La idea de Verdea germinó en la cabeza de la bioquímica Julieta Centeno durante su trabajo como senadora de la provincia de Buenos Aires, en donde logró vincular la nutrición y el cuidado de la salud con el ámbito legislativo. Fue allí que se interiorizó en la sostenibilidad de la producción de alimentos y armó un pequeño hobbie en el macrocentro de la ciudad de Bahía Blanca.
“Arranqué en un invernadero en el primer piso de un edificio. Mi mirada es la producción urbana de alimentos, que es por donde intento comunicar. El primer problema que enfrenté fue la capacitación, que debí desarrollarla afuera. Hice cursos en Estados Unidos, en España, en México y en Perú”, contó Centeno a Bichos de Campo.
De sus primeras pruebas con el sistema hidropónico ya pasaron cuatro años y hoy ya cuenta con un catálogo de productos bien definido. Aunque incursionó en la producción de flores, tomates y verduras, como brócoli, coliflor, zanahoria, pepino y morrón, decidió especializarse en las hortalizas de hoja, como la mayoría de este tipo de emprendimientos hidropónicos. Actualmente cultiva diez variedades de lechuga, rúcula, achicoria, albahaca, aromáticas, mizuna, pak choi y hojas de remolacha.
“En Bahía Blanca no hay producción hortícola. La producción más cercana viene de Mar del Plata, a 500 kilómetros, o de La Plata, a 700. Las hojas que llegan a la ciudad llegan en muy mal estado, en condiciones de inocuidad dudosas y con una contaminación ambiental porque son 700 kilómetros para transportarlas. En cambio nuestro producto es uno que se cosecha a la mañana temprano y que al mediodía está en el plato de cada uno”, afirmó la bioquímica.
Pero Centeno no se quedó allí y le dio otra vuelta de rosca a su emprendimiento. Luego de mantener el invernadero un año y medio en el primer piso de un edificio, montó en la planta baja una planta de procesado que le permitió ofrecer productos listos para consumir.
“Al comienzo vendía la planta adulta con su raíz, pero yo quería agregar valor”, sostuvo la bahiense.
¿Y en qué consiste ese procesamiento? Luego de que las plantas son cosechadas, las mismas son enviadas a una sala en donde se realiza el corte de la raíz y su desarmado, para diferenciar entre las hojas que seguirán el proceso y aquellas que serán descartadas por estar en mal estado, aunque este porcentaje es mínimo. Luego se realiza la mezcla de hojas, a modo de crear los “blends”, y las mismas ingresan a una zona limpia donde se realiza un triple lavado, un centrifugado, el pesado, el empaquetado y el sellado. Las bolsas listas para su consumo son guardadas en una cámara de frío hasta su venta, para extender su vida útil.
“Hemos puesto mucho énfasis en el manejo post cosecha. Enseguida que la planta se cosecha se enfría y a partir de ahí entra en cadena de frio hasta la distribución. Nunca rompemos la cadena de frío y eso es lo que asegura que la hoja realmente tenga una estructura que es superior, por la técnica productiva en sí misma. Los nutrientes están todo el tiempo presentes en cantidad y proporción que la planta necesita durante su desarrollo”, explicó la productora.
El éxito del proyecto y la creciente demanda local llevó a Centeno a abrir dos invernaderos -o seis naves- a las afueras de la ciudad. Eso elevó considerablemente la producción, que hoy ronda los 160 a 170 kilos de hoja procesada por día, casi 5.000 kilos mensuales.
“Tenemos un manejo integral de plagas con muchísima prevención, donde utilizamos bioionsumos y productos de biotecnología que hacen a la nutrición de las plantas y a nuestro manejo es de Buenas Prácticas Agrícolas. Tenemos de asesor a un ingeniero agrónomo, que hace el desarrollo de todo el plan sanitario en los invernaderos. Lo que a nosotros nos conduce son las Buenas Prácticas Agrícolas, cuya aplicación en Buenos Aires es obligatoria en la producción hortícola”, indicó la bioquímica.
A continuación agregó: “Hay una tendencia del consumidor de cuestionarse el origen de los alimentos. Nosotros usamos el slogan “¿conocés lo que consumís?”. Producir en la ciudad permite el contacto directo entre quien consume y quien produce y creo que eso hoy es muy valorado por la gente”.
-¿Qué diferencial le encontrás a tu producción por sobre otros sistemas productivos?
-Trabajamos en un ambiente controlado y rompemos con la estacionalidad de la producción anual. Producimos seis o siete veces más por metro cuadrado que en la agricultura tradicional, y se ahorra un 85% de agua. Por otro lado, nosotros decimos que tenemos trazabilidad completa de siembra a producto final con agregado de valor. Nosotros de cada planta podemos decirte el número de lote, día de siembra, trasplante. De cada mix de hojas que yo comercializo te puedo contar toda la historia
-¿Qué duración tienen estos productos por sobre aquellos producidos en los sistemas tradicionales?
-Desde Verdea trabajamos el desperdicio de alimentos. Si vos comprás una planta viva de hidroponía no desperdicias ni una hoja porque tenés la planta hidratada que te dura con su raíz quince días en heladera. Y con la bolsa de valor agregado bien cerrada dura diez días.
-¿Esto supone un costo diferencial?
-Sí. El precio es más elevado pero es muy estable a lo largo del año. La tecnología que aplicamos es importada y los insumos también. La diferencia en el valor está dada también por las cuestiones del país. Todo es a precio dólar y eso hace que tengamos un gran desafío a la hora de querer absorber los costos y los incrementos. En algún momento hay que trasladarlo al precio final.
-¿Este proyecto te implicó una gran inversión?
-Es costoso porque es todo importado. Son proyectos que llevan una estrategia. Se debe hacer un análisis de las ventajas y desventajas que ofrece su lugar. Quizás yo era competitiva para hacer hojas pero no tomates o frutillas. Hay que situarse en el lugar de cada uno. Esto es animarse en un país que te pone palos en la rueda todo el tiempo. Se trata de dar tres pasos para adelante, uno para atrás, dos adelante, tres atrás. Es aprender en la marcha.
-¿Qué herramientas te dio tu formación como bioquímica?
-A mí me dio un extra el poder conocer los procesos celulares, entender al microscopio el tema de la incorporación de nutrientes por parte de la célula vegetal. Me permite llegar a un entendimiento minucioso de la nutrición vegetal. Pero no soy agrónoma así que las cuestiones fisiológicas de la planta y las plagas las tuve que aprender.
Actualmente Verdea se comercializa únicamente en Bahía Blanca y la zona de influencia, que comprende un radio de 200 kilómetros de la ciudad. Ya se encuentra en trámite la habilitación del registro nacional y Centeno espera pronto llegar con sus hortalizas de hoja al resto del país.