Las inundaciones no dan tregua en la provincia de Buenos Aires. Lo que comenzó como un problema puntual en una zona del partido de 9 de Julio, hoy se ha tragado la mayor parte de las 432.000 hectáreas de su territorio. Y en el corazón de la cuenca del Salado, la intendenta de Nueve de Julio, María José Gentile, se enfrenta a una realidad compleja, donde el agua que llega de otros partidos no tiene dónde ir y el trabajo de meses se desvanece con cada lluvia.
Es por eso que en su cuidad, se conformó una mesa de diálogo entre ruralistas, productores independientes y autoridades municipales y provinciales.
“Está muy complejo, muy complejo. Lo que inicialmente afectó una parte del partido, hoy se ha extendido a todo el partido”, reconoce Gentile. La desazón es palpable. Meses de trabajo en caminos rurales, que habían logrado una mejora notable según el “semáforo de caminos” de la Sociedad Rural local, se han perdido por la falta de absorción del suelo y la escasa evaporación. “Nos da pasitos para atrás a todo lo que venimos trabajando”, lamenta.
El problema, sin embargo, va más allá del clima. Nueve de Julio se encuentra en un embudo natural. Recibe el agua de Carlos Casares y la envía a Bragado y 25 de Mayo. Pero el plan de desagote choca con una realidad burocrática fragmentada. “Tenemos tres partidos pegados, que se pasan agua, y tres direcciones de Hidráulica diferentes”, explica la intendenta.
Las obras que podrían aliviar la situación, como los canales para controlar la masa de agua en zonas críticas como El Tejar o La Niña, están paralizadas. La razón: están atadas a la re-proyección del “Nodo Bragado”, una obra crucial para toda la región.
Gentile denuncia una falta de coordinación que empeora la situación. “Hemos tenido charlas con el intendente de Bragado acerca de una obra que está sobre la Ruta 5, aprobada por Hidráulica de Trenque Lauquen. Y notamos que quizá hay una falta de coordinación con el resto de las Hidráulicas que van a recibir esa agua”. A su juicio, los “egoísmos” políticos se interponen en el trabajo conjunto, una crítica velada a la falta de visión regional que sufren los productores.
El enojo de los productores es tangible. Mientras el campo se inunda, los caminos rurales, que son la única vía de salida y entrada, se han convertido en ríos. Muchos reclaman que la falta de mantenimiento es tan o más grave que la falta de obras.
Gentile reconoce el problema, pero lo enmarca en una “situación económica muy complicada” de la que tuvo que arrancar la gestión. La prioridad fue levantar el parque vial, que estaba en ruinas, y enfocarse en los caminos. “Logramos casi un 90% y se vio plasmado en la Sociedad Rural”, afirma, haciendo referencia al informe de la entidad, que en octubre de 2024 había calificado el 70% de los caminos entre “buenos y regulares”. Pero la inversión fue en vano. “No lo pudimos mantener”, admite, por las lluvias que no dieron tregua desde febrero.
Mirá la entrevista completa con María José Gentile, intendenta de 9 de Julio:
A pesar del panorama desolador, la intendenta se aferra a la mesa de trabajo que se acaba de conformar. En ella, se sientan a dialogar funcionarios de Hidráulica, Vialidad, Agroindustria, representantes rurales y productores independientes.
“Pudimos poner eso en manifiesto”, dice Gentile con cierto alivio. “Lo que más saco en positivo es tener en una mesa de trabajo todas las áreas o los diferentes actores de toma de decisión para agilizar”. El compromiso es volver a reunirse en diez días.
Para la jefa comunal, es la única salida. El trabajo “codo a codo, en conjunto, sacando diferencias políticas, sacando a veces egoísmos”, es el único camino para que Nueve de Julio, uno de los motores agropecuarios del país, pueda sortear esta crítica situación y evitar que la próxima lluvia sea una catástrofe aún mayor, justo cuando comienza el periodo de lluvias abundantes.