Las economías regionales de prácticamente todas las provincias están vinculadas de forma directa o indirecta con la apicultura, lo que explica el interés que despierta conocer de cerca los fenómenos que pueden afectar a la producción.
Uno de ellos es el virus de las alas deformadas -DWV, por sus siglas en inglés-, un patógeno que circula a nivel mundial, afecta a los insectos y genera pérdidas en los apiarios destinados a obtener miel.
Mediante un proyecto llevado a cabo en Entre Ríos, investigadores del INTA analizaron 145 colmenas y, por primera vez, lograron secuenciar el genoma del virus. Se espera que este primer paso sea el puntapié de nuevos estudios sobre la enfermedad y el modo de combatirla.
Ya se constató que circula en uno de los epicentros apícolas del país y que tiene el potencial de generar grandes pérdidas. El primer gran desafío era conocerlo y caracterizarlo, para luego evaluar formas de manejo y erradicación.
“Si la infección no es controlada puede provocar una disminución progresiva en la población de la colonia hasta su colapso total, lo que genera un impacto negativo en la apicultura, debido a la pérdida de unidades productivas”, explicó Fernanda González, especialista del Instituto de Virología.
Ese organismo, perteneciente al Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas, es el que ha llevado a cabo los estudios junto al INTA en el marco del Programa Apícola Nacional.
Hasta el momento, se sabe que este virus está presente en la mayoría de los países y que puede transmitirse entre abejas o bien gracias a un vector, el ácaro Varroa destructor. Puede que los insectos porten el DWV sin manifestarlo y la aparición de síntomas está vinculada a factores como el estrés, la mala alimentación o las infestaciones del ácaro.
“Es muy importante tener buenas prácticas en el manejo de las colmenas, porque eso puede marcar la diferencia entre una colonia fuerte y otra que se pierde”, agregó la investigadora, que celebró los avances obtenidos y adelantó que se va a trabajar más que profundidad sobre este patógeno, con más información y tecnología aplicada.
Los ensayos realizados en Entre Ríos se concentraron en apiarios ubicados tanto en zonas destinadas al monocultivo de citrus y eucaliptus, como en aquellas con floración de pradera. Y tanto en el manejo apícola migratorio, como en el estacionario, hallaron circulación del virus.
“El virus de las alas deformadas se detectó en el 62,06 % de las colonias, es decir, 90 de 145 fueron positivas a esta infección”, detalló González. La mayor prevalencia, sin embargo, se observó en las colmenas migratorias.