Miguel Nazarena y Juan Eceizabarrena son pilotos y socios de Aerotrab SRL, una empresa de aplicaciones aéreas de agroquímicos que tiene su origen en Baradero, con el padre de Miguel, pero que desde hace unos años se instaló en Carlos Casares. Para tratar de pasar la tormenta de los aeroaplicadores desde arriba, se convirtió en una de las primeras cinco empresas del rubro que obtuvieron, en octubre pasado, una certificación bajo la norma IRAM 14130-3 para la aplicación aérea de fitosanitarios, bajo el concepto de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA).
Los dos pilotos lucen apasionados y defienden su actividad en el último programa de TV de Bichos de Campo, convencidos y seguros de que hacen las cosas de modo correcto. De hecho hasta piden más controles sobre ellos y castigos para quienes puedan llegar a incurrir en malas prácticas, como en cualquier otra actividad. No quieren que les corten las alas.
Tras abrir las puertas de su hangar a Bichos de Campo, mostraron de primera mano cómo trabajan los aeroaplicadores como modo de desmitificar los miedos sociales que existen en torno a esta actividad.
¿Pero hacen bien las cosas es solo para la foto? Es cuestión de creer en IRAM, la famosa certificadora a la que decidió acudir la empresa AeroTrab SRL. para obtener ese sello que demuestra que los procesos se hacen como corresponde, para minimizar riesgos.
“Lo que mas nos interesa es la comunidad con la que queremos tener una buena relación y decirles ´che, estamos haciendo las cosas bien´”, resalta Nazarena en diálogo con Bichos de Campo.
Ciertamente las aplicaciones aéreas están seriamente cuestionadas por la sociedad y en algunos territorios los políticos hasta han decidido prohibirlas sin conocer a fondo cuál es su utilidad para la producción agrícola. Son muchas, como poder realizar una aplicación de agroquímicos ante un ataque de alguna plaga, cuando no pueden llegar al lugar los equipos terrestres. O aplicar semillas desde el cielo. O directamente fertilizar.
Los dos pilotos de Aerotrab SRL afirman que, bien hecho todo, los peligros son mínimos.
“Certificar IRAM implica llamar a un tercer integrante de la cadena, alguien neutro que certifica que llevamos a cabo las Buenas Prácticas Agrícolas que se basan en tener la documentación al día, en seguridad e higiene, en calibración del equipo, en cuidar el ambiente, en hacer el triple lavado y el depósito de envases vacíos y en tener gestión y organización del trabajo”, describe Nazarena.
Mirá el reportaje completo a Miguel Nazarena:
La pasión de los aviones fue heredada de parte de los padres en ambos pilotos. En el caso de Nazarena, su padre fue aeroaplicador e inauguró la empresa en Baradero en 1972, pero cuando decidió abandonar la actividad en 2015 Nazarena se asoció a Eceizabarrena y se llevó la empresa familiar a Carlos Casares, en donde su colega ya volaba para una empresa.
“Siempre recuerdo a mi viejo piloto; él me llevaba a volar desde muy chico y ya cuando tuve edad suficiente, hice el curso y siempre seguí por este camino”, rememora Eceizabarrena, quien está en el rubro de la aeroaplicación desde hace 17 años, aunque vuela desde más tiempo atrás.
Tanto Nazarena como Eceizabarrena están convencidos de que la actividad está demonizada injustamente por la sociedad urbana. “Tenemos el ojo puesto y el pie encima y entonces uno tiene que tratar de demostrar que lo que hace no está mal”, cuenta Eceizabarrena.
“A mi me toca muy de cerca porque me crie entre aviones y nunca tuvimos un problema. Mi papá siempre fue respetuoso de la comunidad y nunca recibimos una sola denuncia. Pero reconozco que desde el sector se hicieron muchas macanas y que recién hoy está un poco más profesionalizado”, dice Nazarena.
Las macanas se hicieron arriba en el cielo, pero ciertamente también abajo en la tierra. El tema es que siempre impacta más ver la foto de un avión que la de un equipo terrestre. “De hecho, cuando hablan de glifosato ponen la foto de un avión en cualquier medio de prensa. Pero la realidad es que para nosotros (ese famoso herbicida) representa solo el 3% del volumen de aplicación”, relata Nazarena.
El piloto explicó que por lo general utilizan fungicidas en estadios altos del cultivo, que se aplican en predios donde se busca evitar compactar el suelo con un equipo terrestre. “Nosotros no aplicamos productos banda roja, sino que empleamos productos banda azul, banda verde y alguno banda amarilla”, precisó.
“Molesta la generalización; hay gente que hará las cosas mal y tendrá que pagar por ello, pero no todos hacemos las cosas mal”, remarca Nazarena.
¿Y qué significa hacer bien las cosas? En principio, que no se aplican agroquímicos que no hayan sido recetados previamente por un agrónomo responsable, y que tampoco se sale a volar si las condiciones climáticas no son las adecuadas para hacer estas aplicaciones, sobre todo lo que respecta a velocidad del viento.
Mirá la entrevista completa a Juan Eceizabarrena:
Por otra parte, es necesario tener las instalaciones adecuadas y el avión matriculado -en su caso es un preciosos Cessna- con las verificaciones técnicas al día. Por otra parte, Nazarena y Eceizabarrena son pilotos profesionales que debieron hacer muchas horas de vuelo para conseguir su habilitación profesional.
En efecto, ambos cuentan con una licencia otorgada por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) la cual se renueva todos los años con un examen psicofísico y también tienen una habilitación otorgada por el Ministerio de Agroindustria, la cual también se renueva todos los años.
Si están dadas las condiciones climáticas, es decir que si no hay prácticamente nada de viento o el viento no sobrepasa los 30 kilómetros por hora de velocidad, Nazarena y Eceizabarrena diseñan y trazan el plan de vuelo encomendado por el cliente. Luego, en la fajina, el vuelo se puede seguir por celular y además queda todo queda registrado en la computadora.
¿Y qué hacen si hay una escuela o un arroyo? Los socios de AeroTrab SRL diseñan los vuelos con toda esa información previa, avisan antes y no abren las boquillas sobre puntos sensibles.
“No hay negocio en tirar agroquímicos sobre una escuela. Está ya mal visto que un avión pase por una escuela. Hay que cuidarse de esa imagen pero también pienso que el mejor camino es enseñar y mostrar a esa gente que no todo es como piensan, y que mucha gente hacemos las cosas bien y bajo normas y protocolos”, dijo Eceizabarrena.