noel Ríos, luego de 25 años de trabajo con ellos, haya dejado de visitarlos, perdiendo ellos esa gran ayuda, ya que los asesoraban en embellecer y “refinar” sus artesanías, que luego les compraban y vendían en dos locales que poseían en la Capital Federal.
El cacique Facundo, nos exhibió el acta de asamblea que realizó con su comunidad, en la que denunciaron el 25 de mayo de este año a funcionarios públicos, de pretender nombrar a personas fraudulentas, que incluso alguna “no es siquiera wichí”, dijo, en cargos de su asociación civil, como vocales, o en su comunidad, como cacique en su lugar, sin respetar la voluntad popular.
“Seguramente pretenden dividirnos”, acotó, indignado. “Para colmo, la droga hoy es una amenaza para nuestros chicos y jóvenes, y tenemos el proyecto de que nos hagan una escuelita acá, para que podamos cuidarlos mejor y no tengan que ir hasta Padre Lozano”, señaló.
“Necesitamos remedios, ropa, comida, que nos ayuden de hacernos nuestras casas de material y a poder vender nuestras artesanías a buen precio, y queremos invitar a la gente buena a que venga a ver cómo vivimos y que conozca nuestras necesidades. Porque por teléfono, no es lo mismo, queremos que vean”, culminó el Niyat o Cacique Facundo.
Invitamos a conocer la obra del ingeniero agrónomo con su Fundación Siwok, quien está realizando un trabajo eficiente en la promoción de los habitantes originarios de esa región, y quien conoce exhaustivamente su problemática luego de 40 años de trabajo social con ellos. Con gusto se ofrece a asesorar a quien pueda y quiera comprometerse en su apoyo. Dejamos también el teléfono de Soledad Vázquez para quienes quieran comunicarse: +54 9 0387 502 0634.
Nos enviaron un video para compartirnos uno de sus modos ancestrales de celebrar la vida.