Las compras frenéticas realizadas por China (con propósitos no del todo claros) junto con un posicionamiento agresivo de los fondos de inversión especulativos (impulsados por la creciente desvalorización del dólar estadounidense) provocaron en los últimos meses una suba considerable de los precios internacionales de los commodities agrícolas.
Adicionalmente, si bien aún falta un buen tramo para definir el resultado de los cultivos de maíz y soja de siembra tardías, la campaña climática –marcada por el fenómeno Niña– no resultó en general ser tan perjudicial como se preveía (aunque algunas regiones productivas fueron muy afectadas por la falta de agua).
En ese escenario, es muy probable que el ingreso de divisas generado por las exportaciones de cereales y productos oleaginosos, que en 2020 fue de 20.174 millones de dólares, sea sustancialmente superior este año.
“Históricamente se ha dicho que, en más de una oportunidad, una buena cosecha salvó al país. Los problemas actuales de la Argentina son demasiado profundos como para pensar eso. Sin embargo, aunque no se salve el país, hay pocas dudas de que el cambio en las condiciones internacionales desde fines del año pasado y las recientes lluvias se han combinado para ayudar al gobierno en un año electoral. Si no se salva el país, ¿al menos que se salven las elecciones?”, se preguntó el último informe de la consultora económica Invecq.
Un mayor ingreso por exportaciones agroindustriales generaría, vía retenciones, un aumento de los recursos tributarios para expandir el gasto público con el propósito de intentar beneficiar a los candidatos oficialistas en las elecciones legislativas de octubre próximo. Una muestra de eso ya se observó en el pasado mes de enero.
El mayor ingreso de divisas, además, podría ayudar al gobierno a sostener la “pax cambiaria” que se observa desde hace algunas semanas en los mercados paralelos.
“Pero, al mismo tiempo, también implica una ayuda muy importante para lo que parece ser la nueva estrategia del Ministerio de Economía en cuanto al ritmo de devaluación oficial. Con un mayor caudal de dólares, el Banco Central (BCRA) tendría más espalda para permitir un atraso cambiario que ayude al gobierno a morigerar la inflación, que en los últimos meses ha mostrado valores muy preocupantes. Esta variable es clave para el gobierno de cara a las elecciones a las que quiere llegar con una recuperación del salario real perceptible por el público”, expone el informe.
No se trata de una buena noticia para el sector exportador en general y el agroindustrial en particular, dado que un mayor retraso cambiario con aceleración inflacionaria implicaría un crecimiento de la “retención cambiaria”, es decir, que la cantidad de pesos argentinos recibidos por cada dólar exportado sería cada vez menor en términos proporcionales.
En tal coyuntura, la mejor estrategia defensiva estaría representada por el atesoramiento del dólares en el mercado bursátil (“dólar MEP”) o bien la compra de insumos, equipos o tecnología con componentes dolarizados.
Por el “efecto susto” la recaudación por derechos de exportación creció más de un 230%