La empresa semillera argentina Don Mario puso en marcha un ambicioso plan para mejorar los rendimientos y otras características de sus semillas de soja mediante la “edición génica”, un conjunto de técnicas que permiten manipular el ADN de los cultivos a bajo costo y con alta eficacia.
El anuncio se realizó este miércoles, en una jornada destinada a técnicos y productores vinculados con la firma que nació en Chacabuco algunas décadas atrás y que, a pesar de seguir siendo familiar, ya se convirtió en una “multinacional argentina que se expande por el mundo”, según la definición de Obdulio San Martín, director general para el Cono Sur de la compañía.
San Martín celebró así al reciente desembarco de GDM (Genética Don Mario) en los Estados Unidos, de la mano de un acuerdo con la empresa Burrus Seeds para la distribución de sus semillas. “Es un orgullo para nosotros ver plantado en Illinios, en pleno Corn Belt, el logo de Don Mario”, mencionó el ejecutivo, en referencia al primer día de campo realizado por la marca en el país del norte.
Pero la noticia de la expansión de GDM a la Meca de la soja no era la que quería contar la empresa a sus clientes sino la incursión en el prometedor territorio de la edición génica. El responsable de contar estos planes fue el capitán de los programas de mejoramiento de la semillera argentina, Marcos Quiroga.
“GDM tomó la decisión estratégica de invertir en edición génica. Son técnicas para ampliar la diversidad genética con la que contamos. Además de toda la tecnología para generar y analizar información genética, hoy tenemos formas para empujar esa frontera. La combinación es revolucionaria y por eso la empresa está haciendo una inversión muy fuerte para que esto se transforme en productos para ustedes”, les anunció Quiroga a los productores.
En concreto, los planes de Don Mario son duplicar antes de fin de este año la capacidad del laboratorio de su planta de Londrina, en Brasil, para concentrar allí todo el trabajo de edición génica. Pero las línea de investigación llegarán hasta allí a partir de convenios con grupos de investigadores de diversos países donde ya tiene presencia la compañía, comenzando por los acuerdos vigentes con expertos de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba).
La edición génica no es transgénesis, que muda partes de determinado ADN de una especia a otra, sino es un conjunto de herramientas que (como una tijera) permiten realizar correcciones muy dirigidas dentro del ADN que se busca mejorar, modificando la expresión particular de un pequeño grupo de genes. La técnica más conocida es la del CRISPR, pero existen otras. Todas son de muy bajo costo en comparación con la biotecnología tradicional y por ahora escapan a las rigurosas regulaciones a las que son sometidos los cultivos transgénicos.
“La edición génica cae por fuera de la regulaciones de un OGM. Este es un punto muy importante y sensible que está en discusión, ya que Europa tiene posiciones en contrario. Si los productos son considerado OGM, el costo de estas tecnologías sería mucho mayor y esto no permitiría un desarrollo como el que estamos viendo. En cambio, si podemos poner los fondos en innovar y no tanto en la regulación posterior, vamos a tener muchos más jugadores y tecnología disponible”, explicó Quiroga.
Ver La “edición genética”, una nueva técnica que alborota a la industria semillera
En sus planes para incursionar en la edición génica, Don Mario pretende dar prioridad a sus variedades de semillas de soja más competitivas en el mercado agrícola. “Queremos hacer edición génica sobre las mejores variedades. Esto para nada compite con el germoplasma sino es que una forma de ampliar el germoplasma”, añadió el especialista.
Se trata, en definitiva, de llevar adelante investigaciones que pueden demorar entre 8 y 10 años, pero que podrían redundar en beneficios claves para la agricultura moderna. El experto de GDM citó algunos ejemplos:
tolerancia a chinche, resistencia a nematodes, tolerancia y resistencia a herbicidas y hasta mejores características de calidad para la soja.
“El sueño a largo plazo es poder abordar con estas tecnologías el desafío de un mayor rendimiento y la tolerancia al stress, es decir la adaptación al ambiente”, agregó Quiroga, quien consideró que “en algún momento vamos a llegar a entender que haciendo una pequeña modificación (sobe la cadena genética) vamos a poder ampliar la productividad de una determinada variedad” de soja.
Actualmente, según el técnico, las variedades de soja de Don Mario tienen una tasa de ganancia genética, por mejoramiento tradicional, de 1,5% anual, pero Quiroga cree que con las nuevas tecnologías “podemos llegar a superar el 2% de ganancia anual, que es una tasa muy elevada”. El punto de despegue es prometedor, ya que GDM cuenta actualmente con una red de ensayos en 15 países de la que obtiene ceca de 100 millones de datos genéticos sobre las diversas semillas cada año.
Anticipándose a los escenarios que se pueden abrir a partir de estos desarrollos, Obdulio San Martín había planteado minutos antes la urgente necesidad de que el país cuente con una nueva Ley de Semillas que vele por la protección de la propiedad intelectual en este tipo de desarrollos.
“A la Argentina le va a hacer bien tener una Ley de Semillas, la tiene que reclamar todo el país en pos de tener algo mejor, que es más investigación y desarrollo”, enfatizó el directivo de Don Mario. Según sus datos, actualmente la firma invierte unos 25 millones de dólares solamente en el mejoramiento tradicional de sus semillas a través de una red de 1,5 millones de plots en varios países.
San Martín se quejó porque “cuando uno mira solo el germoplasma, por cada dólar invertido en soja en Argentina se invierten 3 dólares en Brasil y 5 dolares en Estados Unidos. Y así nos están sacando una diferencia importante”, se lamentó. Luego dijo que eso explica que el rendimiento promedio de la soja en Argentina sea de 3.000 kilos por hectárea, contra 3.300 en Brasil y 3.700 kilos en Estados Unidos.