Hoy jueves administradores de fondos y carteras de inversión liquidaron grandes cantidades de activos financieros con el propósito de recortar pérdidas ante el posible advenimiento de una recesión global potenciada por disrupción comercial entre las dos principales potencias mundiales.
Los principales índices mundiales de commodities, integrados por una canasta de futuros de materias primas energéticas, metalíferas y agroindustriales, registraron importantes caídas intradiarias como consecuencia de ese reposicionamiento.
Si bien los fundamentos intrínsecos del mercado de productos agrícolas es alcista porque la oferta hace tiempo que no logra seguir el ritmo de la demanda global –fenómeno que se agravó con el conflicto ruso-ucraniano–, el hecho de un potencial advenimiento de una “guerra comercial” entre China y EE.UU. obligaría a reconfigurar los flujos comerciales de materias primas.
El único producto que logró salvarse de la ola masiva de ventas increíblemente fue la harina de soja y gracias a que el principal exportador mundial del mismo –Argentina– está experimentando importantes problemas económicos, cambiarios y logísticos que hacen que la demanda se derive hacia los otros dos proveedores del producto: EE.UU. y Brasil.
El principal foco de tensión es una eventual invasión de Taiwán por parte de China. Esta semana la secretaria de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Liz Truss, dijo que China estaría cometiendo “un error de cálculo catastrófico” si invadiera Taiwán y afirmó que las naciones que integran la OTAN deberían reconsiderar las relaciones comerciales con países que usan el poder económico de manera “coercitiva”.
Truss además pidió una acción más rápida por parte de las naciones de la OTAN para ayudar a Taiwán con armas defensivas ante la amenaza china y dijo que eso era necesario para evitar que en la isla asiática suceda lo mismo que en Ucrania.
Chinese invasion of Taiwan ‘would be catastrophic miscalculation’ https://t.co/UMEHcAg6RM
— The Guardian (@guardian) June 29, 2022
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, enfatizó una vez más que la cuestión de Taiwán es un asunto interno de China y ninguna fuerza externa tiene derecho a interferir en él.
“Los comentarios relevantes hechos por la parte británica son sorprendentemente hipócritas y carecen de sentido común”, sentenció Zhao, para luego mencionar que el Partido Comunista aboga por una reunificación pacífica, pero que, “sin embargo, nunca nos quedaremos de brazos cruzados observando las actividades separatistas de la ‘independencia’ de Taiwán”.
Taiwán nunca ha sido gobernado por el Partido Comunista Chino ni ha formado parte de la República Popular China y la mayor parte de sus 23 millones de habitantes no desean renunciar a su soberanía o estilo de vida democrático. Sin embargo, el gobierno chino liderado por Xi Jinping considera que es parte de su territorio y en los últimos años viene aprovechando su creciente influencia comercial para aislar diplomáticamente al gobierno de la isla.
La República de Taiwán es reconocido como Estado por apenas catorce países –uno de los cuales es Paraguay– porque el gobierno chino realiza intensas presiones para que esa lista se reduzca a cero. El último país en romper relaciones diplomáticas con Taiwán fue El Salvador en agosto de 2018
Un conflicto bélico entre China y Taiwán generaría una disrupción comercial entre China y EE.UU. que cambiaría por completo el mapa geopolítico del mundo tal como lo conocemos. Por otra parte, un conflicto bélico en la zona de influencia del sudeste asiático –tal como sucede actualmente en el Mar Negro luego de la invasión rusa a Ucrania– obstaculizaría por demás la logística comercial en muchas naciones de la región.
Vale también recordar que Taiwán es el principal fabricante mundial de semiconductores, un activo estratégico que, luego de la pandemia, escasea en el mercado global y su acceso podría tornarse aún más problemático en caso de que el gobierno chino decida invadir la isla.
Desde fines de 2020 China incrementó a niveles inéditos las importaciones de productos agroindustriales y alimentos, además de aplicar un programa nacional de racionamiento de alimentos –denominado “Platos Limpios”– que parecía no tener lógica alguna hasta el advenimiento de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.