Frambuesas, moras, grosellas, casis, corinto y frutillas. La fruta fina de origen argentino también está sufriendo una dura competencia de la mercadería que viene de otros países. Una constante de las economías regionales que están alejadas de los mercados de consumo: los productores locales no pueden competir con la fruta importada por los altos costos que deben afrontar, entre fletes, cámara de frío, impuestos y mano de obra.
Paula Costa, productora primaria de fruta fina y vicepresidente de la Asociación de Productores Agrícolas de Lago Puelo, en Chubut, explicó a Bichos de Campo que sufren el ingreso de fruta del exterior, sobretodo con las frambuesas que entran de Serbia y Polonia, debido a que los costos con los que deben producir en Argentina son muy altos.
“No llegamos a ser competitivos porque estos productos entran de esos países a precios más bajos, y producir acá en Lago Puelo, el Hoyo y Chubut se complica por los altos costos que debemos afrontar”, comentó Costa.
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“En la Comarca somos todos pequeños productores con explotaciones de no más de 2 hectáreas, y nos vemos obligados a vender a precios que nos impone el mercado. Tengamos en cuenta que se trata de fruta perecedera, y no se puede mantener en cámaras de frío, ya que los costos crecen exponencialmente”, enunció la productora.
En referencia a los trabajos culturales que se haciendo en aquella zona patagónica, Costa expresó que “las tareas de abono, poda y fertilización los estamos haciendo nosotros mismos porque nos cuesta tomar gente para esas labores. A todo esto, la distancia y el flete nos encarece el producto”.
“Por otro lado el productor primario no siempre está inmerso en la comercialización; muchas veces vendemos a intermediarios, y eso encarece costos en góndola. No vemos interés en nuestra actividad y no vemos la rentabilidad deseada”, finalizó la productora.