Volvieron los ‘90. Las importaciones de carne de cerdo crecieron abismalmente este año. Los datos –recogidos por el consultor Juan Uccelli– indican que entre enero y abril ingresaron al país 17.870 toneladas de carne de cerdo que se comercializan habitualmente en las grandes cadenas de supermercados como “producto descongelado”. El año pasado, en ese mismo período, las compras habían sido de 9515 toneladas, lo que representa un incremento de casi 90%.
Si se anualiza el volumen que el gobierno permitió que ingresara al país en el primer cuatrimestre, es posible advertir que la Argentina podría terminar importando entre 60.000 y 65.000 toneladas, una cifra equivalente nada menos que el 10% de la producción local.
El problema es que esas importaciones –entre muchas otras– se generan a partir de una enorme distorsión cambiaria, dado que, al conseguir dólares para importaciones a un tipo de cambio oficial de 124 $/u$s versus uno real (MEP) de 210 $/u$s, importar cualquier alimento representa un gran negocio. Es decir: las importaciones de alimentos están, de alguna manera, subsidiadas.
Los productores porcinos están que trinan con estas medidas. El Banco Central (BCRA), que controla el otorgamiento de divisas para importaciones, no parece tener suficientes dólares para abastecer al agro de insumos básicos, como cubiertas o repuestos que no se fabrican en el país, pero sí los libera para que cadenas de supermercados realicen importaciones de alimentos que hay en abundancia en la Argentina.
Algunos integrantes del sector porcino especulan que se trata de una movida del gobierno orientada a aprovechar el exceso de oferta presente en Brasil para aumentar la disponibilidad interna de carne y así promover un “enfriamiento” de precios a costa, claro, de los productores argentinos.
El hecho se presenta además en un contexto particular porque los meses del otoño-invierno son los de menos demanda interna de carne porcina, lo que potencia aun más el efecto depresor de precios generado por las importaciones brasileñas.
Según la última medición del IPCVA, el precio minorista de la carne porcina ajustó 55% en el último año, por debajo de la inflación y bastante menos que la carne vacuna y aviar, que subieron 68% y 69% respectivamente.