La verdad es que no sabemos cuándo fue la última vez que sucedió. Pero lo que es seguro es que no sucedía por lo menos desde que en 1991 Carlos Menem y Domingo Cavallo impusieron una drástica desregulación de la economía, que implicó el retiro caso completo del Estado de la orientación de las actividades agrícolas. Así, por lo menos hace treinta años que en la Argentina no sucedía lo que ahora sucede en Misiones, donde se decidió poner límites a la expansión del área sembrada con yerba.
Fue una decisión de la mayoría de las instituciones de la cadena de la yerba que integraban el INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate), un ente mixto que nació en 2002 justamente para comenzar a revertir la desregulación de la actividad yerbatera y que comenzó a definir los precios en esa economía regional. Ahora lo que estableció la conducción del instituto fue un límite de 5 hectárea por productor para las nuevas plantaciones.
El propio INYM explicó en un comunicado que se trata de “un mecanismo para garantizar la distribución y el equilibrio en las futuras plantaciones de yerba mate, estableciendo que cada productor inscripto en el Registro de Operadores podrá incorporar un máximo 5 hectáreas de nuevas plantaciones por año”.
Lo dicho, es la primera vez en al menos tres décadas que en la Argentina se ponen límites espaciales al crecimiento de un cultivo. En este caso, se trata de un planteo perenne (la yerba son los brotes de un árbol originario de la zona, que alcanza su madurez productiva luego de los cinco años).
Bichos de Campo recorrió hace pocas semanas la zona productiva de Apóstoles y era visible la gran cantidad de implantaciones nuevas, pertenecientes sobre todo a grandes productores. La yerba está atravesando un ciclo de escasez y en consecuencia son muy atractivos los precios al productor. Pero los colonos temen que cuando las nuevas plantaciones ingresen en producción se de vuelta este ciclo, perjudicándolos a ellos.
Es por ello que el INYM dispuso el límite de 5 hectáreas anuales y un reaseguro adicional. También determinó que se podrá implantar anualmente hasta el 2% de las superficies de yerbales ya existentes y declarados ante el INYM. También se permitirá la reposición de plantas secas o muertas dentro de un lote ya declarado, sin alterar la densidad original de la plantación.
“Pretendemos que nadie quede afuera y que el incremento en el potencial productivo se distribuya entre todos los productores. Cada uno de ellos va a poder plantar cinco hectáreas por año; tanto un pequeño productor como uno más grande”, subrayó el presidente del INYM, Juan José Szychowski.
Luego agregó que “la medida adoptada persigue una finalidad altamente social y responde a un pedido explícitamente formulado por las entidades de la producción”.
De hecho, la primera reacción ante el anuncio fue negativa y partió de los industriales, que tienen molinos pero a la vez son los que tienen grandes extensiones de yerbales propios. Agrupada en la Cámara de Molineros de Yerba Mate Zona Productora (CMYMZP), ese sector manifestó “su más profundo malestar con la presidencia del Instituto Nacional de la Yerba Mate -INYM- ante una nueva aprobación intempestiva, sin consulta previa ni debate en el seno del directorio”.
Los industriales argumentaron que además de no haber sido una decisión consensuada con toda la cadena, ellos no pudieron “verificar la veracidad de la información utilizada como base para la determinación en cuestión”.
Pero desde la conducción del INYM, donde prevalecen las entidades de pequeños colonos, señalaron que hubo un pedido para limitar los nuevos cultivos presentado el 15 de junio pasado.
En esa nota los productores manifestaron su “preocupación por la aparición de nuevos operadores que, con fuerte respaldo de capital, comenzaron a incursionar en la producción yerbatera”.
“Grandes grupos económicos, muchos sin ninguna relación con la actividad, han comprado y plantado grandes extensiones de yerba mate, desvirtuando el sentido social que ha tenido nuestra actividad madre desde siempre”, aseguraron las entidades firmantes.
Previendo las críticas, el INYM estableció que la decisión “no afectará los volúmenes de la yerba mate elaborada; sino que, por el contrario, garantizará la provisión del consumo tanto en el mercado nacional como en las exportaciones”.
La resolución recuerda que la organización productiva de la yerba mate se encuentra fuertemente vinculada al arraigo territorial de miles de pequeños productores, funcionando como “cultivo poblador” de la región productora, que compende el norte de Corrientes y Misiones.
“Tal es así que el plan de colonización agrícola promovido por el Estado Nacional a partir de 1926 ponía como condición ‘plantar yerba mate’ para el otorgamiento de tierras y créditos destinados a la producción”., se recordó.
Los registros reflejan que sobre 9.983 productores, 6.471 entregan hasta 60.000 kilos de hoja verde por año; es decir son pequeños productores. “Lo que buscamos es consolidar el arraigo de estos agricultores en sus chacras y una distribución equitativa de la riqueza que se genera en la actividad yerbatera”, explicó Szychowski.
Para llevar adelante la distribución de las nuevas plantaciones, el INYM dispuso un esquema de control en terreno y penalizaciones con el cual garantizará el cumplimiento de la norma.
Pero más allá de los aspectos operativos, el espíritu de la resolución tomada por el Directorio puede resumirse en uno de los párrafos de sus considerandos, donde recuerda que “los antecedentes históricos demuestran que hubo una mayor convergencia económica, social y ecológica, cuando en la regulación se defendió la cultura agraria de los pequeños productores, atendiendo a variables esenciales como la esperanza de vida, la educación o el ingreso per cápita”.