En Salta, hace un par de semanas, se realizó la Expo Prograno, la muestra de los productores del norte argentino. En un rincón de la provincia que concentra más hectáreas que productores, nos encontramos con Belisario Saravia Olmos. Periodista agropecuario de larga data y un profundo conocedor del agro salteño, Belisario nos abrió las puertas de su provincia para charlar de futuro, desde el polo productor más importante de Salta: Las Lajitas.
“La primera vez que hubo algo parecido a esta muestra fue hace unos 15 años, pero no prosperó. Hoy tenemos es una muestra pujante, principalmente por la agricultura, que ya no es solo soja y maíz, sino que incorpora otras producciones mixtas,” nos explica el comunicador, satisfecho por la realización de esta exposición.
Belisario pone en perspectiva el perfil productivo: “Acá hay muchos más hectáreas que productores. No hay miles de chacareros como en la pampa húmeda, sino grandes productores con mucha superficie”. Por eso, la dinámica es distinta y el desafío también.
Sin embargo, el tema central de estos días es el status que Europa le puso a la Argentina. A partir del 1 de enero de 2026 no podrán ingresar a Europa productos agroindustriales provenientes de zonas que hayan sido deforestadas luego del 31 de diciembre de 2020.
Este jueves la UE-27 publicó el listado de países proveedores con su respectiva clasificación de riesgo. En la categoría de riesgo bajo aparecen EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India, China, Chile y Uruguay, entre otras naciones. Sin embargo, Argentina, junto con Brasil y Paraguay, fueron incorporados en la categoría de riesgo “estándar” o medio, mientras que Rusia fue identificada como riesgo “alto”.
Y esto tiene un impacto muy fuerte en el NOA, ya que allí se produce en las inmediaciones del bosque chaqueño, y para que convivan ambas realidades, se realizó un ordenamiento territorial.
Este ordenamiento de los bosques nativos es uno de los temas más delicados y decisivos para el futuro productivo de Salta. Durante casi dos décadas, la llamada Ley de Bosques (Ley 26.331) impuso restricciones estrictas que, si bien protegieron grandes extensiones, paralizaron la posibilidad de expansión productiva. Muchas hectáreas quedaron catalogadas en zonas amarillas y rojas, donde la actividad agropecuaria quedó limitada o directamente prohibida, generando un escenario de congelamiento que impactó especialmente en la ganadería. Soja y carne vacuna figuran en la lista de los productos que deben hacerse sin deforestar.
Sin embargo, según Saravia Olmos, el primer ordenamiento fue realizado sin la revisión técnica necesaria y sin consensos claros: “Se tomó como grandes bloques y se establecieron zonas donde no se podía tocar nada, sin diferenciar realmente la calidad del bosque o su grado de conservación. Eso generó un estancamiento innecesario.”
La nueva revisión que impulsa el gobierno provincial busca justamente corregir esos errores. Se trata de una actualización que considera no solo la conservación estricta del bosque, sino también el uso racional y sustentable de las tierras. Este proceso, todavía en marcha, implica dialogar con todos los actores involucrados: productores, científicos, ONG y organismos oficiales como el INTA.
“El objetivo es que Salta pueda crecer productivamente sin afectar su riqueza ambiental. Se calcula que hay espacio para incrementar la ganadería en un millón y medio de cabezas de manera sostenible, sin desmontar, sino manejando inteligentemente el uso del suelo,” explica Belisario.
Mirá la entrevista completa con Belisario Saravia Olmos:
Este enfoque responde a las demandas crecientes de los mercados internacionales, especialmente de la Unión Europea. La presión global sobre la conservación ambiental ya no es solo una cuestión local sino un requisito comercial fundamental.
“Hace más de 12 años estábamos congelados por la Ley de Bosques, la famosa ley Bonasso, con muchas hectáreas en amarillo que no se podían tocar. Esto no significa que haya que desmontar todo, sino que hay que analizar y pensar en ordenamientos”, dice Belisario.
“Ese ordenamiento estuvo mal hecho en su momento, porque se hizo sin revisión y estuvo todo parado. Hoy, con el gobierno actual de Gustavo Sáenz, se está haciendo esa revisión y se está avanzando en la reglamentación, en diálogo con ONG, productores e INTA”, sostiene el salteño.
Lo que viene es una oportunidad: “En Salta hay capacidad para un millón y medio de vacas más, de manera sustentable, conservando bosque y sotobosque, sin desmontar ni correr frontera. Eso es muy importante, porque responde a la demanda de los mercados internacionales y los controles ambientales”. Dicho de otro modo, hay posibilidad de duplicar el stock.
Belisario advierte que para que Salta pueda aprovechar sus potencialidades productivas es necesario “un marco jurídico sólido, seguridad sobre la tierra, mejores infraestructuras como el ferrocarril para mejorar la logística y menos presión impositiva”.
Respecto a la producción, el colega recuerda la evolución de los cultivos: “Se empezó con poroto cuando se habilitaron estas tierras. Luego vino la soja RR que se expandió mucho, acompañada de un clima húmedo que ayudó a la expansión. Pero acá hay productores muy inteligentes que entendieron que sin maíz no hay soja y sin maíz no hay legumbre. Por eso hoy hay mucho maíz, sésamo, cártamo, chía, quinoa… Una agricultura muy diversa”.
Pero esa diversidad es también una necesidad por las condiciones adversas: “Es una agricultura defensiva, porque el subtrópico no es la pampa húmeda. Hay mayor agresividad de malezas y plagas, y la distancia al puerto es un problema: estamos a 1.200, 1.400 kilómetros, muy lejos. Eso complica la producción.”
El cambio más importante que detecta Belisario es en la mentalidad productiva: “Antes había bicicleta financiera, se compraban insumos o maquinaria para hacer un negocio financiero. Hoy no: ahora hay que trabajar, sacar más kilos por hectárea, laburar con todo lo que hay”.
Precisamente, las condiciones climáticas cambiantes con golpes de calor y variables hacen que los productores y sus asesores “estén muy concentrados en el número, buscando kilos, pensando en qué cultivo poner y cuándo”.
En definitiva, Salta es una tierra de oportunidades y desafíos, donde la producción intensiva y la conservación deben ir de la mano para enfrentar un mundo que ya no admite negocios ficticios ni explotación irresponsable. Como dice Belisario, “esta provincia tiene mucho para dar, solo hay que trabajar en conjunto entre gobierno, productores y sociedad para consolidar ese futuro.”