Para Paraguay, el rol de los pequeños productores, campesinos y comunidades locales en la producción agrícola es una prioridad. Mientras aquí en la Argentina se dinamitó casi por completo el Instituto de Agricultura Familiar, allí el presidente Fernando Peña decidió que exista un organismo exclusivamente dedicado a ellos. Se trata del Vice Ministerio de Agricultura Familiar Campesina, que intenta velar por dichos actores frente al avance arrollador del agronegocio y los cultivos extensivos.
Al frente de la cartera, que fue creada en 2020 y depende del Ministerio de Agricultura y Ganadería, está viceministerio de agricultura familiar, campesinos, agronegocio, , una agrónoma de carrera que se unió al gobierno de Santiago Peña tras su asunción, en agosto de 2023.
La tarea de Rossana no es sencilla, no sólo porque debe encargarse de mitigar el impacto que ha generado en la producción familiar paraguaya la explosión del “monocultivo”, como se denomina en la jerga a la irrupción de la soja, sino porque también lleva adelante un proyecto tan ambicioso como interesante, que es incorporar a los campesinos tradicionales en la lucha contra el hambre en el propio país.
“Queremos que los pequeños productores puedan vender sus productos frescos y accedan a oportunidades de mercado”, resume la funcionaria en diálogo con Bichos de Campo. Pero, para lograr su cometido, se enfrenta con una compleja trama que involucra negocios muy rentables e intereses encontrados.
Mirá la entrevista con Rossana Carolina Ayala Torres:
Hace pocas semanas fue noticia la presencia de mucho humo pro los incendios forestales en Brasil, Bolivia y Paraguay. A eso se suman la alternancia de temporadas de intensas inundaciones y sequías que, denuncian varios organismos internacionales, son también una de las consecuencias del avance de la frontera agropecuaria con monocultivo y ganadería intensiva.
Pero eso que es que la agricultura convencional que resulta un gran negocio para algunos, porque ha engrosado las exportaciones paraguayas y mejorado la “macro”, tiene una contracara en el sometimiento de otros, las comunidades campesinas tradicionales, que son numerosas y están desperdigadas por todo el país.
“De acuerdo con el último censo agropecuario de 2022, hay 250.000 pequeños productores en Paraguay”, puntualiza Anaya Torres.
Una porción de ellos pertenece a comunidades originarias internadas en el Gran Chaco, que tienen restringidos sus derechos básicos y, encima, muchas veces no pueden llevar adelante su propia producción por el cercamiento de tierras, la apertura de caminos privados, las inundaciones o la contaminación de los espejos de agua.
Lejos de aplicar allí una lógica paternalista y subsidiar a la producción familiar, el gobierno de Peña, a través de la cartera que dirige Rossana, ha buscado la manera de que su esfuerzo sirva para un objetivo mayor: que haya seguridad alimentaria en todo Paraguay.
Lo intentan hacer al estilo brasilero, con una Ley de Hambre Cero dedicada a erradicar la deficiencia alimentaria en la edad escolar y asegurar un almuerzo escolar equitativo en todos los niveles. A través de ella, el Estado se comprometió a proveer los alimentos. Y para eso interviene en el mercado comprando a los pequeños productores.
“Un 10% de ese presupuesto está destinado para la compra de alimentos de la agricultura familiar”, explica la viceministra. Para ello existe el Consejo Nacional de Alimentación Escolar (CONAE) y el Fondo Nacional de Alimentación Escolar (FONAE) que aseguran la transparencia del proceso y conectan dos necesidades: la del campesinado que debe colocar sus productos con la necesidad de quienes menos tienen en el país.
“Estamos direccionando la planificación para que podamos tener una producción escalonada todo el año. Eso es un desafío que tenemos como país y como gobierno”, destaca Rossana, consciente de que la empresa que se propusieron dista mucho de ser sencilla.
Por lo pronto, la apuesta de un Estado interventor que compre a los pequeños productores avanza a todo vapor. El gobierno de Peña acaba de cumplir un año en el poder, pero promete que con su Ley 7264/2024, que modifica y amplía una antigua norma del 2014, ampliará el rango de cobertura al 100% de los distritos del país a partir de febrero.
La evidencia es alentadora, porque lo ensayado por Brasil con su plan “Fome Zero”, lanzado por Lula en 2003 y sostenido hasta la actualidad, ha dado muy buenos resultados. Sin ir más lejos, la edición 2024 del Informe de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria Mundial (SOFI 2024) muestra que la inseguridad alimentaria retrocedió un 85% durante 2023 en el país vecino.
De 17,2 millones de brasileños sin el derecho básico a la alimentación asegurado, se pasó a 2,5 millones en sólo un año. Ese es el horizonte que mira hoy Paraguay y que intenta emular con su plan, a la vez que le da dinamismo a los sistemas agroalimentarios tradicionales.
Hay realidades muy disímiles. El grueso de las exportaciones paraguayas lo detentan el maíz, la soja y el trigo, y los convenios bilaterales que permiten vender al mundo carne vacuna de calidad. Pero, en la vereda de enfrente, opacadas por su sombra, las familias productoras carecen aún de tecnologías clave y confían su futuro a las iniciativas de incentivo puestas en juego.
Otro de los principales proyectos que promueve la cartera de Anaya Torres son las ferias de Agricultura Familiar que incentivan el contacto directo entre productores y consumidores, sin intermediarios. “Le estamos dando esa posibilidad a los productores para que puedan hacerse conocer, porque la calidad de sus productos es muy importante”, celebró la funcionaria, que los considera pilares clave para la seguridad alimentaria paraguaya.
Esta apuesta al desarrollo rural y a la producción en pequeña escala por parte del Estado también cala hondo en la organización de los campesinos, a tal punto que Rossana destaca el alto nivel de asociativismo en el sector y el surgimiento de comités y pequeñas cooperativas. “Están apuntando a la comercialización no solo en el mercado nacional, sino también a nivel internacional”, agrega.
Que lo logren o no depende de muchos factores, pero no quedan dudas de que es un tema en agenda para Paraguay. Incluso, este año el país fue sede de la REAF, la Reunión Especializada de la Agricultura Familiar del Mercosur, donde se discute sobre las formas de impulsar la producción de agricultores de pequeña escala y de mejorar sus condiciones de vida.